Agosto, el Mes de la Educación Técnico Profesional, nos ha brindado una oportunidad única para reflexionar sobre una modalidad educativa que ha desempeñado un rol fundamental en la formación de técnicos y profesionales para Chile, y que ha tenido un impacto insoslayable en el desarrollo del país y de sus territorios.

Este año seis de cada diez estudiantes que ingresaron a programas y carreras de pregrado lo hicieron en instituciones técnico profesionales, y, como sostiene la última entrega del reporte Education at a Glance de la OCDE, un desafío crítico para los sistemas educativos será mejorar el acceso y atracción a la formación técnico profesional a través de mejores transiciones de la escuela al trabajo y el cultivo de habilidades para el mundo laboral y productivo.

Asumir estas tareas nos interpela a poner la mirada en el futuro, para, con visión de Estado, imaginar la educación TP que Chile y su gente necesitan.

El nuevo rostro de la innovación Chilena

Un primer desafío es potenciar el aporte que la formación TP realiza a la innovación y al desarrollo tecnológico y productivo sostenibles. La tarea no es sencilla. Durante largo tiempo el mundo técnico profesional estuvo excluido de la institucionalidad a cargo del fomento de la ciencia, la tecnología, el conocimiento y la innovación (CTCI).

Por ello, una prioridad de la Subsecretaría de Educación Superior ha sido construir los acuerdos y las confianzas necesarias para que la Política Nacional CTCI integre, como un actor estratégico, al sistema técnico profesional. Las oportunidades en esta materia son múltiples; por ejemplo, en la generación de capacidades para la instalación de la cadena de valor de la industria del hidrógeno verde, y en la adopción y difusión de nuevas tecnologías para una economía circular.

Educación Técnico Profesional en la era digital

Un segundo desafío es la formación de personas con habilidades digitales para el siglo XXI. En plena era de la información, el desarrollo de competencias digitales en nuestras y nuestros estudiantes TP es clave para fortalecer la industria, generar empleos de calidad, acelerar la innovación, atraer inversiones y disminuir la brecha tecnológica, especialmente aquella que surge por la baja participación de mujeres en las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM).

Es por ello que hemos organizado un Consejo Asesor para la Educación Digital en el sector TP y una iniciativa de Habilidades Digitales, las cuales buscan incorporar el desarrollo digital en todos los ámbitos de la formación superior TP, con foco en la empleabilidad y en la inserción temprana al mundo del trabajo. Asimismo, buscamos extender la política que promueve la participación de mujeres en carreras STEM en la educación técnico profesional.

Articulación

Un último desafío corresponde a la articulación de la educación TP con otros niveles formativos, de modo de abordar las barreras existentes para el desarrollo de trayectorias educativas más flexibles, articuladas y con una vinculación robusta con el mundo productivo y laboral. Para esto hemos propuesto la creación de una Autoridad Nacional de Cualificaciones, organismo que tendrá la misión de generar sinergias para un mejor vínculo entre la formación superior y las habilidades y competencias para un desarrollo humano y productivo sostenible.

Los desafíos descritos deben abordarse de manera integral y participativa, como parte de un proceso de modernización de la educación superior que permita asegurar una formación técnico profesional de calidad e inclusiva, especialmente en nuestros centros de formación técnica estatales, y con una mirada estratégica sobre los desafíos que enfrentamos como sociedad para avanzar hacia un desarrollo económico, social, cultural y medioambiental para todas y todos.