El éxito en las finanzas personales no llegará solo, es algo en lo que debemos trabajar. Lo principal es planificar: si se asume una deuda, hay que considerarla como un gasto fijo durante los meses o años comprometidos.
Asesoro no solamente a pymes, sino que también a personas naturales que necesitan que revise sus situaciones financieras y que llegan a mí para organizarse, entrar a la banca o buscando otros objetivos. Entre esos requerimientos, recibo muchísimos casos de jóvenes que no han podido enfrentar de manera correcta sus primeras deudas: principalmente, el Crédito con Aval del Estado y las cuentas y tarjetas de crédito que se ofrecen a universitarios. Y muchas veces, los efectos son perjudiciales para ellos, sobre todo pensando que vivimos en un país que no destaca en educación financiera.
De hecho, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) define la alfabetización financiera como la combinación de conciencia, conocimiento, habilidades, actitudes y comportamientos necesarios para tomar decisiones financieras y alcanzar un bienestar en este ámbito.
En este sentido, la OCDE ha determinado que dentro de sus mediciones, lo mínimo requerido para decir que alguien tiene un nivel deseable en esta área es 70 puntos obtenidos del instrumento que usan. En Chile, el 23% de los adultos llegan a ese puntaje o más, mientras que el promedio de los países pertenecientes a la Organización es de 39%.
Primeras deudas: los productos bancarios
En este contexto, las consecuencias que tiene asumir productos bancarios, sean créditos o no, pueden ser perjudiciales y puede tomar un tiempo recuperarse, si no se usan adecuadamente. Y utilizarlas correctamente implica conocimiento. Ocurre muchas veces que los jóvenes no entienden o no saben que las tarjetas y/o cuentas pueden incluir costos de mantención. Al no pagar, se va generando una bola de nieve, sobre todo cuando están asociadas a líneas de crédito.
Lo mismo pasa con las tarjetas de crédito, pero a éstas se suma otra situación: ante la efervescencia de verse con dinero, se asume una deuda que no se puede pagar y la deuda no hará más que crecer.
Y hay consecuencias de las consecuencias, aún más difíciles: por ejemplo, volver a bancarizarse. Como el comportamiento de un adulto que estaba recién empezando a familiarizarse con el sistema no fue bueno, las posibilidades son inferiores, con menores beneficios, o con mayores barreras.
El CAE: morosidad sí o sí
En cuanto al CAE, si bien este crédito cuenta con un período de gracia, y también es un porcentaje del salario, la morosidad es un hecho. Tanto, que el actual gobierno ha comprometido una “solución” para los deudores.
Según datos actualizados al 31 de diciembre del año pasado de la Comisión Ingresa, en 2023 se entregaron 61,1 mil beneficios, prácticamente, la mitad proviene de familias con mayores ingresos (en 2020 este grupo alcanzaba el 36%). De los deudores que han abandonado sus carreras, el 73% está moroso. En cuanto, entre aquellos que terminaron, el retraso en los pagos llega al 34% de ellos. Y de los deudores, casi el 70% tiene ingresos mensuales a $750.000.
Una situación compleja, pues sueldos bajos y conocimientos financieros poco óptimos no contribuyen a encarar de manera sana estas responsabilidades adquiridas con los ojos un poco cerrados.
En ambos casos, ya sea CAE, créditos o productos bancarios usados con poco conocimiento, no son sólo deudas. Son también pérdidas de oportunidades si no las manejamos adecuadamente. Porque eso implica destinar dinero a un fondo que no es nuestro. En vez de pagar créditos por descuidos o intereses, podríamos usar esos montos, por pequeños o grandes que sean, al ahorro para nuestra tranquilidad en casos de emergencia, para una vivienda o para otro proyecto.
Con todo esto, no quiero decir que no haya que endeudarse, sino que hay que hacerlo con conocimiento y pagando al día (también el CAE, aunque haya un proyecto prometido, porque aún no sabremos cómo será).
Planificar y establecer metas: sin orden no habrá ahorros
Personalmente, tuve la suerte de siempre ser muy organizada. En mi caso, trabajé y con eso pagué mis estudios, pero sé que es un ritmo difícil. Cuando adquirí mis primeras deudas, siempre planifiqué cómo pagarlas. Sin duda, mi profesión también me ayudó a entenderlo. Me permito está autorreferencia sólo para ilustrar lo importante que es organizarse.
Algunas sugerencias. El éxito en las finanzas personales no llegará solo, es algo en lo que debemos trabajar. Lo principal es planificar: si se asume una deuda, hay que considerarla como un gasto fijo durante los meses o años comprometidos. Por otro lado, es fundamental que establezcamos metas y no que la vida consuma nuestro objetivos: debo conocer cuánto y en qué gasto, para saber cuánto debo producir, ya sea en un salario por un empleo y/o buscando fórmulas para generar el ingreso que me permitirá abordar mi presupuesto. Y siempre, siempre, saber que no importa cuán grande pueda ser mi sueldo, porque si no hay orden, no habrá ahorros.