En el décimo tercer aniversario del Transantiago, el Ministerio de Transportes desistió de su anhelo por terminar con ese sistema y apuesta a renovar solo el 80% de los buses hacia el final de la administración.
Hasta ahora, casi 1.000 máquinas se han incorporado al servicio con el denominado estándar Red.
Hoy 10 de febrero se cumplen 13 años desde que el Transantiago debutó en plenitud como principal sistema de transportes en la capital, modelo ideado por el gobierno de Ricardo Lagos e implementado por en el primer mandato de Michelle Bachelet.
El proceso de renovación comenzó hacia fines del 2005, cuando de manera paulatina las nuevas máquinas fueron reemplazando a las llamadas micros amarillas. De hecho, ambos sistemas alcanzaron a convivir poco más de un año.
El entonces presidente Lagos comprometía la mayor modernización del transporte público en la historia de Chile y destacaba las características de los buses: orugas, con acceso universal, color distinto, método de pago a través de una tarjeta y tableros electrónicos.
Pese a las altas expectativas, sería a partir de febrero de 2007 cuando se pondría en marcha el nuevo sistema. Hubo varias advertencias que apuntaban a que no estaba listo para debutar.
El exfutbolista Iván Zamorano fue quien encabezó la campaña publicitaria del Transantiago y en varias entrevistas posteriores reconoció sentirse engañado.
El inicio y fracaso
De la noche a la mañana cambiaron todos los recorridos, la frecuencia de buses era baja, los mapas inentendibles, debían realizarse transbordos entre dos o mas servicios, y los usuarios fueron los principales afectados.
La gente buscó alternativas y así fue como el Metro debió amortiguar las consecuencias de los que algunos calificaron como “la peor política pública del siglo”. El tren subterráneo -ese año 2007- empezó a transportar hasta siete pasajeros por metro cuadrado en hora punta.
El fracaso del Transantiago era indiscutible y en el Gobierno lo asumieron. Apenas un mes después de la puesta en marcha, la entonces presidenta Bachelet removió a su ministro de Transportes, Sergio Espejo, y designó en ese cargo a René Cortázar.
Por entonces, ya se hablaba de renovar el sistema, después de que el propio Cortázar reconociera que no había logrado normalizar el servicio.
La intención de cambiar el Transantiago se fue postergando y recién se retomó el 2016, cuando ya los contratos más antiguos se acercaban a caducar, por lo que el Ministerio de Transportes debió acelerar el proceso.
Quien encabezaba la cartera, Andrés Gómez Lobo, adelantaba las exigencias que habría para los nuevos buses. Esa licitación no alcanzó a concretarse y una vez que Gloria Hutt asumió como titular de Transportes, declaró desierto el concurso.
La idea inicial del actual Gobierno era por fin terminar con el Transantiago. Incluso, apostaban a que el aniversario anterior fuese el último. Sin embargo, el sistema sigue funcionando.
El subsecretario de Transportes, José Luis Domínguez, aclaró que el anhelo de la cartera es renovar solo el 80% de los buses al nuevo estándar Red.
Hay 996 buses nuevos en el Transantiago, eléctricos y ecológicos. Con la suspendida licitación deberían renovarse 2 mil máquinas en total. El Gobierno espera reingresar antes de marzo las bases para adjudicar a las empresas proveedoras de los buses a la Contraloría.