Por estos días me he encontrado en la calle con niños vestidos de chilotes, niñas de pergoleras y jóvenes con brillantes trajes de la tirana. Imágenes que en este mes de septiembre, colorean las ciudades todos los años. Una tradición que es necesario destacar no solo por lo que significan estas festividades o por la tan cuestionada nota en el libro de clases, sino que dejan a simple vista lo importante que es el baile, la danza y el teatro para la comunidad.

Los niños y niñas desde muy pequeños se relacionan con distintas disciplinas artísticas de manera natural. A modo de juego, el canto, la interpretación de personajes o el movimiento corporal favorecen el desarrollo de numerosas habilidades.

El arte para la gestión de emociones

Si a esa comunión innata entre persona y acción artística, sumamos lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dejado al descubierto a través de algunos estudios en los últimos años, podemos afirmar con toda seguridad que las artes ayudan a comprender y a comunicar emociones, estimulando todos los sentidos del ser humano.

Es por esto, que considero urgente la necesidad de promover este tipo de disciplinas en el ámbito escolar, porque es en esa etapa de la vida donde más se requiere aprender a gestionar esas emociones.

El arte es un gran aliado en la formación de personas, porque toca una fibra sensible que es clave en estos momentos para la educación. Y cuando hablo de fibra sensible no me refiero a algo negativo, muy por el contrario, lo menciono con el ánimo de mostrar el aporte que hacen las distintas acciones artísticas a la salud mental y a la calidad de vida de hombres y mujeres.

Si recordamos solo hace un par de años atrás, la pandemia -y dejando de lado todos sus aspectos negativos- nos hizo ver que la música, el baile o el cine, fueron un gran soporte para mantener algo de ánimo en el encierro. Imagino que nadie puede negar que por unos segundos, esa canción que escuchó en su celular o esa película que miró en horas de desvelo, no lo hicieron olvidar el mal momento que vivíamos en tiempos de mascarilla.

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Un llamado a integrar el arte al curriculum escolar

En muchos casos fueron instantes, pero que de igual manera aportaron. Y si esos minutos, se pudieran extender y llevar a los establecimientos educacionales, con metodologías y un soporte adecuado, podríamos aportar a disminuir algunos problemas de convivencia, de autoestima o de interacción entre estudiantes, que se han arrastrado por largo tiempo.

Integrar el teatro o la danza al currículum escolar, sería una contribución valiosa en la vida de niños y jóvenes. Un aporte que incluso se extiende a toda la comunidad educativa, ya que de igual manera, profesores y apoderados, verían los beneficios que estas disciplinas artísticas entregan a sus estudiantes e hijos.

Si volvemos a recordar esos niños vestidos de huasos en la entrada del colegio, veremos la emoción en los ojos de sus padres o el entusiasmo de las educadoras. Pequeños botones de muestra, que el arte toca fibras importantes en el desarrollo de personas.