Conmoción causó la muerte de dos adultos mayores tras conocerse que su deceso habría sido pactado debido a las condiciones que estaban viviendo: solos y enfermos.

En primer momento la noticia fue tratada como un posible homicidio frustrado y posterior suicidio, luego que vecinos avisaran a Carabineros de dos disparos en la vivienda que compartían en Conchalí.

Al llegar al domicilio, los uniformados encontraron a la mujer agonizando con un disparo en la cabeza y a su marido muerto, también con un impacto de bala.

Al día siguiente a este episodio la mujer murió y empezó a conocerse la hipótesis de un posible acuerdo entre ellos para morir.

Según informó La Tercera, ambos se conocieron a fines de los años 50, cuando él se desempeñaba como taxista y ella como asesora del hogar, casándose en 1963, año en que arrendaron una casa cercana a avenida Independencia.

Su vejez los pilló sólo con un familiar cercano, un sobrino que los visitaba de vez en cuando, ya que no tuvieron hijos.

Cuando llegó la ambulancia al domicilio de Jorge Olivares Castro (84) y Elsa Ayala Castro (89), uno de sus vecinos que trabajaba en un taller cercano no se alertó, ya que usualmente llegaba una para atenderlos en el hogar.

Elsa padecía cáncer de colon ramificado y úlceras varicosas, que la mantenían postrada hace más de dos años, entrando además en la primera etapa de demencia senil.

Jorge en tanto, tenía problemas en su postura debido a una hernia lumbar y llevaba semanas con malestares asociados a una neumonía.

El sobrino que se preocupaba de ellos, Alan, decidió que Elsa -que había empezado a usar pañales- fuera internada en un asilo.

Su marido calculó que podían pagar la residencia de Elsa si sumaban ambas pensiones, mientras que él vendería la casa que habían adquirido para costear sus gastos.

Si bien el traslado de Elsa estaba programado para el viernes, su marido pidió un día más y al día siguiente realizó los dos disparos.

Una paramédica que los conoció en 2017 se convirtió en su principal soporte, visitándolos y ayudándolos fuera de su horario laboral, incluso con realizar las compras.

Ella fue a desayunar con ellos esa mañana. Más tarde, su sobrino llegó a acompañarlos a la hora de almuerzo.

“No vamos a seguir molestando después de muertos”, decía Elsa que junto a su marido tenían listos los trámites para la cremación de ambos en el Cementerio General.

Suicidio en adultos mayores

De acuerdo a datos de una investigación de 2017 del Centro UC de Estudios de Vejez y Envejecimiento, la tasa de adultos mayores que se suicida es de 13,6 casos por cada 100 mil habitantes, lo que ubica a Chile como el país con la tasa más alta del continente.

Según esta investigación, quienes optan por el suicidio son personas mayores de 80 años, con alto porcentaje de efectividad ya que de los intentos uno de cada cuatro muere. En contaste, en los jóvenes sólo uno de cada 200 consigue su muerte.

En diversas ocasiones la pareja había advertido de forma serena que partirían juntos, lo que hicieron tras 55 años de matrimonio.

Uno de los enfermeros del Cesfam que los conoció en las rutas de pacientes postrados, y que siguió visitándolos incluso fuera del trabajo, relató que en el hogar no había miseria, detallando que tenían de los implementos necesarios para vivir y la higiene del lugar. Lo que faltaba, advirtió, era una razón para seguir viviendo.

“Me duele lo que pasó, porque la vida no es injusta. El ser humano es injusto. Llegar a una situación así, estar abandonados. Por un acto de amor, por no separarse, hicieron esto“, explicó.