Si Los Gallegos son condenados, para ellos -que vieron nacer su organización dentro de las cárceles venezolanas- nuestras prisiones y su régimen no son intimidantes. Probablemente ya han evaluado los costos y beneficios de convertirlas en un nuevo y lucrativo mercado criminal. La cárcel se resignifica, no solo como un lugar de reclusión, sino como un verdadero centro de comando criminal. Este también es un desafío que demostrará nuestra resiliencia.
Probablemente, quien lea esta columna habrá escuchado acerca del crimen organizado o del Tren de Aragua. También es probable que haya leído sobre el inicio de un juicio muy interrumpido y complejo en Arica, en contra de una facción de esa organización criminal llamada Los Gallegos. Sin embargo, puede que esto se perciba como otra noticia más.
El difícil camino recorrido antes del juicio
En el transcurso de este juicio y hasta que conozcamos su sentencia final, podremos dimensionar, después de tantas palabras de autoridades y políticos, tantos expertos, tantas opiniones y acusaciones cruzadas, la verdadera capacidad de resiliencia del Estado chileno frente a la ya innegable penetración de peligrosas estructuras criminales y sus nuevas formas de operación.
Para llegar a este punto, un puñado de policías, fiscales y asistentes del Ministerio Público han tenido que recorrer un camino difícil y peligroso. Han debido ganar la confianza de víctimas y testigos provenientes de realidades donde la desconfianza hacia la policía y la justicia es total, sumada al miedo a las estructuras criminales que controlan territorios donde aún viven sus familias, además de un desconocimiento del sistema procesal garantista chileno.
Estos policías y fiscales han debido levantar pruebas que no solo sustenten una acusación, sino también que convenzan a los jueces para que no tengan ninguna duda razonable. En ese trayecto, estos servidores públicos han sido amenazados, amedrentados, han tenido que luchar con trabas burocráticas, egos y rencillas internas, y han arriesgado su seguridad y la de sus familias, y eso no cambiará en la etapa que viene.
Cómo operaban Los Gallegos en Arica
Los Gallegos operaban principalmente en Cerro Chuño, en Arica, un lugar eufemísticamente llamado ‘asentamiento precario’, donde no hay presencia estatal. Esta era su base, donde habían acondicionado recintos para actividades criminales brutales. Aquí se descubrieron los cadáveres de tres hombres enterrados bajo capas de cemento, que habían sido sepultados vivos tras ser sometidos a torturas atroces. Además de estos crímenes, se responsabiliza a la estructura de otros cuatro homicidios y se sospecha que hay más víctimas, incluyendo algunos de sus propios integrantes, que podrían estar enterrados en el desierto chileno o en Perú.
Los criminales adscritos a los Gallegos extorsionaban y explotaban sexualmente a mujeres en las calles de Arica y en dos clubes nocturnos que también servían para lavado de activos.
Traficaban drogas, realizaban tráfico de personas, controlaban pasos irregulares y dominaban múltiples otros mercados criminales. Sus millonarias ganancias eran registradas en cuadernos contables; 12 de esos cuadernos fueron encontrados y estudiados en la investigación, evidenciando ingresos mensuales millonarios, parte de los cuales se enviaba a Tacna (Perú) mediante diversas estrategias, contribuyendo así a la ‘causa’ del Tren de Aragua y demostrando su condición de crimen organizado transnacional.
Lo que hay que observar
La investigación del Ministerio Público, obstaculizada por creíbles y serios actos de intimidación y amenazas de muerte dirigidas a policías y fiscales, así como por filtraciones de información sobre testigos protegidos atribuidas a fallos judiciales y a jueces reticentes a participar en el próximo juicio oral, reveló un patrón de violencia e intimidación brutal usado por el Tren de Aragua para someter completamente a sus víctimas, muchas de ellas atrapadas en un ciclo de pobreza, marginalidad, desesperanza y migración irregular.
Durante el juicio, no solo conoceremos cómo operaba esta facción, sino también cómo se articula.
Observaremos si las defensas están más interesadas en probar la inocencia de sus miembros o en conseguir que sean recluidos juntos en el mismo centro carcelario.
La estructura criminal también estará atenta al juicio, identificando sus debilidades y, posiblemente, esto impulse la búsqueda de responsables. Es probable que intenten intimidar a los testigos, fiscales o incluso obstaculizar el juicio, ya que el crimen organizado, -que se fortalece dentro de las cárceles-, desafía constantemente al Estado.
Resiliencia a prueba
Mientras tanto, analizaremos si el Cerro Chuño y las operaciones de esta organización han sido debilitadas o si han sido recuperadas, lo que nos ayudará a entender si el Estado está ganando la guerra o simplemente una batalla de muchas que aún debemos enfrentar.
En unos meses, cuando se emita la sentencia, el dictamen de los jueces y el criterio aplicado nos ayudará a comprender mejor nuestra resiliencia, porque los Gallegos o el Tren de Aragua no son las únicas estructuras del crimen organizado internacional que amenazan a Chile. Además, nuestra delincuencia común también está evolucionando, ambos adoptando estrategias de violencia brutal para fortalecer su presencia o sus marcas.
Si Los Gallegos son condenados, para ellos -que vieron nacer su organización dentro de las cárceles venezolanas- nuestras prisiones y su régimen no son intimidantes. Probablemente ya han evaluado los costos y beneficios de convertirlas en un nuevo y lucrativo mercado criminal. La cárcel se resignifica, no solo como un lugar de reclusión, sino como un verdadero centro de comando criminal. Este también es un desafío que demostrará nuestra resiliencia.
Esto es lo que estamos discutiendo: cómo en este juicio el Estado demostrará, en su conjunto, nuestra verdadera determinación y resiliencia ante el crimen organizado.
La sociedad debe permanecer vigilante. Lo que se revelará en el juicio de los Gallegos es solo una instantánea del Tren de Aragua tomada hace dos años; indudablemente, las dinámicas criminales han evolucionado desde entonces y también aprenderán de nuestra respuesta como país.
La respuesta de nuestro Estado será la sentencia del juicio, más allá de policías, fiscales y jueces este es un tema que involucra a toda nuestra sociedad. Una sociedad bien informada y consciente de los riesgos puede aportar a la resiliencia del Estadio y exigir de sus autoridades las respuestas adecuadas.