¿Cómo sería la vida de ustedes sin sus amigos? La mía, enormemente fome, sin ese vínculo tan desinteresado y espontáneo que se da entre las personas. Es una cosa curiosa, porque a veces ni siquiera hay temas o intereses en común, simplemente una conexión que parte con un simple ¿Me puedo sentar aquí? o ¿cómo te llamas?. Es mágico y se da a cualquier edad. La RAE, la define de la siguiente manera: “afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”.
He pensado en este concepto durante los últimos días, tras la muerte de Matthew Perry. Su participación en “Friends” como el gran Chandler Bing, lo elevó a una categoría de la que no teníamos conciencia, hasta ahora. Todos, los 6 miembros del elenco, entraron con sus personajes a nuestras casas y más aún, me atrevo a decir que a nuestras rutinas.
“La vida es un capítulo de Friends”, solemos comentar siempre con mis, citando a Serrat, malas compañías. Su muerte fue demasiado impactante. Una generación completa que lloraba su partida, sin haber tenido una gran carrera cinematográfica. Tampoco fue foco de la prensa rosa, bueno a ratos, pero nada comparado con otras celebridades. Entonces… ¿Por qué nos dolió la muerte de Chandler? Mi conclusión: porque era un amigo. Y he ahí el éxito de la serie.
“Friends”, es lo que es por un conjunto de cosas: buen guión, una excelente selección de reparto, momentos épicos, grandes personajes, locaciones inolvidables y Phoebe. Pero más allá de todo esto, el gran mérito es construir una historia en base a esa familia que elegimos y que nos sostiene en el camino. El lugar donde reímos, lloramos y vamos formando nuestra historia.
Una mano amiga siempre estará disponible para ayudarte y a veces, sí, golpearte con la realidad. En la serie, encontrábamos a la amiga loca antisistémica, el de la sabiduría popular, la que cree en el amor, el soberbio intelectual sabelotodo y la más popular del curso. Ah, y el gracioso y tierno a la vez, Chandler.
Cuando Serrat habla de sus amigos en la canción anteriormente citada, “Las malas compañías”, los describe como atorrantes, insolentes, viciosos, lo peor de lo peor. “Cuídate mucho Juanito, de las malas compañías”, le dice su madre. Pero al final, con total orgullo cierra la canción describiéndolos como “sueños imprevistos, que acuden cuando saben que yo espero, si les roza la muerte disimulan, que pa’ ellos la amistad es lo primero”. No se exige que sean perfectos. Nadie lo es. A los amigos se les quiere por estar en las buenas y en las malas.
La duración de una amistad está entregada a los vaivenes de la vida, porque como todo, es un asunto frágil. En cualquier circunstancia, esta pérdida, es una experiencia dolorosa, un duelo complejo. Por eso, cuando te acompañan en el camino por mucho tiempo, es una gracia.
Cuando un amigo se va, decía Alberto Cortez, “una estrella se ha perdido”. Y ese vacío, por increíble que parezca, lo sentimos cuando supimos la noticia de Perry. Y creo que en esta ocasión, la explicación no pasa sólo por su fama o reconocimiento, que normalmente conmueve especialmente a los fanáticos, esto se entiende por el simple hecho de que Perry le dio vida a uno más del grupo que tantas risas nos provoca hasta el día de hoy y que ayudaron, en muchas ocasiones a superar los dramas de la realidad, que tal como indica la regla, superan a la ficción.
No hay fracaso en esta vida, ni pena, desamor o frustración, que no pueda ser superada junto a la compañía de un amigo.
C.S. Lewis, en su libro “Los cuatro Amores”, señala que la amistad como concepto, es ignorada por el mundo moderno. Dice que para los antiguos “la amistad era el más feliz y más plenamente humano de los amores, la coronación de la vida y la escuela de la virtud”. Además agrega que no debe ser considerada como mera diversión, o como algo que “rellena los resquicios de nuestras horas”. Señala en su análisis que para los más antiguos, la amistad era casi un acto anti-natural… no es que la naturaleza humana necesite de ella para subsistir. “De todos los amores, este era el único que parecía elevarnos al nivel de dioses y ángeles”. Me atreveré a decir, sin prudencia alguna, que a este señor, uno de los más brillantes escritores de la humanidad, le habría encantado ver “Friends”.
Ejemplos en la literatura y el cine de este afecto desinteresado tenemos un montón. Porque aunque veían el mundo con prismas muy distintos, Mafalda tenía a Susanita. Woody encuentra a Buzz Lightyear. Quién es Forrest Gump sin Bubba o Marty MacFly sin el Doc.
Adiós, Chandler Bing. Gracias por hacernos creer y reflexionar siempre en la amistad.