Se ha instalado un falso debate sobre la justicia de las contribuciones.

Para algunos sería justo pagar contribuciones por aquellos que tienen propiedades de una alta tasación fiscal. Para otros, las contribuciones en sí mismas son injustas porque serían una especie de “expropiación” del Estado de la propiedad privada.

Es un debate sin matices que tiene mejores salidas que la discusión entre barras bravas. Una nota publicada en El Mercurio lo comprueba: uno de los sectores en que más sube es la vivienda. Entre esas comunas, Ñuñoa.

Cuando lo justo se vuelve injusto

Parece justo que quienes tiene más paguen más, pero sería injusto que quién determine el monto – en este caso el Estado- lo haga unilateralmente, y que el revalúo de una propiedad no signifique en ningún caso mayo enriquecimiento del propietario, sin perjuicio de que deba pagar más por el nuevo valor de la casa determinado por el Estado.

En la práctica, el Estado cobra más por un bien a valor presente, que para el propietario no significa mayores ingresos.

En Ñuñoa esto es paradigmático: los avalúos fiscales han crecido sobre un 60% en los últimos años. Esto significa que el dueño de una propiedad en Ñuñoa hoy paga más de un 200% de contribuciones, sin que sus ingresos hayan aumentado, y sin obtener ninguna ganancia adicional por la nueva tasación que se hizo de su propiedad.

El sentido común indica que el resultado es injusto: paga más sin ganar más. Es un impuesto patrimonial con dos anomalías: el Estado fija el precio a pagar discrecionalmente, y el patrimonio aumenta solo nominalmente, sin que eso signifique más ingresos para el propietario. Esta injusticia tiene que terminar.

Hay fórmulas más eficaces que logran no solo un impuesto justo, sino un resultado justo, pero que deben partir del supuesto en que el Estado no puede obtener mayores ingresos sin que esté asociado, también, a mayores ingresos para el propietario.

Primero, se deben corregir los mecanismos de tasación de los inmuebles, vale decir, no debe depender del mismo Estado, pues el incentivo es perverso: a mayor necesidad de financiamiento del Estado, crece el incentivo para subir el avalúo de los inmuebles. Lo anterior, con la complicidad municipal que también “recibe” de las contribuciones.

¿Cómo debe cambiar la fórmula?

El valor para pagar por el cambio de avalúo debe solventarse cuando se obtengan los ingresos, es decir, cuando la propiedad se venda. Esto significa que cualquier retasación debe cobrar el mayor valor en el minuto en que se enajena la propiedad.

También hay otras experiencias en otros países. Por ejemplo, que se cobre solo a aquellos que pagan impuesto a la renta presumiendo un valor de arriendo de la propiedad.

Lo que no podemos hacer es mantener el mismo cálculo, porque el resultado es evidentemente injusto. En Ñuñoa, adultos mayores sin ingresos, personas sin empleo o mujeres con baja remuneración viven en una comedia del absurdo: pagan cada día más impuestos, lo que no se traduce, en ningún caso, en más plata. Y para peor, viven con el miedo de perder su vivienda simplemente por la incapacidad del Estado de determinar una forma justa de hacer un impuesto justo.