Desde hace rato me viene molestando la miopía de nuestra elite gobernante, de todos los colores, y de nuestros inversionistas o grandes empresarios nacionales, que comparten una cortedad de visión estratégica que está afectando seriamente las posibilidades de desarrollo del país en las décadas por venir. Creo que donde mejor se refleja esto es en el caso del litio.
El actual gobierno ha anunciado, con mucho orgullo, una Política Nacional del Litio. Aparte de tratarse de un tema estrategísimo para el desarrollo del país en los siglos por venir, al igual que los gobiernos anteriores, tal definición se da predominantemente en el marco de cómo resolver el problema que se arrastra por décadas con Soquimich y su socio principal, el señor Ponce Leroux. Es decir, una definición de área chica.
El litio como nueva riqueza estratégica
Personalmente, creo que el interés nacional exige otro tipo de política respecto al litio, la nueva riqueza que reemplazará estratégicamente el rol que tuvo el cobre en el último siglo y medio. Nueva política que, por su gran envergadura, debe materializarse en una ley, en cuyo marco podrían resolverse los problemas puntuales que hasta ahora han incidido en la forma estrecha en que se ha abordado el tema.
Me refiero a que puede (y debe) haber un cambio en la forma en que estamos concibiendo la explotación del litio, que cambiaría dramáticamente no solo el desarrollo del país, sino que podría ponernos en una ruta de drástica reducción de nuestro carácter de economía dependiente, que venimos arrastrando desde la Colonia.
El desafío de la soberanía frente a presiones internacionales
Con Bolivia y Argentina, Chile posee el 75% de la reserva mundial existente y conocida de litio, un mineral de importancia estratégica hoy en el planeta. Tanto así, que el gobierno de Los Estados Unidos nos ha anunciado en vivo y en directo, públicamente, que esta reserva trinacional de litio “incide en la seguridad nacional de los Estados Unidos”.
Por si no se entiende, eso significa que, tras esa afirmación, hecha además por una militar del ejército de los Estados Unidos en pleno uniforme, que no somos libres de decidir soberanamente sobre una riqueza existente en nuestro país. Con ese anuncio, los Estados Unidos nos están diciendo que, si no tenemos en cuenta su “seguridad nacional”, seremos objeto de su arsenal de sanciones y presiones, hasta ser incluso invadidos. No es otro el significado de un anuncio hecho en tales términos y formato.
No es la primera vez que Estados Unidos actuaría en relación a un país latinoamericano de esa manera. Menos en el mundo de hoy, donde estamos viendo las atrocidades en las que son capaces de involucrarse países que se dicen “desarrollados”, como USA y Europa, cuando deciden, por su cuenta y saltándose toda la institucionalidad internacional, que sus intereses están en juego.
“OPEP” del litio: la oportunidad de una alianza trinacional con Bolivia y Argentina
Creo que podemos evitar tan fatal desenlace con nuestra nueva riqueza nacional, el litio. En concreto, en lugar de extraer el litio y exportarlo en bolsas, al igual que se hizo con el cobre, exportándolo en bruto en barras, creo que el país debiera optar por una alianza estratégica trinacional con Argentina y Bolivia, creando una especie de “OPEP del litio”.
Uno de los componentes clave de tal alianza debe ser el compromiso de no exportar nuestro litio en bruto sino solo con valor agregado, convirtiendo a estos tres países en los que controlan la producción y comercialización hacia el mundo de baterías de litio y otros productos que vayan requiriendo este mineral para su desarrollo.
Atendiendo a las realidades mundiales, así como también las necesidades de capital y de tecnologías. Sin embargo, el desarrollo industrial en torno al litio puede y debe hacerse en alianza económica con capitales estadounidenses y chinos, en partes iguales, pero teniendo estos los tres países propietarios del litio el control de la propiedad de nuestro litio.
Aplicaremos así de manera adecuada el principio del multilateralismo que debe pasar a organizar las relaciones económicas internacionales, terminando con la imposición de los intereses de unas pocas grandes potencias sobre la mayoría de países más pequeños del mundo, lo que solo lleva a colonialismos directos o encubiertos, explotación, violencia e inestabilidad, al final, para todos.
América Latina podría ser un bloque económico y político de peso mundial
Una política de esta naturaleza tendría desde luego un tremendo impacto territorial en la macroregión norte del país y, sobre todo, en Chile entero y su futuro. De paso, esa podría ser la solución histórica de la salida al mar de Bolivia, a lo que podría agregarse otro componente fundamental necesario también para la propia explotación del litio: el acceso de estos tres países económicamente aliados a las aguas del lago Titicaca en el altiplano boliviano. En nuestro caso específico, estaríamos cambiando agua dulce por agua salada, con una solución de desarrollo de carácter trinacional.
Para esto, no tienen ninguna importancia las diferencias ideológicas que pueda haber, hoy o mañana, entre los gobiernos de estos tres países. Lo fundamental es nuestra unión en torno a un objetivo clave para el desarrollo de nuestros tres países y de nuestros pueblos. Quizás con este paso podamos comenzar a remover los obstáculos absurdos que hasta ahora han impedido que América Latina, con más de 300 millones de habitantes y con las inmensas riquezas que poseemos, sea un bloque económico y político de peso mundial.
Dejo planteada la idea. Que la tome el que la entienda y esté a la altura de tan gran desafío estratégico, cualquiera sea su color político.