Por un test de drogas, una fotografía o un partido de fútbol. Durante sus 20 meses de gestión, e incluso cuando era candidato, el presidente Gabriel Boric ha protagonizado una serie de episodios incómodos con la prensa. En uno de los últimos, criticó el "afán" de ciertos medios por preferir noticias negativas, lo que le valió una comparación con Nicolás Maduro por parte de una asociación extranjera. Analistas consideran al jefe de Estado un demócrata respetuoso de las instituciones, pero alertan de un error estratégico al asumir este tono confrontacional con la industria.
“¿Esa es la opinión de El Mercurio?”, interpeló el presidente Boric a un reportero el pasado martes en la región del Bío Bío. La pregunta no fue enrevesada. Apuntaba a la falta de esfuerzos por hacer una Constitución “más representativa de todos los sectores políticos”.
Y si bien diversos rostros del oficialismo han contestado afirmativamente, el mandatario hizo esfuerzos por arribar a una presunta “tesis” del medio en cuestión.
Seis días antes, en un encuentro de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), ya había apuntado contra el matutino y otros dos periódicos por su “impresionante afán por preferir las malas (noticias)”.
“Yo no sé cómo quienes siguen leyendo los diarios El Mercurio, La Tercera, La Segunda… no sé cómo queda su corazón después de esto. Pareciera como si viviéramos en un país infernal y no estamos en eso”, señaló Boric.
Para ser justos, es larga la lista de gobernantes que han tenido encontrones con la prensa. Sin embargo, durante sus casi 20 meses en La Moneda, los capítulos del presidente chileno deben ser contados con los dedos de ambas manos.
Algunas voces advierten una desconfianza del líder de 37 años hacia los medios, mientras que otras defienden su derecho a criticar la industria. Lo cierto es que esta actitud dejó de ser un hecho aislado y, cada cierto tiempo, vuelve a colgarse de la agenda.
¿Nerviosismo o molestia compartida?
Todo partió días antes de ganar el balotaje en diciembre de 2021. Tras un debate presidencial, un periodista de Radio Bío Bío le preguntó por el test de drogas que había exhibido frente a José Antonio Kast. En particular, se le consultó por el tipo de muestra y la fecha de aplicación.
“Muy irresponsable”, increpó Gabriel Boric al reportero cuando finalizó la conferencia, actitud por la cual debió pedir disculpas posteriormente.
Y el catálogo de momentos tensos se agranda desde que recaló en La Moneda. Instar, entre risas, a una vecina a declarar frente a la prensa; increpar a un fotógrafo por retratarlo en su oficina; y disparar por redes sociales tras una nota por su visita al estadio son parte de estas escenas.
Después de sus últimas declaraciones en la Sofofa, el analista Mauricio Morales sostiene que “se muestra como un presidente agresivo, ya que no es primera vez que tiene roces de estas características. Denota el nerviosismo que hoy embarga al Gobierno y al propio presidente Boric”.
“El problema mayor es que algunos periodistas pudiesen sentirse intimidados por el presidente, generando algo así como una suerte de autocensura, lo que es negativo para la democracia”, agrega el académico de la Universidad de Talca.
Una visión radicalmente opuesta tiene Jorge Saavedra, doctor en Comunicación y Medios y docente de la Universidad Diego Portales, quien discrepa que el jefe de Estado haya adoptado un tono confrontacional.
“Sí ha tenido reparos, en ocasiones, en la manera en que se cubre la contingencia nacional. Razones no le faltan para criticar un comportamiento que no es nuevo para con coaliciones de centro izquierda de buena parte de la prensa más importante del país”, indica.
Asimismo, plantea que Boric expresa “una molestia que, por lo que uno percibe, es también compartida por una parte importante de la población”.
La posible desconfianza de Boric
Los dichos del mandatario en contra de El Mercurio, La Tercera y La Segunda se dan en medio de coyunturas que han golpeado a carteras importantes del Gobierno.
La rebeldía del jefe de asesores del Segundo Piso, Miguel Crispi, para asistir a la comisión investigadora del Caso Convenios hizo que el propio Gabriel Boric diera explicaciones desde China. Finalmente, tras una advertencia de Contraloría, el exdiputado se declaró dispuesto a ser citado.
Pero eso no es todo, ya que los ojos también están posados sobre los ministros Nicolás Grau y Nicolás Cataldo. El primero enfrenta la fallida instalación de un laboratorio de Sinovac en Antofagasta, mientras que el segundo debe resolver un paro de 60 días en la región de Atacama.
Estos, además del proceso constitucional, son parte de los temas que han puesto a prueba la estrategia comunicacional del Ejecutivo durante las últimas semanas.
En ese sentido, el analista Robert Funk, académico de la Universidad de Chile, estima que el presidente “ve a la prensa, o a algunos medios, como poder fácticos que no son muy amistosos hacia su gobierno. Eso puede que sea verdad, pero hay distintas formas de tratarlos”.
“La prensa no va a desaparecer. El Gobierno siempre va a necesitar a los medios y sería mucho más inteligente tener una estrategia para manejar esa relación y no tirarse directamente en contra”, añade.
Por otra parte, Jorge Saavedra no pone el foco en el plan de medios del Gobierno, sino en “el derecho de ejercer tal crítica en un panorama mediático que ha sido hostil con su gestión, tal como lo hicieran otras administraciones hasta la fecha”.
Asimismo, añade otro componente polémico que revivió para la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado.
“Si revisamos el historial de algunos de los medios reseñados por el presidente, veremos que su contribución a la democracia en décadas pasadas no ha sido precisamente, y por decirlo de manera suave, algo para destacar”, remata.
Una “exagerada” respuesta internacional
Diversas fueron las reacciones que dejaron las palabras del presidente Boric en la Sofofa. Una de ellas vino por parte de la vocera de Gobierno, Camila Vallejo, quien pidió tomar la crítica como “una invitación para recuperar la confianza y la esperanza en un país que está avanzando”.
Por el contrario, los reproches más enérgicos corrieron por parte de la Asociación Nacional de la Prensa de Chile (ANP) y la Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA).
El organismo local afirmó que las expresiones del jefe de Estado vulneran el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos sobre libertad de expresión. En tanto, la segunda entidad comparó a Gabriel Boric con otras figuras públicas como Donald Trump y Nicolás Maduro.
“Continuaremos garantizando que las prácticas antidemocráticas no silencien el trabajo fundamental de los periodistas e intenten manipular la opinión pública para imponer un mensaje único por parte de políticos populistas”, aseveró.
Los analistas también discuten sobre el calibre y la veracidad de esta acusación. Por ejemplo, Mauricio Morales opina que los juicios de estas asociaciones “tienen todo el sentido del mundo”.
“La oposición y los partidos de gobierno deben entender que la prensa, como lo dice el propio presidente, está para incomodar al poder”, explica.
Quien pone paños fríos al asunto es Robert Funk, asegurando que observa en el gobernante del Frente Amplio a una figura democrática que no tomaría vías institucionales para restringir a la prensa. Por ende, califica de desmesuradas las declaraciones de ambos colectivos.
“Esa postura se interpreta como un intento de censurar a la prensa o de usar el poder del Estado para agredir a la prensa. Creo que eso es una exageración y es una cosa más bien personal del presidente. Refleja sus propios prejuicios o sus propias inseguridades”, comenta.
Finalmente, Jorge Saavedra tilda de “ridícula y fuera de toda realidad” la declaración de la WAN-IFRA. “No se condice con una realidad donde, por ejemplo, no hay un medio de comunicación estatal o público. Salvo TVN, que no se rige como tal”, expresa.
El académico acota que “nunca le he escuchado reclamar por la falta de diversidad de voces que afecta al sistema de medios en Chile, pero ciertamente esa materia le queda grande a una institución que sólo defiende la libertad de expresión de quien tiene el dinero para pagarla”.