El finlandés Tapani Brotherus, es conocido como el "Oscar Schindler" de Chile, al sacar del país al exilio, a través de la "ruta finlandesa", a 2.500 chilenos tras el Golpe Militar del 11 de septiembre de 1973.
“Tengo 82 años, de vez en cuando sufro problemas pulmonares. La coronavirus no me ha afectado. Ojalá que tampoco a usted y ni a los chilenos”, dice tras varios minutos de entrevista con BioBioChile.
Tapani Brotherus, exencargado de negocios de Finlandia, estuvo en nuestro país hace 47 años, entre 1973 y 1976. Habla con BBCL desde Helsinki, y narra su cruda y extrema experiencia para salvar la vida de miles de chilenos perseguidos por la dictadura de Pinochet, retratada en la serie finlandesa-chilena “Héroes Invisibles”, que transmite Chilevisión y que el exdiplomático vio por televisión el año pasado en Europa.
-Si le dicen Chile, ¿Qué piensa?
Si vas para Chile, como dice la canción… porque ahí se dice lo que ofrece el país. La gente abierta, modesta y simpática. Volví en 2010 cuando abrieron el Museo de la Memoria y el 2015 cuando la presidenta Bachelet me dio un reconocimiento y eso fue impresionante para mí. Solamente, buenas memorias.
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Dice que el actor que lo interpreta (Pelle Heikkilä) lo hace bien, que la serie ambienta a la perfección lo que ocurrió en esa época, aunque su auto no era del color que aparece en la producción, bromea. Tenía 35 años y pudo salvar a más de dos mil chilenos.
“Son casi cincuenta años cuando ocurrió todo eso y puedo acordarme de todo, pero hicieron la película sobre un manuscrito que tiene mucho mérito en el ambiente y en los detalles. Mucha gente no sabía nada aquí en Finlandia sobre lo que había ocurrido, y ahora me doy cuenta que también en Chile es lo mismo. Mi agradecimiento para las compañías chilenas y finlandesas que han querido hacer esta película”, hila fino Brotherus.
-En perspectiva, ¿Cómo se ve el rescate de 2.500 chilenos en una época tan compleja?
Todos quisieron huir y escapar de Chile para salvar sus vidas en riesgo y la mayoría de ellos se fue a la República Democrática Alemana (RDA), quien quiso llevar chilenos a su país. Para Finlandia llegaron solamente unos cientos. Pero, más de dos mil a la RDA.
-¿Por qué por la RDA?
Finlandia era el país protector de la RDA, porque el país socialista había terminado sus relaciones con el Gobierno Militar. Por eso, la RDA quiso tener una presencia en Chile a través de la embajada de Finlandia y de ahí salieron esas cifras.
-Pero, fue usted quien sirvió de puente, de ayuda…
He visto la segunda y tercera generación de quienes vinieron a Finlandia que se han incorporado en la sociedad aquí y que se defienden muy bien. Son gente honrada y honesta. Hay familias chilenas aquí que son felices. Hubiéramos podido traer muchos más, pero en la época sólo había esta cuota de cientos, Suecia tomó diez veces o más. Fueron los primeros asilados que llegaron al país, fue algo nuevo y Chile tiene muy buena reputación en Finlandia. Claro, los últimos dos de años las noticias han sido menos buenas y hay una inquietud de lo que va a pasar y como se puede utilizar violencia militar en vez de mejorar la vida de la gente.
-¿Esas imágenes del estallido social en Chile rememoran épocas antiguas?
Sí, nosotros tuvimos proyectos dentro de la silvicultura y la minería. Pude visitar lugares donde tuvimos proyectos con chilenos, lo que terminó en 1973, en septiembre. El puente de los asilados es la única cosa que Chile exportó a Finlandia y Finlandia importó de Chile. Lo digo en sentido irónico, pero toda relación entre ambos países fue en forma de asilados. Eso fue una experiencia positiva para Finlandia y espero que los chilenos también hayan sido felices aquí.
-¿Qué piensa hoy de Augusto Pinochet, lo vio en ese periodo?
No fui embajador y él solamente los recibía a ellos, yo estaba como encargado de negocios, el embajador que teníamos estaba en Buenos Aires, cuando él presentó sus credenciales con Pinochet, estuve presente, y oí la discusión que ellos tuvieron. Pinochet era un poco como Trump, con una sabiduría bastante limitada, pero muy apto para generar dinero para su propio interés. Lo que se sabe de Pinochet, después con el Banco Riggs y se supo cuánto dinero pudo sacar su familia a través del negocio de las armas.
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Tapani asegura que si la vida le diera la opción de volver 47 años atrás, replicaría las mismas acciones y que su esposa, Lysa Brotherus, fue factor determinante en ese complejo episodio que vivieron como familia protectora tras el derrocamiento de Salvador Allende.
-Lysa Brotherus tuvo un rol determinante, ya que pese a la calidad de diplomático que usted tenía, en ese periodo su situación era igualmente compleja, ¿Cómo influyó su esposa, nunca le dijo nada sobre arriesgar sus vidas?
Ella se preocupaba de toda la gente que estaba en nuestra casa, habían 20 o 30 personas. La gente que venía a nuestra casa, como asilados, pensaba que había un servicio como en un hotel, pero no teníamos personal y mi señora estuvo cocinando hasta que se dividieron la labor con los asilados. Incluso, ella fue en el auto a Mendoza para comprar comida y fue a los mercados para adquirir lo que se podía. Manteniendo el orden y comida regular para las familias que estaban en la casa.
-¿Cuánto tiempo estuvieron alojados en su casa?
Hasta que fueron mudados a un colegio alemán en Alcántara, que nosotros alquilamos, ahí estaban después. Las comidas fueron organizadas por una compañía aérea brasileña que pasaba meriendas que se daban en el avión a la gente.
-¿Ella nunca cuestionó lo que usted hacía?
No, ella pensaba que eso era lo que había que hacer.
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En la serie se destaca el rol del exembajador sueco, fallecido en 1989, Harald Edelstam, quien tomó primero las acciones de asilo y tuvo diversos cruces y discusiones con jefes militares de la época, por las violaciones a los Derechos Humanos, hasta que fue expulsado del país a fines de 1973.
Tapani lo recuerda perfecto.
-¿El exembajador sueco Edelsman tuvo un rol tan potente enfrentándose con los militares, como se ve en la serie?
Sí, él lo hizo. Peleó verbalmente con las autoridades chilenas y por eso lo expulsaron del país. Eso había que evitar, yo tuve mucha simpatía por él, una gran personalidad, pero en el círculo diplomático hay que saber dónde van los límites, uno no puede faltar en su trabajo. Lo expulsan en diciembre de 1973.
-¿Alcanzó Harald Edelstam a enviar muchos chilenos a Suecia?
Él fue quien comenzó, con mucha publicidad y abierto, yo lo hice a escondidas, secretamente, porque no quise que me cortarán la carrera, quise ayudar a la máxima cantidad de asilados y no buscar por eso publicidad. Luego, en enero de este año, leo en la revista Le Monde Diplomatique que había una chilena de nombre Carmen Castillo, quien escapó a Francia y produjo allá un documental sobre las actividades del embajador francés (Pierre) De Menthon y su señora. Ahí dicen que él tomaba dos riesgos, primeramente, hacia la Junta Militar en Chile y también hacia el gobierno francés.
-¿Por qué?
Porque él gobierno francés no quiso tener a los asilados, porque pese a tener un gobierno de izquierda, para ellos la culpa era de un izquierdoso de nombre Allende y también De Menthon tenía buenas relaciones con la autoridad chilena, correctas relaciones con el gobierno militar, y por eso pudo tener salvoconductos. Cuando leo eso, pero en una escala mayor, lo que él hizo, yo también lo hice, pero lo que hace un embajador, es mucho más visible que un agregado económico.
Lo anterior, develaría uno de los argumentos del nombre de la serie: “Héroes Invisibles” y Tapani es uno de ellos, es el principal.
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Muestra humildad cuando se le compara con Oskar Schindler, empresario alemán que salvó más de mil judíos durante el Holocausto.
Tapani Brotheurus insiste que, en el caso chileno, la RDA fue clave.
“Sin la RDA no hubiéramos podido alcanzar ni siquiera 500 personas a cuenta nuestra. Llegaron a Finlandia unas 200 y a otros países de Europa, también a Argentina y México. Pero, si uno habla de volúmenes es gracias a la RDA. Pero, el acto de meterse en un proyecto riesgoso era mío. Estoy completamente satisfecho, que después de tantos años se haya conocido”, dice Brotherus.
-¿Podría detallar cómo se hacía el proceso de la extracción segura de personas desde Chile?
Salvoconductos de cortesía. Cuando tuvimos gente que quiso asilarse, tuvimos el nombre de ellos y yo fui a varios campos de concentración o detención, gente dentro y fuera de la embajada. Estas listas las presenté en la Cancillería, al jefe de protocolo de allá, y después dieron estos salvoconductos a países que no eran considerados enemigos de Chile y de la Junta.
-Entonces, le tocó ir al Estadio Nacional a buscar personas…
La lista se la presentábamos al Ministerio de Relaciones Exteriores, cuando supimos los nombres de la gente y su situación, entonces se debía definir cuál era un caso real y la necesidad que tenían. Los estudiaban en la Cancillería, a fines del año 1973 dijeron que no iban a dar ningún salvoconducto más. Eso decantó en un número superior de asilados en las embajadas. Pero, las embajadas en cuestión se quejaron en la Cancillería, porque no podían trabajar por el alto número de asilados. Eso significó que despacharan al ministro Ismael Huerta, lo cambiaron por otro. Ahí dijeron que si querían salir, que lo hicieran no más, ya que dejándolos en las embajadas en Santiago no era conveniente ni para uno ni otro.
Es jueves en la tarde, en Helsinki casi de noche, el exdiplomático está un poco cansado, se le nota en la voz.
Tras el Golpe Militar, Tapani Brutherus se quedó en Chile hasta 1976, luego estuvo en varios países más.
“Solamente el año 2010 se dieron cuenta en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Finlandia lo que había pasado en Chile y el ministro me invitó a su oficina, me ofreció una taza de café y me dio muchas gracias respecto de lo que había pasado hace 40 años. Pero, pasaron cuatro décadas para que supieran lo que había hecho”, dice el “héroe invisible”, el “Schindler de Chile”, el exagente diplomático finlandés, que, a diferencia de ayer, ya no tiene nada que esconder.