Adam, de 3 años, y su hermana Sham, de 9, nacieron el mismo día, pero con seis años de diferencia. Murieron el sábado, el día de su cumpleaños, en un bombardeo israelí en la Franja de Gaza.
Ayman Abu Shamalah, el padre de los niños, cuenta a la AFP que huyeron de los bombardeos israelíes en la ciudad de Gaza. La familia se refugió en casa de unos familiares en Rafah, en el sur del enclave, gobernado desde 2007 por el movimiento islamista Hamás.
Pero un ataque israelí contra el edificio de varios pisos mató de golpe a su mujer y a sus dos hijos, de 3 y 9 años. En el bombardeo fallecieron también dos de sus cuñadas y dos de sus hijos, así como un primo y una prima.
Abu Shamalah se salvó de milagro.
Poco antes, subió a la azotea del inmueble para verificar que los depósitos de agua se llenaban correctamente. Había logrado que un camión cisterna les suministrara agua tras once días de escasez.
“Estaba empezando a bajar la escalera cuando se produjo el bombardeo. Si hubiera bajado 30 segundos antes, habría muertos con ellos”, relató.
Según las autoridades locales, más de 5.000 personas murieron en la Franja de Gaza desde el inicio de los bombardeos israelíes el 7 de octubre, lanzados en respuesta a la ofensiva de Hamás contra Israel. Entre ellos, más de 2.000 niños.
La incursión de los milicianos islamistas dejaron a su vez más de 1.400 muertos en territorio israelí, civiles en su mayoría, según el ejército israelí.
“Desfigurada”
“El 21 de octubre era el cumpleaños de Sham y Adam y se ha convertido en el día de su martirio. Cada año será un día muy difícil para mí”, asegura Abu Shamalah entre sollozos. Con sus manos, trata de enjugarse las lágrimas.
“Metieron el cuerpo destrozado de mi hijo en una bolsa azul, Sham estaba calcinado”, describe.
Su mujer, Dareen Abu Shamalah, de 28 años, estaba embarazada de nueve meses. La pareja ya había elegido el nombre de su futura hija, Mecca.
“Mi mujer estaba tendiendo la ropa en el balcón cuando ocurrió el bombardeo, la explosión la arrojó desde el tercer piso a casa de los vecinos de abajo. Me imaginaba que ella y el bebé estarían muertos después de semejante caída”, prosigue.
“La encontré yaciendo en el suelo, aún estaba viva. Les juro que sus últimas palabras fueron: ‘Ayman, saca a Mecca de mi vientre, y cuídala"”, añade.
Afirma que su esposa quedó tan desfigurada por la explosión que sólo pudo reconocerla “por los pantalones que llevaba”.
En el hospital Abu Yussef al Najjar, donde fue trasladado su cuerpo, el padre suplicó a los médicos a que le dieran luz. “Le dije que era su último deseo”, cuenta.
Sufrimiento en Gaza
Los médicos lograron sacar al bebé por cesárea. Mecca fue inmediatamente trasladada al servicio de pediatría del hospital de la Media Luna Roja emiratí en Rafah, donde la AFP conoció a Abu Shamalah.
“El bebé estaba muy grave cuando llegó aquí e inmediatamente le pusieron un respirador. Pero el diagnóstico inicial no es bueno porque el cerebro estuvo privado de oxígeno entre el momento de la muerte de la madre y el nacimiento”, explica Mohammad Salameh, el jefe de urgencias.
“Es muy probable que sufra secuelas permanentes”, añade.
En el hospital, Abu Shamalah observa la incubadora en la que han colocado a su hija. Rompe a llorar, y en ese momento llega un médico y le da un abrazo.
En la etiqueta de identificación pegada en la incubadora se puede leer: “Bebé de la mártir Dareen Abu Shamalah”, con su fecha de nacimiento, el 21 de octubre.
La misma fecha en la que murieron su hermana, murió su hermano y su madre.