Nacieron cuando Aylwin apenas asumía o cerca de esa fecha. Son abiertamente de izquierda gracias a la izquierda que los antecedió peleando de manera clandestina en un Chile sin democracia. Dicho de otro modo, nacieron libres y en el inicio del mejor Chile del que se tenga registro.

Sin embargo, decir que sea la mejor época no quiere decir que sea perfecta. La Izquierda PostNoventa comenzó a detectar las falencias del sistema y a llenar las calles y las discusiones para darle solución a esos diagnósticos.

Dada esa libertad de decir lo que piensan sin el riesgo de que por eso podrían morir o desaparecer, no dudaron en su momento de criticar a esa izquierda previa (incluida la Izquierda Estupenda), que mantuvo el sistema económico y algunas leyes orgánicas. Además, claro, la constitución con el número 1980 en su portada.

La Izquierda Postnoventa en el Estallido Social

Al no tener el relato épico de haber sacado a Augusto Pinochet del poder, la Izquierda PostNoventa (al menos gran parte de ella), vio en el Estallido Social de octubre la posibilidad de contar con una épica propia. Sin embargo, y a vista de las percepciones de hoy, eso no resultó.

Cayeron rápidamente en el error de narrar lo que ocurría como si se tratara de una nueva dictadura siendo que fue una crisis democrática. La más grande desde que Chile retornó a la democracia. Una crisis democrática con heridos, con ojos reventados, violencia y militares en la calle, pero no una dictadura.

Detestan a Javiera Parada, muchos de ellos son de colegio privado y tienen una colección de pañuelos de todas sus causas sin contar con un cajón que pueda ordenarlas a todas. Criticaron a Patricio Aylwin “por no haber hecho lo suficiente” (como si evitar otro golpe haya sido poco), Ricardo Lagos es un tema muy incómodo y creen que lo que se discute en X (exTwitter) es un fiel reflejo de la realidad.

Un relato que no se entiende

A pesar de todo, muchos miembros de la Izquierda PostNoventa llegaron a La Moneda con el relato político de su lado, pero rápidamente se fue diluyendo. Y esencialmente por sus propias palabras. Pues lo ejecutado no se condice con lo relatado antes. Sus publicaciones en redes sociales de cuando no estaban a cargo son un registro de aquello.

Sebastián Piñera pasó a ser un demócrata, muchas figuras de la izquierda que los antecedió y que criticaron ahora usan puestos de gobierno. Les iban a hacer un documental en Netflix que luego de los resultados constitucionales se decidió que mejor no. Tuvieron que inaugurar una estatua de Patricio Aylwin, la promesa del CAE tiene de todo menos claridad y Michelle Bachelet es mucho más buena onda de lo que fue para ellos antes.

Su relato épico del Estallido Social les dio los porcentajes y el protagonismo que necesitaban para llegar La Moneda, pero que perdieron con el triunfo del Rechazo. La Izquierda PostNoventa se ve enfrascada ahora en qué decir y qué relatar para así comenzar a pavimentar lo que será el legado.

El problema de ese relato no es que sea malo o que no exista, sino que no se entiende. Ante la pérdida del relato del Estallido Social y los procesos constitucionales, la Izquierda PostNoventa ha optado por explicar las cosas de manera recargada, a usar una cantidad de adjetivos innecesarios y palabras con significados que solo entienden ellos. Han optado por evocar simbolismos en vez de dar hechos que calmen a quienes en su momento vieron afectados por los problemas que detectaron hace tantos años.

Las razones de por qué gran parte de la Izquierda PostNoventa se expresa así puede deberse a un problema comunicacional solucionable. Pero también se puede deber a que no haya nada concreto que relatar. Lo cual, claro, sería terrible.