En el contexto del III Congreso de la Descentralización de SUBDERE queremos plantear algunos temas mirados desde la Agrupación de Universidades Regionales como agentes de desarrollo de sus comunidades, territorios y de la descentralización.

Coordinación multi nivel: un imperativo para el desarrollo

Las estrategias y políticas de desarrollo deben reflejar una coordinación multi nivel y ser reflejo del consenso y acuerdos en la dimensión vertical y horizontal entre actores públicos nacionales, regionales y locales.

En la dimensión horizontal se requiere una efectiva articulación de las políticas sectoriales económicas, de infraestructura, urbanas, salud, educación y sociales. Esta articulación debe darse en el nivel central, pues en el nivel regional -SEREMI y Direcciones de servicios públicos- carecen de autonomía para adecuar programas y líneas presupuestarias

Chile tiene macro-regiones con nítida vocación minera, silvo-agropecuaria, pesquera o industrial. Esto implica que las políticas centrales se desagreguen por macro-zonas y dialoguen con las de los Gobiernos Regionales y Municipios. Pero también hay nichos productivos provinciales, supra-comunales e incluso propiamente comunales.

Desafíos de la diversidad y homogeneidad territorial

La geografía social y económica chilena implica asumir simultáneamente diversidad y homogeneidad territorial. La respuesta a este reto es establecer instancias formales de diálogo entre los tres niveles jerárquicos y expresarse en proyectos y programas compartidos, articulando en su gobernanza actores públicos, privados y por supuesto la academia.

Esto también demanda que las políticas de los GORE y municipios deben tener mayor flexibilidad y dialogar con las que se formulan en regiones y comunas vecinas. Los ámbitos son muchos: infraestructura de uso compartido, telecomunicaciones, ferias y mercados, promoción comercial externa, programas de capacitación e investigación, etc.

Más que competencia o indiferencia, debe primar la colaboración y complementariedad en vocaciones productivas comunes: agricultura, forestal, minero, turístico o pesquero. Pero debemos reconocer que este diálogo se ve dificultado por cambios periódicos en los liderazgos políticos, ausencia de una cultura de negociación, inercia centralista, por la juventud en los Gobiernos Regionales y debilidades de administraciones locales.

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Universidades regionales como motores del desarrollo

El desarrollo territorial depende de diversos factores: diversidad y articulación entre agentes productivos grandes, medianos y pequeños; recursos y capacidad de gestión de los organismos públicos centrales, regionales y locales; medios de comunicación, la vocación de progreso y la disposición a colaborar de la sociedad civil en general.

La experiencia internacional indica que las regiones más desarrolladas son las que cuentan con buenas instituciones de educación superior, especialmente universidades. En efecto, el progreso económico demanda la existencia en cantidad y sobre todo calidad de personas con capacidades técnicas y valores de compromiso con sus comunidades.

Desde esta perspectiva se puede plantear que la presencia de instituciones de educación superior es una condición necesaria, pero no suficiente para el desarrollo de los territorios. Por tanto, es labor de los responsables de política pública de fortalecer las capacidades de las universidades, de manera de posibilitar su mayor contribución a los objetivos y anhelos de cada región.

El histórico y porfiado centralismo chileno se expresó en una concentración de recursos humanos y capacidades decisionales en unos pocos territorios, principalmente Santiago.

Superando muchos obstáculos, la emergencia de universidades regionales en el norte, centro y sur de Chile permitió, la creación de comunidades académicas que asumieron los problemas y potencialidades de sus territorios.

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Falta de sostenibilidad económica para proyectos

Las universidades regionales impulsan programas de pregrado y posgrado pertinentes con las demandas de la comunidad; los desafíos actuales y futuros de la región y el país, y coherentes con las políticas públicas centrales, regionales y locales. Pero en esto hay un problema, muchos programas de formación, fundamentales para el desarrollo local, no alcanzan sostenibilidad económica, por aranceles mal definidos o baja matrícula, como ocurre en regiones de zonas extremas y menor población.

Asimismo, las investigaciones y asesorías que las universidades realizan dan sustento a las políticas nacionales y regionales de desarrollo económico, social y cultural. Sólo como ejemplo, en el ámbito social han apoyado el desarrollo en salud, educación y el arte y cultura. En lo económico, el impulso acuícola, agroforestal, minero y más recientemente del litio e hidrógeno verde les han sido temas prioritarios.

Sin embargo, subsisten diversos obstáculos al quehacer científico regional: el aporte central se ha reducido versus un incremento en postulantes y proyectos; el financiamiento público a universidades regionales sistemáticamente bajo el 40%; el aporte privado a la ciencia es escaso o ausente en muchas regiones; y el sistema de donaciones a universidades concentra recursos en Santiago (85%).

Esto da lugar a una desigual competencia con IES de regiones centrales, los aportes públicos no consideran mayores costos de hacer ciencia en regiones y se carece de instrumentos para atraer y retener talentos científicos a regiones. Finalmente, los recursos del Gobierno Regional (Fondos Royalty) son insuficientes y de compleja tramitación.

Estos y otros problemas son parte de la agenda de AUR y tema de diálogo con los ministerios de Ciencia, Educación, Hacienda, además de la Asociación de Gobernadores(as) Regionales.