Llovía en la Provincia de Arauco cuando Jorge Maulén y su esposa, Ana María Martínez, salieron desde Quidico a Tirúa, sin saber que sería el último viaje juntos que harían. El disparo de un encapuchado terminó con la vida del trabajador, cuya muerte ha permanecido en la total impunidad.
Ese día Jorge salió a atender Cañete como regularmente lo hacía y luego pasó a buscar a su esposa, que además de ser su compañera de vida, era su compañera de trabajo.
Luego de abastecer algunos negocios de Quidico, emprendieron rumbo a Tirúa, sin mayores inconvenientes, mientras iban pensando en dónde pasar a almorzar, ya que era pasado el mediodía.
La lluvia no era inconveniente, sino que al revés, Ana María estaba confiada porque creía que debido al mal tiempo no iban a haber barricadas en el camino, tal como había sucedido en ocasiones anteriores. Sabían que en general, los comuneros que hacían manifestaciones lanzaban troncos al camino, a veces los encendían y de vez en cuando atacaban un camión forestal para prenderle fuego, siempre y cuando no estuviera lloviendo.
Pero en un momento, ella vio unos neumáticos al costado de la ruta, pero no le llamó mayormente la atención. No estaban prendidos, ni había personas cerca. De improviso unos peñascazos retumbaron en el furgón.
“Nos están apedrando”, alcanzó a exclamar Ana María, antes de inclinarse y mirar a un costado del camino donde divisó a tres encapuchados. Uno de ellos, con una escopeta hechiza, apuntó al furgón… “Guatón, nos van a disparar”, alcanzó a decir antes del fogonazo y el disparo impactó de lleno en la cara de Jorge, quien perdió el control del vehículo cayendo a una zanja.
De ahí los recuerdos son confusos, Ana María intentaba hablarle a Jorge, quien aún podía hablar, pese a estar todo ensangrentado. En eso llegó un lugareño, quien intentó tranquilizarla asegurando que eran perdigones y por lo tanto no era tan grave el disparo.
Tras un periplo por los hospitales de Tirúa y Cañete, finalmente Jorge fue derivado de urgencia al hospital Guillermo Grant Benavente de Concepción. A esas alturas había perdido la consciencia y su estado comenzaba a deteriorarse rápidamente, debido a que uno de los fragmentos alojado en su cabeza estaba generando un daño importante en su cerebro.
Un vecino de buena voluntad trasladó a Ana María al hospital penquista, tal como andaba, toda mojada, aún con restos de sangre de sus propias heridas, que afortunadamente sólo eran leves.
Tras ser operado de urgencia, los médicos no le daban mayores esperanzas de vida, no obstante Jorge sobrevivió a esa noche. Mientras, su esposa con sus hijos pernoctaron en unas colchonetas que les pasaron en el hospital.
¿Quién era Jorge Maulén?
“Jorge era un hombre tranquilo, cariñoso, muy de piel con los hijos, con las hermanas, con todo el mundo”, recuerda Ana María. Su hijo, Jorge Maulén Martínez, replica de inmediato: “era muy de piel, era un buen papá, siempre preocupado, muy sentimental”.
Desde 2008 trabajaba en la comercializadora y distribuidora Virgo Ltda, empresa que le compra mercancía a Chiletabacos para entregar a minoristas. Luego de estar en Santiago, en 2017 aceptó venirse a Cañete para ser el vendedor de la empresa para toda la Provincia de Arauco.
“Él era el vendedor, reponedor, bodeguero, cobrador, chofer, era todo”, explica su esposa, quien pasó a trabajar junto a él en un rol más administrativo, acompañándolo regularmente en sus viajes, pese a no estar formalmente contratada por Virgo.
“Nuestro trabajo era diario. Yo llamaba a los clientes para tomar los pedidos, cosa de llevarlo listo y no andar con mercadería de más, por algún asalto, por cualquier cosa”, detalla Ana María.
“Era un trabajo de lunes a lunes, desde las ocho de la mañana hasta las diez o a veces las doce de la noche”, agrega Jorge.
“Casi toda nuestra clientela, yo diría un 80%, era de apellidos mapuches. Él era muy querido por sus clientes. Me llegaba con bebidas, con bombones que la gente le regalaba, siempre salía comiendo algo de los locales, era súper querido” relata su esposa.
Ahora en junio iban a cumplir tres años trabajando juntos.
“Trabajábamos bien, nos afiatábamos los dos, sabíamos las cosas que teníamos que hacer. Estábamos todo el día juntos, como pareja nos sirvió mucho. Yo creo que de todos los años de matrimonio -íbamos a cumplir 35-, creo yo que fueron los mejores años de nuestro matrimonio”, asegura Ana María.
Durante esos años, Jorge tenía la costumbre de pasar a la comisaría a preguntar si había problemas en el camino a Tirúa. Pero ese día no fue así.
La impunidad
“No por todo lo que ha pasado en la zona, pensamos que fueron los mapuches lo causantes de eso, puede haber sido cualquier persona hasta que Fiscalía diga lo contrario. No podemos culpar a nadie”, señala cautamente su hijo.
Aunque más allá de que no desean aventurar hipótesis y eventuales asesinos, lo cierto es que no hay absolutamente nada claro.
“No es que no lo podamos decir por alguna cosa, es que no sabemos qué pasó, no sabemos por qué, no sabemos quién lo hizo, no sabemos por qué lo hizo, quizá no era para nosotros, pasamos justo en un momento equivocado, si fueron terroristas, si fueron delincuentes, si fueron mapuche, no se sabe nada de eso, y tampoco se nos cruza por la mente decir ‘no, si fueron tal persona’, es algo que la Fiscalía tiene que determinar”, señala enfática Ana María.
Sin embargo, a seis meses de ocurrido el ataque, la Fiscalía aún no la ha citado para tomarle una declaración, pese a que además de ser la principal testigo, es una víctima.
“Fiscalía jamás ha hablado con nosotros”, puntualiza Jorge Maulén Martínez.
Sólo se acercaron desde el Programa de Apoyo a Víctimas de la Subsecretaría de Prevención del Delito para ofrecer asesoría. Pero como Jorge aún estaba hospitalizado, decidieron esperar qué pasaba.
Aunque, también la familia no esconde otras razones.
“Lo que significa tomar ayuda de quizá un posible responsable, porque al final cabe la posibilidad que el Estado sea también responsable, no era ético ni moral” sentencia su hijo, Jorge Maulén Martínez.
Y es que para ellos en todo lo sucedido hay un responsable claro: el Estado.
Con el gobierno de turno el tema es distinto, porque tras algunas publicaciones en la prensa local, algunas autoridades, como la gobernadora de Arauco, se han acercado para ofrecer ayuda.
“Me llamó y vino la gobernadora (Tripailaf) para ofrecer una ayuda respecto al subsidio de arriendo hasta que se tramite la entrega de alguna vivienda en Concepción y también la parte psicológica, un siquiatra y un sicólogo para mí y para mi hijo, porque eso no lo cubre la ACHS, porque no era contratada por la empresa”, detalla Ana María.
Asimismo, deben buscar una solución para los estudios de Jorge Maulén Martínez, quien congeló para cuidar a su papá.
“Congelé porque él iba a estar en el hospital y no iba a poder estar con él en ese tiempo. Si no congelaba, no iba a poder aprovechar ese tiempo con mi papá”, explica el joven.
Una recuperación ingrata
Luego de dos semanas en coma, Jorge comenzó a recuperarse. Como fue un accidente de trabajo, fue derivado hasta la Unidad de Cuidados Intensivos de la Asociación Chilena de Seguridad.
Allí en la ACHS pasó de la UCI a la UTI y de la UTI a la sala, los avances fueron increíbles. Nadie podía creer que comenzara a superar su grave cuadro clínico.
“Contra todo pronóstico comenzó a avanzar a recuperarse, a despertar. Eso generó mucho más esperanza”, recuerda por su parte su hermana, Carmen Maulén.
Sin embargo, a las horas de haber sido dado de alta y mientras aún se acomodaba en el departamento que arrendaron para estar con él en Concepción, Jorge sufrió una descompensación que no pudo superar, falleciendo esa misma tarde.
El informe de autopsia aún está en manos de Fiscalía, información que aún no llega a manos de su familia. “Ellos están investigando las posibles causales de fallecimiento y lo van a estar informando de qué sucedió”, afirma Maulén Martínez.
Por lo mismo, aún están revisando los antecedentes sobre su repentina muerte, evaluando que decisiones van a tomar. “Es inexplicable que él haya llegado y a las 4 horas fallece, eso es inexplicable”, critica Carmen Maulén.
Familia clama por justicia
Más allá de su repentino fallecimiento, actualmente la familia está centrada en saber quién era el desconocido que le disparó a Jorge, y lo más importante, que se haga justicia.
“A nosotros lo que más nos interesa es que se haga justicia”, señala Ana María. Su hijo, Jorge Maulén Martínez, agrega que “el objetivo siempre ha sido establecer justicia, y eso también tiene que ver con apurar el rol de Fiscalía, por lo mismo estamos en esta situación”.
“Yo he mandado correos a la diputada Joanna Pérez, a Gastón Saavedra, al senador Felipe Harboe, pero no he recibido ninguna respuesta. No sé a qué le tienen miedo”, añade.
“Yo insisto y sigo pensando en que aquí hay un responsable y es el Estado, porque el Estado debe garantizar la seguridad y el desplazamiento de todos sus ciudadanos, el Estado debe protegerlos, debe prever riesgos”, enfatiza Carmen Maulén.
Consultados respecto a qué hubiera pasado si por ejemplo Jorge hubiera sido un comunero mapuche, todos coinciden en que no estarían luchando contra la indiferencia del sistema.
“No queda en el olvido. Habría marchas, habría protestas. Si hubiera sido un mapuche, es otra la connotación, habrían aparecido todas las organizaciones, pero este era un simple ciudadano, un trabajador que pasó por ahí. Así como si hubiera sido un carabinero, sería diferente”, asegura Carmen.
“Nos sentimos olvidados por parte del Estado y aparte de olvidados, sentimos que una consecuencia de estar acá olvidados, es que no sabemos si están trabajando o no”, agrega Jorge Maulén Martínez.
“Es impotencia, es rabia contra quien lo hizo, contra el Estado que no ha dicho absolutamente nada, porque yo he escrito al correo que tiene el Presidente… ¿Usted cree que alguien me ha contestado?”, cuestiona Ana María.
“Esto va más allá de algo político, es algo humano. Estamos pidiendo que no nos olviden”, suplica.
“Yo quiero que todo el mundo sepa de lo que pasa, y que no se hace nada. A le gente le da miedo pedir justicia, yo no tengo miedo. Yo quiero que se haga justicia, eso quiero”, concluye su viuda.