Contrariando lo que yo suponía, mi amigo Chelo volvió a visitarme una semana después del diálogo que sostuvimos y del que yo ya le di cuenta a mis lectores. Instalado frente a mí, empezó diciéndome: “Bueno, aquí estoy para que, tal como me ofreció, me explique cómo sería ese neogobierno que en el marco de una neodemocracia fuera en verdad capaz de solucionar nuestras principales crisis y nos abra un horizonte de mejor vida. Es que estoy pensando en si me uniré a los batallones de los Moyas para la gesta revolucionaria que nos permitiría instalarlo”.

Orlando: “Ya que en nuestra pasada conversación definimos que será un Estado que no se financiará principalmente con impuestos indirectos, comencemos por definir cómo será el financiamiento de nuestro neoestado. Será imponiendo un código tributario que contemple solo impuestos directos y proporcionales a las personas y a las empresas, ocupe los impuestos indirectos solo para desalentar ciertos consumos dañinos como son los del tabaco y las bebidas alcohólicas. A esos ingresos de impuestos directos se añadirán otras fuentes de ingresos importantes como son los royalties a la explotación de riquezas naturales del país. Ese código apuntará a que los gravámenes afecten solo a los ingresos de las personas naturales y a las utilidades de las personas jurídicas. Esos impuestos directos deberán ser escalonados pero lo suficientemente bien calculados para permitir gran dinamismo en el emprendimiento individual y suficientemente atractivos para alentar la inversión en nuestro país de actividades productivas nacionales y extranjeras.

En otras palabras, ese código tributario deberá ser optimista para el inversionista, justo para el individuo y estable a largo plazo, de manera de otorgar la necesaria certeza jurídica que es requisito indispensable para la inversión y el crecimiento”.

Chelo: “Bueno, en todo eso estoy de acuerdo, pero, ¿Qué pasa si la recaudación que implica ese código tributario no basta para el financiamiento del Estado?”

Orlando: “Pasa lo que le ocurre a toda persona que quiere hacer algo para lo que su presupuesto no le alcanza. Pasa que tiene que achicar su proyecto y adaptarlo a lo que son sus ingresos. Eso que es lo que los políticos nunca hacen, probablemente alcance solo para un Estado mucho más pequeño y con menos servicios que teóricamente presta el que tenemos. Sin embargo, hoy día la tecnología ya permite que Estados más pequeños realicen mejor y más diligentemente lo que hasta ahora se hace en base a multiplicar los empleos públicos. Es lo que está haciendo el binomio Trump – Musk en Estados Unidos y en eso tienen razón. El problema, más bien, es darle destino a los cientos de miles de inútiles empleados públicos que hoy recargan los gastos del Estado sin aportar nada efectivo. Llegará un día, que ni usted ni yo veremos, en que existirán los gobiernos casi completamente virtuales, pero más eficientes y con más cobertura que todos los que hemos conocido. En suma, no se preocupe por la disminución del tamaño del estado porque el principal problema va a ser como manejamos el tremendo endeudamiento del estado actual que, como le demostraré en otra ocasión, alcanza cifras vertiginosas”.

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Conversando con Moya Jueves 06 Marzo, 2025 | 09:31

Chelito me miró con ojos dubitativos, pero solo murmuró esta pregunta: “está bien, pero ¿cuáles serán las orientaciones de este neoestado?”.

Orlando: “Querido amigo, lo construiremos con una meta muy clara, pero muy conscientes de que la perfección no es de este mundo (si lo fuera, no tendría sentido el Paraíso prometido), pero la excelencia sí que es accesible y será la que marque nuestra meta. Porque nuestro neogobierno aspirará a terminar siendo verdaderamente uno “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” como lo definió Lincoln hace mucho tiempo y en esa definición la palabra pueblo del que se ha adueñado por largo tiempo la demagogia izquierdista, significa los que pueblan y esos somos todos los chilenos sin exclusión de ninguna especie.

Para avanzar en ese sentido, nuestro neogobierno se concentrará en hacer bien lo que le corresponde hacer, o sea, garantizar el orden y la seguridad interior, la defensa eficiente de nuestra libertad como nación, entregar una educación buena y para todos sin excepciones, lo mismo que debe hacer con un sistema de salud eficiente y de alta calidad. Debe trabajar para que cada familia chilena pueda acceder a una vivienda digna y a una pensión de jubilación que permita envejecer con dignidad y en plena libertad de elegir destinos. Será un Estado que garantice la absoluta igualdad ante la ley y el acceso a la justicia, sin depender de la situación económica ni de los favores de nadie. En nuestras conversaciones iremos detallando como lograr cada uno de estos objetivos y podando todas las tareas que hoy asume el estado y que no le corresponden para atender al progreso del pueblo al que pertenece con el solo objeto de otorgarle libertad y progreso”.

Chelo: “¡Caramba! Todo eso va a necesitar otras charlas porque hasta ahora no pasamos de los anunciados rimbombantes de que ya nos tienen hartos los políticos tradicionales. Quiero que me señale medidas concretas, si es que puede, porque serán esas las que orientaran mi próxima concurrencia a las urnas, que este año abundan”.

Orlando: “Muy bien Chelito, usted es mi único pupilo presencial, de modo que le dedicaré todo el tiempo que sea necesario y verá como todas estas ideas un tanto abstractas las aterrizamos en conclusiones muy concretas. No tenga temor, porque yo he visto derrumbarse tantos proyectos edificados sobre hipótesis falsas y mentirosas que no estoy dispuesto a unirme a esos constructores de paraísos estatales que no tienen fundamentos reales”.

Chelo: “Bueno, don Orlando, comencemos eso cuando yo vuelva la próxima semana. También usted recuerde siempre que todos queremos la verdad y el progreso y reconocemos que somos malos para las matemáticas, que son las que parece que guían sus convicciones”.

Orlando: “Así es Chelo. Las matemáticas son, para mí, el lenguaje de Dios y por eso nunca mienten y sus verdades cambian el mundo con su sola aparición. Recuérdese usted lo que ocurrió con E = M x V2 con que un judío suizo de principios del siglo XX cambió el mundo sin pararse de su silla”.