Lo hemos dicho de manera reiterada: la infancia vulnerada está en una profunda crisis. Quizás la más profunda en la última década. Sin embargo, pareciera ser que hoy ya no existe la prioridad que, en algún momento, a lo menos en el diagnóstico, gran parte de los actores públicos manifestaron. La niñez hoy sigue siendo invisible.
Hace poco la Defensoría de la Niñez presentó un informe que daba cuenta de un aumento sostenido en la victimización de niños y niñas en explotación sexual comercial infantil. Lo más grave es que contabilizó cerca de 300 denuncias al interior del servicio de Protección.
El informe solo da cuenta de los casos judicializados, los que son una fracción mínima comparada con las estimaciones del total de víctimas, que pueden superar las 6 mil. Todo, con una total escasez de oferta especializada, que apenas alcanza a cubrir menos de un 20% del total de cupos necesarios. Y no hay cambios sustantivos desde hace más de 15 años.
Peor aún, es que la oferta no cumple el estándar de calidad requerida para la rehabilitación y reinserción de las víctimas.
Niñez en el crimen organizado
En el intertanto, observamos como el crimen organizado está al acecho de la niñez. Niños son reclutados por bandas delictivas y hoy día uno de cada tres forman parte de esas organizaciones. Asimismo, ha aumentado de manera significativa la victimización de niños y jóvenes en tanto las cifras nacionales de homicidios disminuyen, aunque sea marginalmente.
El crimen organizado recluta a niños y jóvenes, y 6 de cada 10 que mueren en hechos delictivos lo hacen porque son protagonistas de ellos. El narcotráfico particularmente busca involucrar a niños y jóvenes para que las comunidades de las que son parte no colaboren con la autoridad y se logre su actuar de manera impune, en territorios donde finalmente el narco comienza a tomar el control y no existe de parte del Estado una respuesta eficaz y oportuna por retomar el orden público.
Hoy vemos como de la mano de drogas sintéticas más baratas y adictivas, el narcotráfico se democratiza entre los más jóvenes. En los hechos delictivos más violentos está presente la droga y el acceso a armas ha permitido que muchos jóvenes las utilicen normalizando altos niveles de violencia.
Carencias y deficiencias
La exclusión educativa no ha logrado revertirse de manera significativa y hoy se registran cerca de un millón de niños en ausentismo crónico, y más de 50 mil al año en abandono escolar.
Con un servicio de protección especializado descabezado, nos encontramos sin una solución real al crecimiento sostenido de listas de espera que triplican las que había en el año 2021.
Esto se hace también evidente en la falta de acceso a Salud Mental para más de 14 mil niños y jóvenes en grave riesgo de su integridad. El marco legal que nos hemos dado durante los últimos años para resguardar a la niñez no se ha expresado adecuadamente en las políticas públicas.
Trabas en la instalación de los servicios de protección
Vemos una extraordinaria lentitud en la instalación del sistema de protección integral a la niñez donde las oficinas locales en la práctica aún no cuentan con una oferta que garantice la protección administrativa. Aún no se completa, siquiera, el proceso de instalación de los equipos que debieran estar trabajando en coordinación, tanto con el servicio de Protección especializada como con el servicio nacional de reinserción juvenil.
Asimismo, las graves conclusiones a las que arribamos en la Comisión Investigadora de la implementación de “Mejor Niñez”, dieron cuenta de la débil supervisión de los procesos, de serios problemas en la acreditación de la oferta y en el rediseño de los programas con los estándares que el legislador definió.
Basta con señalar que, si bien existe una exigencia para la instalación de modelos de prevención de delitos, estos en la práctica no son materializados de manera adecuada y pertinente, por tanto, han sido incapaces de reducir vulneraciones de derecho que subsisten en la nueva institucionalidad.
Prueba de ello, es el crecimiento en las denuncias de explotación sexual comercial infantil al interior de las residencias del servicio de protección.
Infancia vulnerada: una profunda crisis
El otrora “Acuerdo por la infancia” parece haber perdido la fuerza y el sentido de urgencia que tuvo cuando el hoy presidente era parte de la iniciativa.
Hoy los niños mueren de manos del crimen organizado. Muchos de ellos presencian la muerte y victimización de sus padres. Otros lo hacen detrás de un “fierro” en una banda.
La violencia penetra donde los niños debieran estar protegidos. En la escuela ensayan para protegerse de balaceras, y frente a un narco funeral los padres deben renunciar al derecho de sus hijos a educarse.
No hay prevención social para fortalecer a la familia, la escuela y la comunidad. Tampoco hay orden público para poder llegar a esos espacios.
Si hoy no revertimos esta realidad vamos a estar hipotecando nuestro futuro, el de miles de familias y el de la Niñez que prometimos cuidar.