La Corte de Apelaciones de Santiago decretó el pasado jueves la libertad del sargento Héctor Palma, miembro de Gendarmería que fue formalizado por las torturas recibidas por dos ecuatorianos acusados del homicidio a palos de Margarita Ancacoy en Santiago.
Palma, cuya prisión preventiva provocó un movimiento que casi terminó en un paro nacional de gendarmes, conversó con El Mercurio sobre cómo ocurrieron los hechos el pasado 20 de junio en el penal de Santiago I.
Según su relato, el sargento se dio cuenta a eso de las 13:40 de lo que estaba ocurriendo en el módulo 11, unidad que estaba a su cargo cuando un grupo de internos golpeó, rapó y aplicó electricidad a Jhonatan Chávez y Cristián Romero.
El gendarme afirmó que llegó a eso de las 12:05 al módulo, y le dijo a su colega que fuera a almorzar ya que entre 12:00 y 14:00 horas son las más tranquilas, según su experiencia. Sin embargo, entre esas dos horas ocurrieron los hechos.
Así, Palma quedó vigilando desde una “pecera” los patios de los módulos 11 y 12, donde habían 200 y 80 reos respectivamente. Allí miraba la actividad de los internos “en medio de un ruido ambiente permanente, entre el boche de los internos, la música que la ponen a todo volumen y el ingreso de gente a la zona”.
Sin embargo, en un momento el ruido fue distinto.
“Como veinte para las dos de la tarde levanto mi cabeza y escucho un boche que superaba al ruido de la música. Miro y veo un tumulto en medio del módulo 11. Me paro, las llaves están colgadas. Pesco las llaves de la reja del módulo 11, me voy al acceso, abro la puerta de acceso al patio, dejo la puerta de acceso al patio abierta… Eso fue todo muy rápido. Llegar ahí fueron segundos. Me acerco a la turba y cuando voy llegando, veo que unos 50 gallos están pateando a un interno. Patadas en la cabeza, en la espalda, donde llegara. Pero le buscaban la cabeza. Cuando me logro meter bien dentro de la turba, me doy cuenta de que son dos internos a quienes están pateando. Esa acción, en otro módulo, hubiera sido para mí impensable, porque antes de que avanzara me hubieran metido así una lanza (hace un gesto para dimensionar su tamaño) y me lanzan para afuera. Pero aquí me conocen y, de algún modo, me respetan”, declaró al citado medio.
Ante la consulta de por qué dejó la reja abierta, respondió que “las otras rejas estaban cerradas así que no podrían escapar. Lo que correspondía ahí era que yo pescara la radio y llamara a refuerzos. Pero si llamo a refuerzos pierdo 10 a 15 minutos esperando a que lleguen. Y en 10 o 15 minutos, a esos gallos los matan. ¿Me entiende?”.
“Me meto a la turba. Mi reacción fue ir empujándolos para levantarlos, en medio de las patadas. No podía llevarlos de a uno porque descuidaba al otro, así es que los empujaba, nunca pude tenerlos juntos, un empujón levantándolos, dos, tres, hasta que logré sacarlos. Salieron los dos chocando con las murallas, y los internos todos se achoclonaron en la reja. Saqué a los dos y los metí en una pieza donde los cerré con reja. Y escuché el primer ‘gracias’ de uno de los dos. Me devolví y recién cerré la reja. ¡Ufff, terminé!”, continuó su relato.
Tras sacarlos del patio, Palma revisó cuál era el estado de los ecuatorianos: “Les hago un chequeo visual y lo primero que veo es que tienen ‘carita de peruanos’. Me va a disculpar, pero a todos estos extranjeros que tienen estas facciones es común que en la población penal abusen de ellos en cuanto a que los mandan a hacer las cosas, o por puro gusto, para no ocupar el número que podría ocupar otro, los tiran para afuera y les pegan. Esta no es primera vez que a los internos les cortan el pelo, porque esa es una cuestión ya casi tradicional en la población penal. Ni menos que les peguen. Aparte de sus fierrazos en la cabeza. Aquí no hay nada extraordinario. Esto es normal“.
Héctor Palma aseguró a El Mercurio que no sabía que los dos golpeados eran parte de los acusados de haber matado a Margarita Ancacoy. Él incluso cree que ellos debieron haber entrado al módulo 12, donde hay internos con medidas de seguridad ya que hay violadores de niños y parricidas.
“Mataron a la mamita”
El gendarme supo quiénes eran los torturados recién tras conversar con los internos:
– “¿Por qué les pegaron a los machucados?”.
– “Porque debían plata, poh jefe!” (eso significa tener cuentas pendientes).
– “¿Por qué debían plata?”.
– “Porque son los que mataron a la mamita”.
– “¿Qué mamita?”.
– “No, poh jefe, ¡los que la mataron a palos!”.
Tras ello, llamó a su capitán para que fueran a retirar a los ecuatorianos para revisar su estado de salud, para luego escribir lo ocurrido en el libro de novedades. Ahí se olvidó del tema, aseguró.
Esto hasta la tarde, cuando alrededor de las 18:00 un compañero le mostró el video registrado por los propios internos cuando le aplicaron corriente a los ecuatorianos, el que ya se estaba viralizando. Según El Mercurio, no le dio importancia porque sentía que les había salvado.
Palma sentía que todo transcurría normal hasta que la madrugada del jueves 21 llegaron tres funcionarios de la PDI llegaron hasta su casa para interrogarlo. Él se acogió a su derecho de no hacerlo sin su abogado. Durante el mismo día, concurrió a dependencias de la institución donde quedó detenido, para ser formalizados por apremios ilegítimos y torturas, ya que se sostenía que su omisión habría permitido los hechos.
Finalmente, se decretó su libertad.