Entre muchas praderas y vegetación en distintas tonalidades de verde se encuentra Queilen. Una comuna que se ubica en el sur este de la Isla Grande de Chiloé, a unos 67 kilómetros de la ciudad de Castro.
En su acceso, el paisaje es mucho más familiar. Se logra divisar algunas viviendas de madera, con cercos de colores y chimeneas humeantes. Para los turistas esto puede ser un paraíso, sin embargo, para sus habitantes el panorama es más bien desolador.
En ciertos puntos de las calles se pueden apreciar estanques plásticos que contienen agua potable y se mantienen sobre bases de madera. Esto basta para deducir que algo no anda bien en la zona…
Sin importar la estación del año, la crisis hídrica en la provincia de Chiloé sigue pasando factura. Miles de vecinos y residentes de Queilen no cuentan en la práctica con el recurso.
En la comuna, hace más de un año que por recomendación de la Seremi de Salud, cerca de 3.500 habitantes del sector urbano no pueden consumir el agua que sale de sus llaves, por alta concentración de cloruro.
De acuerdo a lo señalado por la autoridad sanitaria, un estudio marcó como peak 1.200 y 2.000 de cloruro.
Esta situación los obliga a acarrear todos los días el líquido en baldes, sin importar las lluvias, temporal, viento o calor. Pero eso no es todo, deben seguir pagando por un servicio que usan sólo para lavar loza, activar sus baños (no tienen alcantarillado) y ducharse.
Más sal que agua
Para los vecinos, este escenario se viene dando hace más de dos años. El problema comenzó en 2016 cuando el agua que salía de la llave estaba más salada de lo normal.
Marcela Torres Cisternas, del Consejo Comunal de Salud de Queilen, dijo que denunciaron la situación a las autoridades, pero ellos le bajaron el perfil.
“Como chiste decían que no le echáramos sal a la comida”, aseguró.
Ante la nula respuesta de los representantes del Gobierno, los vecinos comenzaron a comprar bidones de agua potable en los negocios. Pero esta no era una solución, no toda la gente tenía dinero para subvencionarlo.
“No les daba el sueldo para andar comprando agua envasada todos los días, teniendo que además pagar cuentas de agua”, indicó.
El Comité de Agua Potable Rural (APR) de Queilen es un sistema precario y autónomo administrado por un grupo de vecinos. Este data de 1982, es decir, hace 36 años.
Su representante, Walter Cárcamo, dijo que el problema se debería a la saturación por la extracción de grandes cantidades de agua.
Asimismo aseguró: “Es probable que se hayan agrietado en alguna parte las napas subterráneas y esté trayendo un poco de salinidad, pero estudios profundos no se han hecho”.
Tras los continuos reclamos, la Seremi de Salud decretó que no se podía consumir el agua proveniente del Comité de Agua Potable Rural de Queilen, por “configurar un riesgo a la salud de la población”.
Por este motivo, el municipio junto a la Onemi, repartieron cerca de 28 estanques en distintos sectores de la comuna.
Marcela reconoció que la medida facilitó la vida para la mayoría, pero para los adultos mayores continúa siendo un problema.
Los vecinos deben acarrear todos los días los pesados bidones, tienen que seguir pagando cuentas y se están deteriorando algunos utensilios del hogar.
“Es un tremendo problema. Estamos hablando del agua, de la salud de la gente”, finalizó.
Por último, Marcela Torres reconoció que los del comité no tienen culpa de que el agua salada se haya mezclado en las napas subterráneas, pero sí son responsables de no hacerse cargo del problema desde un principio.
“Si nos hubieran escuchado, esto ya estaría solucionado hace mucho tiempo atrás”.
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¿Peligra la salud?
Otra de las preocupaciones que viven a diario los habitantes de Queilen, es la poca información de los riesgos que trae consigo el uso de agua salada.
Andrés Muñoz, socio del Consejo Comunal de Salud, indicó que la autoridad sanitaria en un principio negaba cualquier irregularidad, incluso decía que los índices de salinidad estaban dentro de los márgenes.
“En junio de 2017, en una reunión masiva con la comunidad, una vecina le sirvió una taza de café con agua salada a la seremi de Salud (Eugenia Schnake) y a los tres días después prohibió el consumo de agua. Es extraño…”, señaló.
Por este motivo aseguró que le parece que la autoridad sanitaria ha actuado de forma indolente.
Al respecto, el jefe provincial de la Seremi de Salud, Cristián Araneda, afirmó que según la OMS no habría riesgos con la utilización del recurso con salinidad, pero sí podría haber riesgos al consumir y efectos a largo plazo.
“No lo estoy negando… los estudios y bibliografía no hablan de problemas”, indicó.
En otro punto, Andrés Múñoz sostuvo que el Comité de Agua Potable Rural no ha cumplido correctamente su obligación respecto al abastecimiento de agua potable.
“Ellos no están abasteciendo, siguen cobrando con toda normalidad y no dan respuesta”, aseveró.
Al respecto, Walter Cárcamo aseguró que su compromiso tiene que ver con realizar muestreos de la cloración del agua, pero la entrega es deber municipal.
Asimismo indicó que sólo se está cobrando en base a lo que consume la gente: “Si no se cobra el servicio no va a poder funcionar en hospitales, escuelas, municipalidad y hogares”.
Por otra parte, a Muñoz le alarma la normalización que se hace frente a una situación que es grave y pide que la autoridad acelere los procesos para una solución.
“Nosotros solicitamos un estudio de algún laboratorio externo, que nos de tranquilidad que el agua que usamos para ducharnos durante dos años, no va a producir problemas en la piel o peor”, aseveró.
La esperada solución
Las autoridades aseguraron que la solución definitiva tiene que ver con una modificación del actual sistema de agua potable rural.
El representante del comité, Walter Cárcamo, explicó que están trabajando con la Dirección de Obras Hidráulicas para terminar con el problema, medida que tiene que ver con una nueva captación de agua en el río Mechai para abastecer a la ciudad.
“Se hicieron los estudios correspondientes, se solicitaron los derechos del agua y ahora hay que ejecutar las labores”, indicó.
Este miércoles 29 de agosto se entregaron los terrenos a la empresa de Puerto Montt que se adjudicó las labores, las cuales tienen una inversión de 460 millones de pesos.
El seremi de Obras Públicas, James Fry, dijo que se firmó el acta de entrega de terreno que es uno de los punta pie iniciales para poder comenzar con la importante obra, que entregará una solución definitiva a los habitantes de Queilen.
La autoridad agregó: “Estamos muy contentos, es una obra que se desarrolló en tiempo record en cuanto a los recursos”.
Con ello se espera que, en cerca de 6 meses más, se entreguen las obras terminadas del nuevo sistema de agua potable, el cual pretenden que tenga una vida útil de 20 años.
Los habitantes de Queilen añoran una resolución definitiva por este problema que no sólo ha afectado en su rutina, sino también les ha provocado estrés y problemas físicos. Ellos sólo quieren poder servirse un vaso con agua potable y proveniente de su propia llave.
Esta nota se hizo con información y fotografías recopiladas por el periodista de Radio Bío Bío, Henry Burrows.