¿Cómo se puede perder la confianza en alguien que alerta una eventual crisis y envía de mutuo propio el borrador de una entrevista para justamente evitar que la situación escale?
“Lo que a mí me cuesta entender es cómo, si yo puse sobre la mesa todas mis cartas, ¿cómo se pierde la confianza?” esta es una de las frases más elocuentes que dejó la comparecencia de Isabel Amor en la comisión de Mujeres y Equidad de Género de la Cámara de Diputados.
Estamos hablando de Isabel Amor, ex directora ejecutiva de Fundación Iguales, ex directora regional del INDH en la región de Ñuble, con una incuestionable trayectoria de más de 10 años en materia de derechos humanos, y con una basta carrera pública desde antes de ser nombrada directora regional del Sernameg en Los Ríos.
El controversial borrador, la excusa para justificar su destitución, corresponde a una entrevista que Isabel había dado en relación con la situación procesal de su padre y en perspectiva a su rol como directora regional del INDH. Aun con la entrevista sin publicar, vino su paso al Sernameg. Durante el proceso, ella señala que nunca escondió quién era, quién era su padre, ni la condena que pesaba sobre él.
Es un absurdo que se diga que omitió información, estaban todas las cartas sobre la mesa durante el proceso de selección de ADP. Con el más mínimo rigor, tanto el ministerio como el Sernameg, podían haber sabido rápidamente de quien se trataba. ¿Nunca lo hicieron? ¿Acaso la ministra Orellana no conocía su caso? De hecho, la misma Isabel Amor reconoció abiertamente en la comisión que cuando se conoció la condena de su padre, un grupo de asociaciones de DD.HH de la región de Ñuble solicitaron su salida del INDH.
Pérdida de confianza
¿Cómo se puede perder la confianza en alguien que alerta una eventual crisis y envía de mutuo propio el borrador de una entrevista para justamente evitar que la situación escale? Cuantos servicios públicos o empresas privadas quisieran tener ese tipo de trabajadores, con ese criterio.
Es evidente que la decisión de contratarla no se tomó a la ligera. Su historia personal, incluida la de su padre, era de conocimiento previo. De hecho, lo que más llamó la atención de su exposición en el Congreso, no fueron sus reparos por su salida, sino sus cuestionamientos a por qué la eligieron.
“Puedo entender que haya personas que no quieran que la hija de alguien que está condenado por tortura o por vejación de derechos humanos no tenga un rol relevante. Yo eso lo puedo entender. Lo que no puedo entender, es por qué me eligieron. Podrían no haberme elegido, no había ningún problema”, señaló con una fría convicción.
Funcionarios de Sernameg descartaron problemas con Isabel Amor
Para justificar su salida, además de la supuesta relativización de delitos de lesa humanidad, el Sernameg esgrimió problemas con los funcionarios. Funcionarios a los que conoció en un día y a otros a los que, lisa y llanamente, nunca conoció. Tanto es así que Funcionarias y Funcionarios Asociados del SernamEG, mediante una declaración pública, contradijeron a su propio servicio, manifestando que “Ella (Isabel Amor) no nos negó ningún espacio ni hemos sido parte de ninguna conversación que involucre su salida”.
Los verdaderos motivos internos aún no han sido revelados. Eso, esperemos, sea materia de la próxima sesión de la comisión de Mujeres, a la que se supone, por fin, asistirá la ministra Antonia Orellana.