Estados Unidos ha perdido terreno en el Medio Oriente, una región que adquiere creciente relevancia en vista de la guerra de Ucrania y la competencia estratégica con Rusia y China.

Estados Unidos y la Unión Europea quisieran que sus socios en el Medio Oriente extrajeran más petróleo para reducir los precios a escala global, que apoyaran resoluciones en la ONU contra la invasión de Ucrania y que aplicaran sanciones contra Rusia.

Pero los Estados de esta región se muestran reacios.

Países petroleros como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos se ciñen en su mayoría a los límites de producción acordados con la OPEP.

Además, los superyates, los jets privados y los activos de los oligarcas rusos están a salvo de los embargos en los EAU. Y otros países de la región, incluidos Irak, Jordania e Israel, se negaron a votar contra Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU.

“Cambio de prioridades”

¿Por qué Estados Unidos no ha logrado persuadir a sus “amigos” en la región de ponerse de su parte? El país “sigue siendo el principal garante de la seguridad y el mayor exportador de armas a la región”, según un informe de abril del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Además, sigue teniendo grandes bases militares en Oriente Medio y entre 45.000 y 60.000 efectivos estacionados allí.

No obstante, cuando los estadounidenses aumentaron su propia extracción de petróleo —desde 2019, el país exporta más del que importa—, los productores del Medio Oriente se volvieron menos relevantes.

Según Aaron D. Miller, un exasesor de política exterior de Washington, en los últimos 20 años, “las prioridades han cambiado”.

El Medio Oriente sigue siendo muy importante, pero no tanto como antes, explica: “No hay duda de que nuestros socios regionales comenzaron a sentir que se les prestaba menos atención. Eso provocó que Estados clave —en particular, Arabia Saudita y los emiratos— empezaran a mirar hacia otros países”.

Presencia china

China, por ejemplo, recibió en 2020 el 47% de sus importaciones de petróleo del Medio Oriente. Pekín está estrechando sus lazos con la región, ayudando a desarrollar misiles balísticos en Arabia Saudita, comprando instalaciones petroleras iraquíes e invirtiendo en la infraestructura de Irak.

“Son países soberanos que tienen intereses que a menudo no coinciden con los nuestros”, apunta Bilal Saab, director del Programa de Defensa y Seguridad del Instituto del Medio Oriente, con sede en Washington. Y subraya que Estados Unidos no es su única opción.

Nuevos términos de asociación

Pero, mientras prosigue la guerra en Ucrania y la situación económica global empeora, Washington está intentando recuperar el terreno perdido, ahora en manos de países como China y Rusia. Saab aboga por un “reinicio” de las relaciones estadounidenses con socios importantes del Medio Oriente.

A su juicio, el antiguo modelo transaccional de “petróleo a cambio de seguridad, en el que Estados Unidos simplemente acudía al rescate”, ya no funciona.

“Necesitamos una asociación renovada en nuevos términos, en la que cada parte tenga obligaciones y responsabilidades, y sea sensible a los intereses de seguridad colectivos y regionales”, argumenta. Y destaca la importancia de los países de la región “en esta competencia estratégica con China y Rusia”.

“Sería estupendo añadir a estos países a la larga lista de los que están dispuestos a oponerse a Rusia con sanciones, coincide Miller.

“Pero eso puede ser poco realista”, dice, abogando por un enfoque más pragmático: “Creo que cuando todo esto se resuelva de alguna manera, vamos a terminar con una especie de Guerra Fría 2.0, pero en la que muchos países del mundo no van a estar dispuestos a optar por un bando”.