El contenido específico de las demandas permanece en secreto y se dará a conocer cuando comiencen los alegatos orales mañana viernes. De lo que se conoce, la postura de Chile es que el Silala es un río internacional que entra a nuestro territorio por una quebrada que tiene una pendiente de entre un 4% y 5% de desnivel, que se ha formado de manera natural en los últimos 8.400 años. Por su parte, Bolivia argumenta históricamente que el Silala es un "recurso inmovilizado no renovable" y no un río, sumado a que en la zona no llueve lo suficiente por lo que no existe recarga de acuíferos.
Cuatro años después que la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) resolviera en un histórico fallo que Chile no está obligado a negociar una salida al mar para Bolivia, ambos países vuelven a verse las caras este viernes en el máximo tribunal de la ONU por otra disputa hídrica: las aguas del Silala.
Entre el 1 y el 14 de abril tendrá lugar la fase de alegatos orales por la demanda que Chile presentó en 2016 contra Bolivia sobre el estatus, el curso y el uso de ese recurso natural.
Mientras que Chile considera que el Silala es un río internacional que debe ser compartido, Bolivia sostiene que las aguas proceden originalmente de manantiales nacidos en su territorio y que fueron desviados artificialmente hacia la frontera en la primera mitad del siglo pasado.
A continuación, las claves de una disputa que enturbia aún más las relaciones entre dos países vecinos que no tienen relaciones diplomáticas desde 1964, con un paréntesis entre 1975 y 1978.
Silala: origen de la disputa
Ubicado en las faldas del Cerro Inacaliri, en el departamento boliviano de Potosí, el Silala desemboca en el río Loa, el más largo de Chile, aunque ambos países tienen explicaciones divergentes sobre cómo se ha realizado esa conexión.
Tras la Guerra del Pacífico y la posterior firma del Tratado de Paz y Amistad (1904), que fijó una nueva frontera y dejó a Bolivia sin salida al mar, Chile se comprometió a compensar a su vecino y le prometió la construcción de líneas ferroviarias.
Años después, las autoridades bolivianas de Potosí autorizaron a la compañía The Antofagasta-Bolivia Railway Company usar las aguas del Silala para alimentar los calderos a vapor de un ferrocarril que conectaba ambos países y que dejó de operar en 1962.
La empresa realizó obras de canalización en ambas riberas, unos trabajos que podrían haber aumentado el caudal del río de manera artificial, según denuncia Bolivia.
Tras un siglo sin grandes fricciones, a fines de 1990, Bolivia acusó a Chile de utilizar indebidamente las aguas del río y amenazó con desviar su cauce. Para dirimir la disputa, Chile finalmente decidió acudir a La Haya en 2016.
El tema había sido tratado años antes sin éxito en la conocida como “Agenda de los 13 Puntos”, una hoja de ruta que supuso el primer gran acercamiento desde la ruptura diplomática y que fue impulsada en 2006 por los entonces presidentes Evo Morales y Michelle Bachelet.
Esa agenda, sin embargo, se aparcó en 2010, cuando llegó Sebastián Piñera llegó a la Presidencia por primera vez.
¿Cuál es la postura de Chile?
Chile busca que La Haya declare que el Silala es un río internacional y que, por lo tanto, ha tenido y tiene derecho al uso “razonable y equitativo” de sus aguas.
Nuestro principal argumento es que el Silala llega a Chile atravesando una quebrada que tiene una pendiente de entre un 4% y 5% de desnivel, que se ha formado de manera natural en los últimos 8.400 años.
El Silala es un río pequeño, pero su ubicación en el árido desierto de Atacama lo convierte en un recurso hídrico clave para el desarrollo de Antofagasta, la región minera por excelencia del mayor productor de cobre del mundo, según explicó a EFE Paula Cortés, experta en Derecho Internacional de la Universidad de Chile.
“El caso sobre el río Silala es importante para Chile porque en esta controversia están en juego los principios internacionales aplicables al uso de las aguas compartidas”, profundizó.
¿Y la de Bolivia?
La postura histórica de Bolivia es que el Silala es un “recurso inmovilizado no renovable” y no un río, porque en la zona donde nace no llueve lo suficiente y no existe una recarga de acuíferos.
Por este motivo, según recordó a EFE Émerson Calderón, director de la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima (Diremar), Bolivia contestó a Chile con otras tres demandas que se apoyan en “la defensa de la soberanía nacional”, aseguró.
Las demandas, detalló este funcionario, incluyen la soberanía sobre “los canales instalados” en el Silala y el “derecho a decidir” sobre esas aguas de Bolivia además de “la soberanía sobre el flujo” y la necesidad de “encontrar una solución acordada” y “una compensación”, en el caso que se determine que las aguas fluyen naturalmente hacia Chile.
El contenido específico de las demandas permanece en secreto y se dará a conocer cuando comiencen los alegatos orales. Algunos expertos señalan que Bolivia ha reorientado sus argumentos.
Así lo expresó Jaime Aparicio, exagente boliviano ante La Haya en 2020, quien manifestó a EFE que Bolivia ya no mantiene la teoría de la “exclusividad soberana” de las aguas en disputa.
De acuerdo con Aparicio, el Gobierno boliviano “no ha informado con claridad y honestidad” que su postura había cambiado.
Otras controversias
El Silala es el último de una larga lista de roces entre las partes, la mayoría de los cuales se remonta a la Guerra del Pacífico (1879-1884), cuando Bolivia perdió su salida al mar y cedió a Chile parte del desierto de Atacama, lo que le supuso la pérdida de 400 kilómetros de costa.
La controversia se intensificó en 2013, cuando Morales acudió a la CIJ para reclamar la salida al mar.
El alto tribunal de las Naciones Unidas terminó dándole la razón a Chile en 2018.
Otro momento de gran tensión se produjo en la década de 1960 a causa del río Lauca y provocó que Bolivia rompiera relaciones diplomáticas con Chile cuatro años después.
Ambos países, sin embargo, anunciaron en mayo su intención de recomponer la relación e iniciaron nuevas conversaciones que en los últimos meses han registrado algunos avances, aunque todavía muy tímidos.