Ayer en la Catedral de Rancagua, un amigo me comentó: “nunca pensé que te golpearía tanto la muerte del presidente Piñera”. Y me ha dado mucha vuelta, porque además de la distancia generacional, no tuve el honor de ser parte de su Gobierno, pero sí me tocó defenderlo con fuerza desde el Parlamento en los duros tiempos del estallido social y de la pandemia del COVID-19.
He llegado a la conclusión de que más allá de una amistad o una cercanía personal, el dolor mío y de muchos proviene de un reconocimiento de un liderazgo excepcional. Ese dolor que emerge de esos muchos recuerdos, donde me brota especialmente un llamado que me hizo en plena negociación del “Acuerdo por Chile”, cuando recibíamos críticas duras e implacables desde ciertos sectores de nuestras filas. Y él me decía: “Siga adelante, porque Chile está primero. El tiempo le dará la razón.”
Ese sentido de trascendencia y visión de futuro, además del coraje para sobreponerse a las incomprensiones pasajeras, me marcó definitivamente.
Comencé a repasar las veces que conversamos y su trayectoria como Presidente de Chile y me di cuenta de que lo que estábamos perdiendo era un líder de una magnitud distinta a lo que acostumbramos en nuestro sector.
Un líder que nos demostró que la derecha podía ganar y gobernar nuestro país, mostrándole además a nuestros adversarios la humildad de la alternancia en el poder.
Un líder que nos marcó a fuego en el amor por Chile, en la importancia de la familia, en la defensa de la vida, en el compromiso con los adultos mayores y con los niños en que la democracia es ver a los que piensan distinto como contradictores, no como enemigos.
Una lección de patriotismo, democracia y compromiso con los que sufren
En la ausencia del rencor, después de todo lo que había pasado y de tantos sinsabores y amarguras que los que estamos acá conocemos de cerca, ¡llamó al Presidente Boric para apoyarlo en la gestión de la crisis de los incendios! ¡Estaba gestionando equipos de apoyo! ¡De ese liderazgo estamos hablando… Una lección de patriotismo, democracia y compromiso con los que sufren.
Luego, una breve reflexión sobre su inesperada muerte. Siempre me impactó el sentido de trascendencia del Presidente Sebastián Piñera. Su permanente referencia a Dios y a la historia. De darle sentido a las cosas, más allá de lo inmediato y de lo aparente. Y me hice la pregunta: ¿qué sentido tiene que este triste acontecimiento ocurra en este minuto de nuestra vida nacional? Y a aventuro a afirmar, que el sentido más profundo, es el de ser un punto de inflexión en nuestra vida social y política.
Un sentido de democracia, abandonando este incesante combate entre posturas irreconciliables, que han sido apabulladas por los miles de chilenos que han salido a reconocer y homenajear al Sebastián Piñera demócrata, moderado, conciliador y componedor.
El legado de Presidente Piñera y lo que ha despertado en Chile será la lápida definitiva al octubrismo y su empeño incesante por la violencia y la refundación. El sentido de democracia que imperó en los trágicos días del estallido social encuentra hoy su consolidación y su revancha.
Luego, un sentido de urgencia y de rigor en la gestión pública. El Presidente Piñera era un devoto incansable del trabajo bien hecho, porque en el fondo sabía que detrás de cada decisión, había familias chilenas sufriendo y depositando granos de esperanza. Como lo saben los 33 mineros. Como lo saben los miles de chilenos que vieron salvadas sus vidas en la pandemia o reconstruidas sus casas después del terremoto. Como lo saben los niños que se han beneficiado de los liceos bicentenario o los adultos mayores que han recibido la pensión garantizada universal.
La eficiencia es una forma de amor por Chile y por los que más lo necesitan. Sentido de urgencia y de hacer bien la pega, de rigor en la gestión pública.
Y tercero, un sentido de unidad. De buscar la confluencia antes que la división. El diálogo antes que el conflicto. Saber que la defensa de las ideas no es sinónimo de agresividad ni de superioridad moral. ¡Que tarea nos deja como sector político, reflejada en la pregunta de cómo hacemos para construir unidad en la diversidad, con cohesión y coherencia! Pienso que un legado será el que volvamos a creer en un proyecto político con raíces claras en la derecha y, al mismo tiempo, vocación de mayoría y capacidad de dar estabilidad y sustentabilidad.
Termino enviándole un cariñoso abrazo a Cecilia, a sus hijos, a sus familiares y a sus amigos. Y también un reconocimiento a los miles de representantes de ese Chile silencioso, trabajador, familiar y profundo que ha concurrido en todas las partes del país a darle las gracias al líder y Presidente, Sebastián Piñera Echeñique.
El mismo que decía: “Y le quiero pedir a Dios que nos dé a todos la sabiduría, la prudencia, el coraje para liderar a nuestro país como Uds. se lo merecen, como Chile se lo merece.”
Presidente Piñera: muchas gracias por mostrarnos a las nuevas generaciones y a todos los que orgullosamente dedicamos la vida a la política esta forma de servicio público. Nuestro homenaje será trabajar incansablemente por esa libertad, esa democracia, esa solidaridad y ese Chile por el que usted tanto luchó.
Muchas gracias Presidente, descanse en paz.