El país ha conocido un par de noticias que generan legítima inquietud. La máxima autoridad castrense puso en conocimiento al Congreso Nacional que el financiamiento actual -tanto para los soldados conscriptos como para los soldados profesionales- no cubre la cuota autorizada en ambos casos, afectando directamente la capacidad operativa del Ejército de Tierra, que ocupa la mayor cantidad de reclutas.

Por diversas razones, el número de conscriptos ha ido disminuyendo año a año en el último tiempo. Recordemos que la conscripción tiene múltiples propósitos: desde preparar reservas debidamente entrenadas para casos de movilización, hasta proporcionar la tropa que requiere en especial el Ejército para completar la dotación de sus seis divisiones.

Esta crisis, hoy evidente, no fue la única. A ello se suma que -si mi memoria no me falla- por primera vez desde 1990, se rechazó la propuesta del Ejecutivo en el marco de la discusión del Presupuesto de la Nación 2025 para la Partida de Defensa presentada y analizada en Comisión Mixta parlamentaria.

Preocupan varios temas que derivan de lo sucedido. En primer lugar, el que la asignación de recursos sea tan exigua, más aún, cuando en los últimos tiempos se han aumentado las misiones que el poder político le fija a las FFAA, léase el despliegue en la Macrozona Sur, en la Macrozona Norte y despliegue en áreas fronterizas en el marco de la protección de Infraestructura Crítica.

Pero no todo tiene que ver con presupuesto de tropa. El despliegue en las llamadas Macrozonas es cubierto con el presupuesto normal de las FFAA -obviamente, como un gasto no programado- entendiendo que el Ministerio del Interior repone esos gastos. ¿Ocurre ello con prontitud que se requiere? Por ahora, carezco de información al respecto, pero es una pregunta legítima que debe ser atendida.

Las fuentes de financiamiento de la Defensa Nacional

Asimismo, es conveniente señalar que hasta hace poco el gasto en defensa se componía de dos fuentes. Primero, los recursos asignados en el Presupuesto Anual: esto cubría sueldos, pertrechos básicos, gasto corriente en general. Y, en segundo término, para la adquisición de sistemas de armas se utilizaban los recursos provenientes de la Ley Reservada del Cobre: así las FFAA cubrían las inversiones necesarias en equipamiento.

¿Qué ocurrió con la Ley Reservada del Cobre? Recordemos que dicha ley fue derogada y reemplazada por la ley 21.174 en septiembre del 2019. Esta última estableció dos fondos, uno Plurianual de Capacidades Estratégicas y otro De Contingencia. Pero, un sistema relativamente nuevo, que se está aceitando aún y requiere de la asignación periódica de recursos, lo que no siempre ha ocurrido con prontitud, colabora a ralentizar la inversión.

Lo anterior cobra importancia dado que Chile optó hace años por una política de defensa que privilegió un incremento de nuestro potencial basado en la innovación tecnológica e inversión en la modernización de sus FFAA. Más chicas y móviles, eran también más potentes. Si bien esto permite ahorrar en personal y unidades, eleva las necesidades de mantenimiento de nuestro arsenal y exige un constante entrenamiento de nuestras tropas para alcanzar un adecuado nivel de alistamiento.

Por ejemplo, nuestra Armada requiere de varias semanas de navegación al año para adiestrar y perfeccionar su capacidad de maniobra; lo mismo para nuestra flota aérea, ya que un avión de alta tecnología requiere de pilotos debidamente entrenados que dominen a plenitud las capacidades de nuestros jets.

Por cierto, por cada misión de vuelo, por cada travesía, por cada maniobra de nuestras brigadas acorazadas, se necesitan las correspondientes jornadas de mantenimiento que permiten que el material conserve a plenitud sus capacidades. ¡Qué decir del constante avance tecnológico que obliga a actualizar equipos y a un reentrenamiento periódico del personal que lo opera!

Contabilidad versus responsabilidad nacional

¿Cuántos soldados conscriptos necesitamos? ¿5.000 o 10.000? ¿O 30 mil? Dependerá de la apreciación de riesgos y amenazas que constantemente deben ser actualizadas por el Ministerio de Defensa Nacional, así como el material bélico que necesitan. No es un tema de contabilidad, es una necesidad básica de la Nación. Esa apreciación, como hemos señalado varias veces, corresponde expresarla en la Política de Defensa Nacional, cuya actualización está a la fecha aún pendiente. La seguridad de un país es un intangible; es como el aire, uno nota su ausencia solo cuando se acaba.

Una última reflexión: La defensa debe ser nacional, por esencia, suprapartidaria. No debemos contaminarla con la contingencia. Por lo mismo, su personal es jerarquizado, disciplinado, comprometido con Chile y ajeno a la contingencia. Debemos siempre cuidar y respetar eso.