El 11 de diciembre del año 1863 nació en Estados Unidos, en Dover, Delaware, uno de los más grandes astrónomos del primer tercio del siglo XX. Se trata de Annie Jump Cannon que nació en una familia de clase media acomodada.

Su madre Mary Jump le enseñó muchas cosas y la motivó, entre otras cuestiones, con el cielo. Le mostró las constelaciones, observaron juntas el cielo cuando era muy pequeña y la instó a que estudiara, cosa que en esos años no era muy usual para una mujer.

Con dicha educación familiar ella hizo su estudio en Wilmington Conference Academy, en Dover. Posteriormente ella entró a la Universidad a estudiar física y astronomía, fue al Wellesley College, en Massachusetts, que era una universidad solo para “señoritas”.

Annie tuvo un excelente rendimiento académico y finalmente se tituló de Bachelor en física y astronomía en un lugar sobresaliente, fue la primera de toda su generación. Ella regresó por una década a Dover, y viajó por el mundo.

Al morir su madre Annie retomó contacto con su profesora en Wellesley College y afortunadamente, el destino la puso en contacto con la gente del Harvard College Observatory, que dirigía Edward Pickering.

Pickering estaba reclutando mujeres para que se dedicaran a analizar los datos que tomaban tanto en el norte, como en el sur – tenían una estación astronómica en Arequipa, Perú.

Con esta idea en mente, Annie se incorporó al Observatorio y más o menos en esa época, alrededor de los 30 años, sufrió una enfermedad que la obligó a un largo período de recuperación por casi un año. Desgraciadamente, como una secuela, ella quedó prácticamente sorda.

Era la escarlatina, una enfermedad que normalmente nos dan cuándo somos niños, pero que si tenemos la mala suerte que nos de siendo adultos puede ser muy grave.

Su amor por las estrellas

Lo anterior no mermó el interés de Annie por la astronomía, pero la hizo menos sociable; estaba totalmente embarcada en la disciplina y trabajaba muy intensamente.

En el observatorio de Harvard había varias mujeres, como una docena, entre otras Miss Henrietta Leavitt, Antonia Mauri y Williamina Fleming, que eran tres de las más famosas del grupo. Annie Cannon hizo un Master of Science en astronomía en la Universidad de Radcliffe, cercana a Harvard, y obtuvo su grado en 1907.

Ella ya trabajaba en el Observatorio desde 1896. El gran proyecto de Harvard, el catálogo estelar Henry Draper, lo encabezaba Williamina Fleming. Al fallecer ésta, en 1911, Annie Cannon quedó a cargo del proyecto.

El proyecto del catálogo Henry Draper consistía en hacer un catálogo de todo el cielo clasificando todas las estrellas hasta magnitud nueve; hasta magnitud seis en el cielo hay aproximadamente unas 6.000 estrellas (todas las estrellas visibles a ojo desnudo).

Hasta magnitud nueve, que son tres magnitudes más débiles, que corresponde a un factor de 16 en brillo, hay del orden de 300 mil estrellas en el cielo.

El catálogo Henry Draper era un proyecto enormemente ambicioso para la época y efectivamente contiene del orden de 300 mil estrellas. Fue entregado en distintos volúmenes por más de treinta años.

Una trabajadora excepcional

Annie Cannon era una trabajadora tan laboriosa que en tres horas era capaz de clasificar 200 estrellas que venían a ser algo así como tres estrellas por minuto, un promedio realmente asombroso.

Ella miraba al microscopio placas fotográficas donde estaban fotografiados los espectros de cientos de estrellas, y ella iba con el microscopio mirando y dándole una clasificación.

Williamina Fleming y Antonia Mauri inventaron una clasificación con letras, que eventualmente Cannon corrigió para hacer de la clasificación una secuencia de temperaturas.

La clasificación por temperatura superficial de las estrellas las ordena, desde las más calientes hasta las más frías con las letras O, B, A, F, G, K y M. Cada una esas letras las subdividen en 10 tipos a las estrellas, asignándoles un número del cero, 1, hasta el 9. Por ejemplo: F4, G2, K5.

Annie Cannon finalmente se acogió a retiro en 1940, a la edad de 77 años. Siguió yendo al Observatorio, pero desgraciadamente falleció en 1941, después de una breve enfermedad.

Fue, como decía, una trabajadora muy abnegada que fue reconocida por su trabajo extraordinario. Era una labor muy difícil, uno de los desafíos más relevantes para construir un catálogo es que se va hacer una apreciación visual de una propiedad.

Lo más importante es mantener un estándar, una uniformidad, y que no vaya a ser cosa que lo que en el tomo uno del catálogo se dice que hay una estrella A5, y en el tomo 12, a otra igual, se la llame A7. Por eso el trabajo de Annie era muy complejo y sus resultados extraordinarios.

Un gran legado

Annie Cannon recibió diversos reconocimientos, obtuvo los doctorados Honoris Causa, entre otras, de la Universidad de Oxford. Se le otorgó la calidad de miembro de la Royal Astronomical Society del Reino Unido y muchos honores más.

En la actualidad hay un premio que lleva su nombre, otorgado anualmente a una mujer astrónoma en Estados Unidos. Más allá de haber sido una mujer muy destacada, yo la considero también una de los mejores seres humanos de los años 20 y 30, y su contribución a la astronomía fue enorme.

Ella fue uno de los mejores cerebros trabajando en astronomía a comienzos del siglo XX. Por ello hay que recordarla ahora que se cumplen 160 años de su nacimiento, precisamente porque es un modelo a seguir para cualquier mujer joven que se quiera acercar a la ciencia.

Ella tuvo de una tenacidad extraordinaria y reitero, tenía una limitación no menor que prácticamente la hizo estar fuera de todos los contactos sociales, ella no se casó, no tuvo hijos y consagró su vida a la astronomía. Recordemos a la gran Annie Jump Cannon.