Un grupo de funcionarios del Cesfam Padre Vicente Irarrázaval en Estación Central, ayudó a un pequeño perro huérfano que se quedó a vivir en el recinto asistencial luego de que su dueño falleciera. Esta es la historia del “Hachiko Chileno”, un perro de entre 2 a 5 años que sigue esperando incansablemente a su dueño día y noche bajo un banco.
En conversación con BioBioChile, María José Riveros, quien realiza tomas del examen PCR en el Cesfam, relató las peripecias que tuvo que pasar “Hachi”, quien actualmente se encuentra en el veterinario.
“Este perrito llegó hace dos semanas al Cesfam siguiendo a su dueño quien lamentablemente falleció. Desde ahí empezamos a ver que el perrito hacía rondas, aparecía, miraba si estaba su dueño y se iba. Andaba en las calles desorientado siempre buscándolo”, afirmó la funcionaria.
Al verlo llegar cada día al centro de salud, donde se quedaba durante horas o incluso pasaba la noche; el grupo de trabajadores decidió darle comida, sin embargo a pesar de los intentos él se negaba.
“Es normal ver pacientes que lleguen con sus mascotas (…) Pero él nos llamó la atención, era diferente“, sostuvo.
Este miércoles, que también se celebra el Día Internacional del Perro, quienes ayudaron a Hachiko decidieron hacer publica su conmovedora historia a través de redes sociales para encontrarle un nuevo hogar, la que tuvo un gran alcance.
“Hachi” en el veterinario
La noche del pasado martes “Hachi” fue agredido, sin embargo, aún no se sabe si fue a causa de un golpe o de un impacto vehicular por lo que fue trasladado hasta una veterinaria con la ayuda de la Municipalidad de Estación Central.
A raíz de lo anterior, afirmaron que “le costaba moverse (…) Estamos viendo cómo responde porque le costaba mover sus patitas de atrás. Mañana será un día crucial para Hachiko, ahí sabremos si necesitará alguna necesidad especial”.
Según los resultados preliminares la lesión que mantiene “Hachi” sería seria, por ello, quienes se están haciendo cargo de la mascota en conjunto con la Fundación SuperCan quieren asegurarse que esté en buenas condiciones para que una familia lo adopte.