La denuncia a Cristián Campos llega en el momento preciso: Hermosilla desaparece y no vuelve a tener datos iguales a marzo de 2023. De hecho, no vuelven a ascender sus complejas apariciones. De seguro es una casualidad que la Fundación para la Confianza tenga de abogado y protagonista de todas las denuncias a Juan Pablo Hermosilla.

La Fundación para la Confianza nació en 2010 con las tres víctimas emblemáticas de Karadima como fundadores. Murillo, Hamilton y Cruz tuvieron esta iniciativa. La relación de los tres con la Iglesia católica se tornó compleja. Según se comentó en correos electrónicos de los cardenales Errázuriz y Ezzati de 2013 y 2014. Este último le escribe a Errázuriz (según publicó El Mostrador el 9 de septiembre de 2015):

“Ayer, día del Sagrado Corazón, en la Sede Central de la Pontificia Universidad Católica, me encontré con el P. Marcelo Gidi (sacerdote jesuita). Acaba de llegar de Roma y me comunicó que, en la Comisión Pontificia de Previsión de abusos sexuales, sería nombrado el Sr. Juan Carlos Cruz (una de las víctimas de Fernando Karadima). Su nombramiento es postulado por la mujer irlandesa víctima de abusos [se refiere a Marie Collins], que ya es miembro de dicha comisión.

Espero que no sea así, sería demasiado grave para la Iglesia de Chile. Significaría, entre otras cosas, dar crédito y avalar una construcción que el Sr. Cruz ha construido astutamente, después del Decreto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y más allá de los elementos objetivos, dolorosos y vergonzosos condenados por el mismo Decreto y que responden a la verdad de los hechos.

Espero que Usted pueda hacer luz con quienes tienen responsabilidad de este nombramiento.
Le reitero mi saludo cordial, que extiendo fraternalmente al Santo Padre. Mañana en la Catedral de Santiago, lo recordaremos de manera especial.

Buenas noches
+Ricardo”

Pasaron los años y en 2018 la fundación se acercó a la Iglesia. O mejor dicho, ingresó a ella a partir de un convenio con la Pontificia Universidad Católica de Chile. El convenio promete una implicación científica de parte de la universidad.

Al día de hoy, en la página web de la fundación no hay señas de esa articulación: hay cursos que no son de la universidad y no hay informes científicos sobre investigaciones en torno al abuso. De hecho, no hay ninguna referencia a la investigación del tema.

No es nada muy grave, suelen hacerse vínculos entre instituciones y universidades que no llegan a ser utilizados nunca o casi nunca. Pero de todos modos la pompa con la que fue presentado el vínculo no tiene un correlato.

De hecho, en la web todas las secciones llevan a buscar denuncias. Eso es perfectamente legítimo, pero produce desconfianza que los casos emblemáticos que han sido sustentados por la fundación sean todos contra personas con fama.

La política del espectáculo parece haber permeado

Desde su nacimiento en adelante, sus casos emblemáticos son: el original, el caso Karadima; para luego esperar hasta 2022 con el caso que se abrió desde la fundación contra Felipe Berríos, el sacerdote. Y en 2023 se abrió el caso de Cristián Campos, el actor.

Que las dos personas famosas denunciadas hayan recibido una acción de corte jurídico a sabiendas de que no se les podía condenar, pues los casos estaban prescritos; produce desconfianza.

En los dos casos se buscan resquicios para conseguir alguna notoriedad y en ambos casos se entregan a prensa materiales de los procesos, sin escrúpulo alguno. Incluso en uno de los casos se optó por la denuncia en el derecho canónico, asumiendo que no había opción que pudiese fructificar en el derecho público de Chile.

Es decir, se plantea la denuncia a otro estado. Y en ese estado (el Vaticano) hay una orden (los jesuitas) que tiene un poder importante (está al mando de hecho) y es conocido que hay querellas internas respecto al sacerdote Berríos.

En medio del mar de casos complejos que diariamente ocurren, en medio de los abusos que ocurren incluso en centros estatales, en medio de un alto nivel de vulneración de niñas, niños y adolescentes; resulta que la fundación actúa públicamente solo en dos casos, ambos de alta connotación social.

Rasgos de una operación política

Que el origen de la denuncia al sacerdote Felipe Berríos se haya producido justo en el instante en que se le otorgaría un cargo; que la ministra Antonia Orellana hiciera referencia a posible revictimización antes que se supiera de la denuncia; que el abogado de la Fundación para la Confianza haya sido una voz relevante para la ministra Orellana en otros casos (no de abusos, sino en asuntos políticos), donde ella misma señaló la importancia de consultar los aspectos jurídicos; da para pensar al menos en un grado de articulación más importante.

Pero hay más.

La situación en que comienza la crisis de Berríos tiene todos los rasgos de una operación política: quien comunica la existencia del cargo no es la autoridad política (el ministro Montes, quien lo había convocado al cargo), sino la orden jesuita, quien ‘felicita’ al sacerdote por algo que no se ha anunciado.

En cuestión de horas surgen los reparos, las dudas sobre el nombre y se deslizan acusaciones. El tono siempre es el mismo: es cosa de esperar, la verdad saldrá a flote.

En poco tiempo surgen las denuncias y comienza el caso, pero del caso no se puede decir nada porque está en un tribunal canónico donde los antecedentes no pueden ser públicos. Quienes acusan sí liberan ciertos datos, hay sendos reportajes en televisión y la imagen del sacerdote es denostada.

Luego viene lo más llamativo: el abogado Juan Pablo Hermosilla, miembro del directorio de la Fundación para la Confianza, critica que Berríos abra un flanco en tribunales chilenos y critica la autodenuncia.

En esa instancia Berríos terminará ganando, pero puesto en manos del Vaticano será sancionado y degradado hasta quedar como ordenado sacerdote pero sin vínculo con la jerarquía.

Con suma astucia comunicacional, Hermosilla convirtió la sanción del Vaticano en la noticia definitiva sobre el caso Berríos.

En resumen, el caso Berríos es levantado por un abogado cercano a algunos líderes del Frente Amplio, de reconocida trayectoria, que está en una fundación asociada a la Iglesia católica, que concentra (y en rigor limita) su ataque en el tribunal eclesiástico, sin interés en reparación de las víctimas, dándose por satisfecho en la medida que la Iglesia se pronuncia en contra del sacerdote y queda en una situación de minusvalía.

En la práctica, fue eliminado un jugador del tablero político, para ser claros.

Los hermanos Juan Pablo y Luis Hermosilla

Pasa el tiempo y tenemos un segundo caso. El mundo ha cambiado por entonces para Juan Pablo Hermosilla. Y es que Luis, su hermano, está en el corazón de una crisis comunicacional, que afecta a ambos. Él es el abogado de su hermano. Lo que está claro es que el trabajo de Luis Hermosilla no era solo jurídico.

Y por lo que sabemos de otros casos, la influencia de Juan Pablo no es solo jurídica.

El caso tiene una primera etapa que podríamos denominar como una crisis encapsulada, centrada en el esfuerzo comunicacional por parte de los Hermosilla para sacar el apellido del nombre del caso. Es así como la prensa comienza a hablar del ‘caso audios’, nombre muy poco interesante que, sin embargo, logra avanzar.

El ’caso Hermosilla’ comienza en noviembre de 2023 cuando se conocen los famosos audios del abogado en una reunión donde él mismo, verborreicamente, confiesa toda clase de tropelías y delitos. Sin embargo, el caso crece enormemente en marzo de 2024.

Es cosa de mirar las búsquedas en Google del nombre de Luis Hermosilla en esa fecha y compararlo con la búsqueda más habitual en cualquier país, su Presidente de la República. Como se aprecia, las búsquedas de Hermosilla suben sustancialmente, creciendo más de quince veces respecto al origen del caso. El asunto se está incendiando.

El abogado de Luis Hermosilla necesita algo que modifique el escenario

Quienes saben de política (y los hermanos nos pueden dar clases) conocen una características central de la actividad política: que solo importa la primera noticia, el llamado top of mind. Es allí donde se puede jugar la dimensión geológica.

Una crisis que no es lo más importante no generará demasiado daño, aunque se pase mal por un buen rato.

Pues bien, resulta que en marzo de 2024 la noticia se está convirtiendo en un problema muy relevante, está efectivamente en boca de todos y es la noticia más importante. Era hora de actuar pues, como vemos en la gráfica, ya Hermosilla aparece tan intensamente como el Presidente de la República.

Como es evidente, usamos al Presidente como caso de control, para ver el impacto que estaba teniendo Hermosilla. Estas dinámicas de energía del impacto de una denuncia las he estudiado por años y es evidente que se trataba de un crecimiento de la crisis a niveles que suponían un gran riesgo para el afectado (Hermosilla) y para los cercanos (aumentando la energía, sube la probabilidad de contagio).

Gráfico 1: Búsquedas en Google de Luis Hermosilla y Gabriel Boric

Luis hermosilla

La crisis de Hermosilla aumentaba día a día, en una diagonal ascendente perfecta. Era de mal pronóstico. Pero, ¿qué pasa si ingresa una denuncia sobre un famoso de verdad? ¿Alguien a quien todos conocen? ¿Alguien que lleva décadas en boca de todos? ¿Puede ser que al ocurrir esto, Hermosilla pueda salir del ojo público?

Sea casualidad o no, el arribo del caso Cristián Campos a la opinión pública sacó a Hermosilla del mapa de destrucción. Mire usted.

Gráfico 2: Búsquedas en Google de Cristián Campos (azul), Luis Hermosilla (rojo)

Cristian Campos

Entra Cristián Campos, sale Luis Hermosilla

La denuncia a Cristián Campos llega misteriosamente en el momento preciso: Hermosilla desaparece y no vuelve a tener datos iguales a marzo de 2023. De hecho, no vuelven a ascender sus complejas apariciones.

De seguro es una casualidad que la Fundación para la Confianza tenga de abogado y protagonista de todas las denuncias a Juan Pablo Hermosilla.

No me puedo pronunciar, porque no sé, sobre el fondo de las denuncias. No tengo antecedentes más allá de los publicados. He medido ambos casos y hay un grupo que ronda el 50% que señala que no tiene claridad sobre las denuncias, que no puede pronunciarse. Hay confusión y dudas en la ciudadanía.

A lo que me dedico es al análisis de escenarios estratégicos. Y conozco más de lo que quisiera el nivel y la magnitud de las acciones comunicacionales que se pueden hacer, eso lo vi demasiado cerca en mi vida.

Y lo que es claro es que en este escenario hay algo que no cuadra con la Fundación para la Confianza: el giro de la Iglesia respecto a Carlos Cruz se puede entender porque cambió el papa, pero todo lo relacionado a las acciones de la fundación y la correspondiente incidencia en el escenario político, alimentado por Juan Pablo Hermosilla, merece una mirada algo menos superficial.

Y es que, a mí al menos, que todas las denuncias tengan como foco disputas de las elites, me hace pensar que algo huele mal en medio de una fundación que pretende ser depositaria de nuestra confianza para reparar y sancionar el abuso sexual a menores.

De momento, a nadie parece importarle la epidemia de celulares robados, dañados y perdidos en el sistema político nacional en los mismos meses en que Hermosilla se convirtió en una tendencia abrumadora.

Pasar de acusados a acusadores es una virtud política, sin duda. Pero por favor, que no la vistan de ética.