Las crisis tienen un nombre. Ya está claro que el nombre de ‘caso audio’ ha perdido pertinencia: la clave del caso está ahora en los chats de Hermosilla y en toda clase de huellas dentro y fuera de la institucionalidad. La denominación de ‘caso Hermosilla’ es más pertinente pues aún la crisis pende de Luis Hermosilla. Pero no es obvio que termine allí. Lo que es claro es que esta crisis ya no está encapsulada y amenaza con crecer hacia distintos lugares.
Toneladas de tinta ya se han escrito y se escribirán. Y las preguntas que subyacen a esa gran dedicación al caso son las siguientes:
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A) ¿Qué tan grande es la crisis del caso Hermosilla para el sistema político y la institucionalidad?
B) ¿Quiénes son los principales afectados en el sistema político?
C) ¿Cuánto afectará a la legitimidad institucional?
D) ¿Cuánto partido puede sacarle el gobierno de Boric o se trata de un arma de doble filo?
E) ¿Cuánto puede golpear el caso a la imagen del gobierno de Sebastián Piñera?
Estas preguntas inspiraron que en la última encuesta de LCN buscáramos variables que pudieran ayudar a abordar estas preguntas. Habrá que decir que las oportunidades metodológicas de una encuesta para este tipo de casos son discretas, pero los resultados obtenidos me parece que otorgan la posibilidad de un análisis de interés.
Veamos en primer lugar el peso del caso Hermosilla como hito. Al respecto diseñamos una pregunta sui generis, haciendo un extenso listado de hitos desde 1990 a la fecha y solicitando que se seleccionaran los tres hitos de mayor relevancia. Los resultados son los siguientes:
Como se aprecia, hay un hecho fundamental que supera con distancia a todos los demás: el estallido social (64% de menciones).
Luego del estallido hay tres hitos que están prácticamente empatados: la transición, el caso Hermosilla y los fracasos constitucionales. La combinación de los casos más importantes nos da algunas pistas. De alguna manera, la estructura revelada radica en una institucionalidad que no logra vertebrar el proceso social y político.
Los estallidos sociales son básicamente ausencia de relación con la institucionalidad o radical búsqueda de su modificación. Pero resulta que mucha importancia tienen los fracasos constitucionales, procesos donde el sistema político buscó una solución institucional, fracasando consecutivamente. Además, ese fracaso se produce bajo el comando de los actores disidentes del orden político anterior: la nueva izquierda contra la izquierda transicional, por un lado; y la nueva derecha contra la derecha transicional, por el otro.
¿Qué hace el caso Hermosilla siendo uno de los cuatro hitos principales en 34 años?
Quizás aparece ahí porque es el caso vigente y eso genera un alto impacto coyuntural. Por supuesto, es posible. Pero para eso pusimos una variable que ayudara a evaluar con más detalle, aun cuando no nos otorgará algo definitivo. Ya explicaremos por qué las encuestas tienen posibilidades limitadas en este orden.
Pero lo cierto es que hace dos meses habíamos medido el “caso Macaya” en comparación con el “caso Democracia Viva” preguntando cuál era más grave. En ese instante el caso Macaya estaba vigente y el caso Democracia Viva estaba fuera de la agenda. La medición nos arrojó que un 55% de los encuestados consideraban más grave el caso “Democracia Viva”.
Ahora repetimos la pregunta, pero reemplazando el caso Macaya por el caso Hermosilla. Y ahora el resultado es un 68% para el caso Hermosilla y un 31% para el caso Democracia Viva, concentrándose de manera muy intensa este último porcentaje en lo que sería el grupo de votantes más afines a la derecha.
Hermosilla y los partidos en la escala de Richter
También preguntamos qué tan fuerte es el sismo o terremoto para cada partido político (nos concentramos naturalmente en los partidos más grandes). El siguiente gráfico nos muestra los resultados:
La escala Richter nunca ha tenido un uso sobre 10 grados, como sabemos preferentemente los chilenos que ostentamos el terremoto con mayor liberación de energía de la historia medida. Por eso pusimos la escala de 1 a 10. Las observaciones sobre los partidos se pueden resumir así:
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a) El impacto energético es alto para todo el sistema político. El partido menos afectado (PC) marca 4,6 grados Richter y el resto de los partidos de izquierda están sobre 5 grados Richter. Es un nivel de energía elevado, aunque no está en nivel catastrófico. La escala Richter indicaría que se producirían daños en edificaciones deficientes.
b) Los partidos más afectados son los de la ‘derecha tradicional’ o ‘transicional’, esto es, la UDI y RN. Entre ambos partidos hay alguna diferencia. La UDI está prácticamente en 8 grados Richter de impacto del caso Hermosilla, esto es, a un nivel de daño catastrófico según la escala Richter. RN está con un puntaje más bajo, 7,3° Richter. Sin estar en el ámbito de lo catastrófico, se trata de un impacto grande.
c) La derecha impugnadora, liderada por José Antonio Kast, tiene un puntaje equivalente a los partidos de izquierda, es decir, no carga con lo peor de la crisis e incluso puede ser una oportunidad. Sin embargo, no hay que olvidar que el impacto ha afectado a todo el sistema político, nuevo o viejo.
d) La clave de análisis está en dimensionar la importancia del diferencial entre los partidos más afectados y los menos dañados. ¿Cuántas posibilidades tienen los menos afectados por el caso Hermosilla de rentabilizar políticamente ese diferencial? ¿Y cuánta capacidad tendrán los más afectados de exportar el problema a todo el sistema político?
Evelyn Matthei
La siguiente pregunta es hacernos cargo del liderazgo de quien lidera las encuestas, Evelyn Matthei, quien está en una posición incómoda: su partido es el más afectado, aun cuando ella no ha estado involucrada de manera directa. ¿Qué nos dicen los datos?
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a) Matthei viene marcando en nuestra encuesta sobre 30% hace un año aproximadamente. Normalmente, obtiene 32% o 33%. En esta última medición (septiembre) marca 28%, bajando cinco puntos porcentuales. Habría dos grandes hipótesis para ese descenso: una es el caso Hermosilla y la otra podría ser que, dado que otras encuestas han señalado un importante ascenso de Michelle Bachelet, eso podría haber mermado a Matthei. Esto último (estamos en condiciones de señalarlo con toda claridad) no ha ocurrido: Bachelet sigue marcando lo mismo. Por tanto, solo nos queda pensar en un efecto del caso Hermosilla.
b) El escenario de Matthei tiene algunas nubes, pero su fortaleza se mantiene en segunda vuelta. En una eventual definición con Bachelet, Evelyn Matthei ganaría con un 57% de los votos. Este puntaje es casi idéntico a la medición del mes pasado. De este modo, podemos comprender que hay un impacto en Matthei, pero ello no le ha quitado un claro predominio.
c) La votación general de la derecha, sin embargo, no ha mermado en el escenario presidencial. Se mantiene estable en la órbita de 53% de preferencias por nombres de derecha en primera vuelta y eso ha sido constante por largos meses.
d) La votación general de la derecha a nivel de la próxima elección (municipal) sufre una baja importante de cinco puntos desde la última medición, pasando de un 48% de intención de voto a un 43%. Si bien la izquierda suma solo 38%, la diferencia se ha acortado radicalmente.
e) A pesar de que José Antonio Kast no se ve afectado mayormente por el caso, la verdad es que no rentabiliza. En estos momentos Johaness Kaiser es un candidato más fuerte según nuestras mediciones.
Sebastián Piñera
Finalmente, el gran tema que está en boca de todos es si la imagen del gobierno de Sebastián Piñera se verá afectada gravemente. Como se aprecia en el siguiente gráfico, la imagen de los gobiernos de Piñera ha caído el último mes, pero sigue siendo alta. La evaluación de su primer gobierno alcanza el segundo lugar en calificación (compartido con Frei Montalva y Jorge Alessandri).
Es cierto que la situación de Piñera es sui generis: uno de sus gobiernos está entre los mejores cuatro (Aylwin, Frei M, Alessandri, Piñera 1) y el otro gobierno está entre los peores cuatro (Allende, Boric, Pinochet, Piñera). Esta doble realidad de Piñera supone una compleja ambivalencia de la ciudadanía que, al evaluar, debe asociar un nombre a dos experiencias muy diferentes.
De todos modos, el golpe sobre Piñera que ha tenido el caso Hermosilla es limitado, y su baja en el último mes no es tan distinta al descenso de los últimos meses de las evaluaciones de Bachelet y Lagos. Por tanto, en gran medida es un fenómeno sistémico asociado a liderazgos tradicionales.
Pero la tranquilidad para la derecha no está garantizada. La figura de Piñera aparece como una sombra compleja de administrar si vemos un último dato. Planteamos en la encuesta una pregunta sobre las actividades de Luis Hermosilla asesorando a Sebastián Piñera. Planteamos una pregunta exigente, es decir, que pronuncia un aspecto radical, aun cuando partiendo de la base que es un juicio personal y no una constatación de hechos. Veamos la pregunta y las respuestas en la siguiente imagen.
Solo el 7% cree que Luis Hermosilla ejecutó solo labores legales en el gobierno de Sebastián Piñera. Otro 31% considera que, de haber hecho algo ilegal, el gobierno de Piñera careció de conocimiento de ello. El otro 62% restante piensa que Hermosilla ejecutó tareas sistemáticamente ilegales estando en el gobierno.
Este aspecto es una puerta, bastante abierta ya, que podría afectar a Piñera y a la derecha si el caso se profundiza por este camino. Es cierto que al día de hoy el impacto ha sido concentrado en el sistema de justicia y en ello todo el sistema político ha estado más bien de acuerdo, incluyendo el gobierno que ha preferido focalizar en instituciones de justicia la crisis, vislumbrando probablemente la oportunidad de generar una reforma de gran tamaño durante este gobierno, con todos los beneficios que ello acarrearía.
Un apunte final sobre los datos: casi un 40% de los votantes de derecha creen que Hermosilla ejecutó tareas ilegales de manera sistemática en el gobierno de Piñera. Por supuesto, habiendo grandes diferencias en esta respuesta con los otros sectores políticos de votantes, no es menos cierto que el caso ha contaminado incluso a votantes actuales de la derecha y eso abre un flanco delicado para dicho sector.
Volvamos al principio. Nos planteamos unas preguntas y hemos abordado sus respuestas. Entre las preguntas hay una pendiente de respuesta:
¿Cuánto partido puede sacarle el gobierno de Boric o se trata de un arma de doble filo?
El Presidente Boric se mantiene con una evaluación discreta. Más allá de la imaginación de un gran ascenso y de las complacencias de palacio, Boric sistemáticamente aparece peor que Pinochet en nota promedio y solo un poco mejor que Allende. Todos los demás presidentes lo superan con distancia.
Hoy juega además estando a cargo de la institucionalidad. Está frente al mismo problema de Milei: atacar la institucionalidad le renta porque hunde a sus rivales, pero le quita herramientas políticas estando en el gobierno. El Presidente parece saber esta dualidad y la ha manejado siguiendo la antigua recomendación “a Dios rogando y con el mazo dando”. No le ha ido mal con ello, pero la verdad es que sería absurdo decir que le ha ido bien.
El caso Hermosilla le ofrece una gran oportunidad, pero no es fácil jugar el juego y hasta ahora probablemente lo que ha mejorado es simplemente el resultado del cambio de narrativas en un nicho ecológico que dejó de estar dominado por discusiones que favorecían totalmente a la derecha. El caso Hermosilla y Enel han sido un respiro para el gobierno.
Afectados por caso Hermosilla y el volúmen de energía
Uno de los grandes problemas de las ciencias sociales, a la hora de analizar procesos sociales y, sobre todo, a la hora de abordar crisis políticas; radica en la dificultad de determinar el volumen de energía que se ha desplegado en torno a un acontecimiento. Este asunto ha sido parte de mis obsesiones metodológicas desde hace ya más de una década. Y es que considero que, en términos generales, la descripción científica del escenario social y sus principales factores intervinientes suele ser relativamente sencillo de describir para las ciencias sociales, en cambio dimensionar el volumen de energía liberada en un proceso social suele ser un gran dolor de cabeza.
Para decirlo en simple, solemos escuchar que tal o cual caso marcará un antes y un después, generando toda clase de transformaciones, pero muchas veces esos augurios no se cumplen. O suele ocurrir que se decreta que un fenómeno no afectará mayormente a la institucionalidad, pero resulta finalmente que sí lo es.
En definitiva, este ámbito es un habitual punto de incertidumbre. El presente esfuerzo usa una metodología que no es óptima para esta evaluación: la encuesta. Pero la verdad es que tampoco existen metodologías que permitan trabajar de manera muy precisa este tipo de fenómenos.
La encuesta tiene el defecto de que es improbable que tengamos historia pertinente para comparar y dar seguimiento un caso. Y además, los procesos de crisis son muy plásticos y el movimiento que anudará una narrativa sobre el caso pasa largo tiempo en barbecho, produciéndose las complejas combinaciones que terminarán en el escenario final. No obstante, creemos haber sacado partido a la encuesta para dar una aproximación de valor.