¿Cómo esbozar el camino recorrido para acercarme y posteriormente alejarme de la militancia en el partido Republicano? En este ejercicio puedo resumir el proceso como cualquier relación entre personas que se atraen al conocerse, en general por intereses y visiones comunes, para luego de un tiempo, darse cuenta que no son del todo compatibles.
En mi caso, coincido con Republicanos, por ejemplo, que, dado el escenario de constante deterioro de nuestro país, el que vemos reflejado en el aumento diario de la delincuencia, la imparable migración irregular o la caída libre de la economía, resulta de manera urgente dar un golpe de timón para salvar a Chile de precipitarse al barranco.
También coincido en que el mejor capitán para este barco no es precisamente el actual artífice de este descalabro, me refiero al señor presidente Gabriel Boric y toda su comitiva. En definitiva, estimo que la cantidad de cosas que nos unen son muchas más de las que nos separan.
Sin embargo, como en toda relación hay cosas que a uno le molestan, pero que puede convivir con ellas, y otras que hacen la relación inviable. Una de las razones de mi alejamiento, fueron las concesiones del partido en el último proceso constitucional, entendible si lo que se quería era presentar un texto transversal, pero que en mi opinión lo volvían simplemente intolerable.
Las diferencias que asomaron con la propuesta constitucional
En consecuencia manifesté mi opción en contra, pero respetando siempre las indicaciones del presidente Arturo Squella, que me pidió abstenerme de participar de ese proceso y que finalmente cumplí a cabalidad.
El partido Republicano debió aceptar los 12 bordes definidos políticamente de manera previa, por lo que accedió además a consagrarlos constitucionalmente. De manera tal, también se establecían en la propuesta constitucional: Los derechos colectivos indígenas; los derechos sociales progresivos, que a la larga implican una mayor carga tributaria; la paridad de género de salida, que introduce la mano en las urnas, torciendo la voluntad del soberano, además de consagrar la obligación del Estado de intervenir en toda la sociedad para generar situaciones paritarias.
Finalmente, se introdujo también el concepto de igualdad sustantiva, que en mi opinión es enemiga y contraria a la igualdad ante la ley.
Todo esto solo por mencionar algunos puntos intransables, que el partido Republicano estuvo dispuesto a ceder para abrirse a un acuerdo con la centro izquierda, abandonando principios primordiales de quienes somos de Derecha.
Por otra parte, y si bien, como expresó José Antonio Kast en una entrevista, los diputados no son dueños de las comisiones, con lo que concuerdo, debo señalar que mi labor en Defensa y Gobierno Interior se caracterizó por una incisiva, constructiva y muy profesional participación. Tengo el absoluto convencimiento de haber dado todo lo mejor de mí, apoyado por un excelente equipo de asesores muy técnico y profesional.
Una opinión que comparte el presidente de la Comisión de Defensa, diputado Francisco Undurraga (Evópoli), quien en la última sesión de dicha instancia reconoció públicamente la vehemencia de mis argumentos y mi compromiso con la patria demostrado en cada una de mis intervenciones, esto pese a que en muchas ocasiones teníamos opiniones diferentes respecto al proyecto de Ley en tramitación.
Alejarme de las comisiones de Defensa y Gobierno Interior, en las que había concretado importantes avances, de la forma que se hizo, me colocó en una situación en la que uno difícilmente puede contar hasta diez y pasar el trago amargo. Al final de la jornada, te preguntas si el camino que estabas recorriendo junto a Republicanos tenía futuro producto de las desavenencias, para mí la respuesta fue no.
Esto exige, claro, un proceso de reflexión y cuyas conclusiones me llevaron a tomar mi decisión. Buena o mala, pero es mi decisión y me hago responsable de ello. En todo este corto andar por el muchas veces pedregoso camino de la política, uno debe permanecer fiel a sí mismo. Lo que te convence, te mueve y eso me impulsa y me da mucha fuerza para continuar trabajando por mi patria.
En esto no hago cálculos políticos de conveniencia, de hecho, muchas personas me dijeron que no lo hiciera y me dieron diversos motivos para no renunciar al partido. Pero si hay algo que me enseñó mi padre, es que no necesariamente porque todos piensen, digan o hagan tal o cual cosa, significa que está correcto. Uno debe actuar en la vida por el convencimiento que te dan tus valores y principios, eso es lo que te permite ser honesto contigo mismo y a la vez con los demás. Así puedo caminar con la frente en alto por la calle y me puedo mirar al espejo por las mañanas.
Considero que toda relación que comienza bien, como fue mi caso con el partido Republicano, puede y debe terminar bien. La relación con los demás diputados, más allá de las naturales, saludables y legítimas diferencias que hayamos podido tener, fue siempre dentro del marco de la cordialidad y camaradería.
De manera que separar caminos, no significa enemistad, sino todo lo contrario, podremos lograr una mayor sinergia desde otra modalidad de trabajo en pos de los objetivos que nos unen.
Trabajar por Chile y su gente es el motivo que debería obligar a todo político. Servir a la cosa pública y no servirse de ella, es lo que necesita y espera el pueblo de Chile y no pretendo hacer otra cosa.