Al más puro estilo de la Cosa Nostra, ciertas figuras en Chile han tejido redes de poder que parecen operar por encima de la justicia. El caso Hermosilla ha dejado al descubierto cómo estas redes no solo manipulan desde las sombras, sino que extienden sus tentáculos sobre las instituciones que deberían garantizar el cumplimiento de la ley. Hoy, los fiscales que investigan este caso enfrentan una persecución constante, una señal clara de que el “sistema Hermosilla” se defiende así mismo.

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La Cosa Nostra: el poder judicial

El fiscal Sepúlveda es seguido, el auto del fiscal Orellana intervenido sin señales de robo, y la fiscal Lorena Parra ha sido víctima de intentos de hackeo en su correo electrónico. Estos hechos no son aislados; forman parte de un patrón diseñado para intimidar y desviar la investigación. Y todo esto bajo la mirada de quienes, en su momento, creyeron que podían manipular la justicia a su antojo.

Uno de los ejemplos más reveladores de esta manipulación es el caso de la exministra de la Corte Suprema, Ángela Vivanco. Gracias a una filtración, se ha hecho público cómo Hermosilla le pedía que integrara ciertas salas, asegurándose de que los fallos fueran favorables para sus intereses.

Vivanco, quien operaba como si estuviera por encima de la Constitución y las leyes, manipulaba las integraciones de sala para decidir quiénes debían o no participar, garantizando resultados a conveniencia. Esta es una muestra clara de cómo el abuso de poder se normalizó en el sistema judicial, permitiendo que ciertos grupos manipulen los procesos a su favor.

Manuel Monsalve

Por otro lado, también hemos visto abusos de poder en el ámbito político, como el del ex subsecretario del Interior, Manuel Monsalve. Aunque el contexto es distinto, Monsalve demostró una actitud similar de actuar por fuera de las normas cuando ordenó revisar cámaras de seguridad sin seguir los procedimientos establecidos por la ley. Si bien su caso no tiene las mismas características de control judicial que el de Vivanco, ambos episodios nos hablan de una tendencia preocupante: autoridades que, en su momento, creyeron que podían operar por encima de las leyes y la Constitución.

Estos ejemplos nos permiten ver cómo los abusos de poder se manifiestan de diferentes formas en nuestras instituciones. No se trata solo de manipular la justicia desde dentro, como lo hizo Vivanco, sino también de usar los cargos políticos para actuar de manera discrecional, como lo hizo Monsalve. Aunque los contextos son diferentes, ambos casos reflejan la necesidad urgente de recuperar la confianza en nuestras instituciones y poner un alto a quienes creen estar por encima de la ley.

Ahora bien, ¿Cómo protegemos a quienes buscan que el caso Hermosilla no quede en la impunidad? ¿Cómo se combate la corrupción desde adentro? ¿En qué momento la intimidación a los fiscales se traduce en daño? A través de una reforma al poder judicial buscamos dar garantía a los chilenos que el sistema Hermosilla se acabará para siempre. Garantía de que la justicia, al igual que la estatua que la representa, sigue siendo ciega y no responde a intereses oscuros. Y lo más importante de todo: que a quienes defiendan la justicia, no permitiremos que les llegue una cabeza de caballo, cortesía de la mafia de élite.