Emmanuel Macron se ha mostrado como un líder político desvinculado de las fuerzas tradicionales, como un detractor de la izquierda y de la derecha, como un defensor de Europa y como un dirigente joven y arriesgado. A pesar de ello, su trayectoria no ha estado desvinculada del poder político y económico francés y sus propuestas han virado hacia uno u otro lado del espectro ideológico según el contexto. El actual presidente ganó la reelección en segunda vuelta este 24 de abril.
Antisistema, liberal, europeísta, camaleónico, novedoso, seductor, e incluso, oportunista, son algunos de los adjetivos que se le han buscado atribuir a Emmanuel Macron. Difícil de encajar en las categorías tradicionales de la política francesa, el actual presidente ha hecho explícita su búsqueda por salirse de las etiquetas.
Un objetivo que cautivó a muchos de los electores en 2017 y que puso a tambalear la manera de hacer política de sus contrincantes. Las banderas de cambio hicieron que Macron ganara rápidamente un espacio en el ámbito político aún a pesar de no haberse presentado a ninguna elección popular.
Entonces, Macron le habló a los franceses cansados de los partidos tradicionales y les prometió acabar con las prácticas paquidérmicas, tanto de la derecha como de la izquierda. Les aseguró un resurgimiento de Francia y acabó venciendo, en segunda vuelta, a la candidata ultraderechista Marine le Pen con más de un 66% de los votos.
El presidente de lo ‘inédito’
Cuando Emmanuel Macron llegó al Palacio del Elíseo en 2017, se convirtió en el presidente más joven de la República francesa. Un logro histórico, que fue aún más particular al haber ganado las elecciones como el líder de un movimiento político que él mismo creó y que no tenía representantes electos.
Tan solo un año antes de consagrarse como vencedor, el actual presidente anunció su movimiento ‘¡En Marcha!’ (En Marche!) en Amiens, su ciudad natal.
Macron nació en 1977 en el seno de una familia de médicos, su papá era profesor de neurología y su madre pediatra y asesora médica. Tiene dos hermanos que siguieron el camino de sus padres. Sólo él se dedicó a la política.
También allí, Macron recorrió los primeros pasos de su educación. Estudió en el colegio jesuita de la Providence de Amiens y aprendió a tocar piano en el Conservatorio de dicha ciudad. Dejó el lugar para acabar su bachillerato en el liceo privado Henri IV de París.
Muchos años después, esa ciudad, al norte de Francia, marcaría el despegue de su carrera política, que encontró muy rápidamente seguidores fieles y que lo condujo a la presidencia.
El ‘antisistema’ dentro del sistema
Un ‘outsider’, así se define Emmanuel Macron. Un antisistema desligado de la política tradicional. Sin embargo, su trayectoria al Elíseo está lejos de romper con los modelos clásicos y con la élite del país.
Tras estudiar filosofía en la universidad de Nanterre, Macron entró al Instituto de Ciencias Políticas (‘Sciences Po’). Un recorrido académico que acabó en la Escuela Nacional de Administración (ENA), una de las más prestigiosas del país elegida por muchos de quienes terminan ocupando los puestos públicos de élite francesa.
Poco tiempo después, Macron pasó de ser inspector de finanzas a ocupar los puestos más importantes del Rothschild et Compagnie, uno de los bancos de inversión más prestigiosos de Francia.
Allí estuvo a cargo de supervisar la adquisición por parte de Nestlé de una subsidiaria de Pfizer. Un contrato que superó los 10.000 millones de dólares y que le dejó millonarias ganancias al actual presidente.
Sin embargo, Macron dejó el sector privado para volver a forjar una carrera política en el sector público. Una que comenzó en 2012 cuando fue nombrado secretario general adjunto de la Presidencia de François Hollande. Y en 2014 pasó a ocupar el cargo de ministro de Economía, Recuperación Productiva y Asuntos Digitales.
Su paso por dicha cartera no estuvo ajeno a las controversias. El mandatario propuso una ley, que lleva su nombre, para “el crecimiento de la actividad y la igualdad de oportunidades económicas”.
En el papel, la norma pretendía llevar a cabo una gran cantidad de reformas como la ampliación de la apertura de los domingos para los comerciantes, la aceleración de los procedimientos ante el tribunal laboral o la modificación de las normas de despido colectivo.
Sin embargo, la ley suscitó la ira de una buena parte de la población francesa e incluso el rechazo del Parlamento. Sus detractores aseguraban que iba en contra de los ideales “socialistas” franceses.
El Gobierno tuvo incluso que invocar el artículo 49, pocas veces utilizado en Francia, para poder prescindir del voto de los diputados y que se viera aprobada en 2015.
Poco después, Macron dejó el Gobierno y presentó su candidatura de manera independiente, pero habiendo tenido una cercanía sólida con el poder tanto político como económico.
¿Ni de derecha, ni de izquierda?
“Para emocionarse con el discurso de François Mitterrand sobre Europa, unas semanas antes de su muerte, ¿era necesario ser de izquierda? Para sentir orgullo durante el discurso de Jacques Chirac en la Vel d’Hiv, ¿necesitaba ser de la derecha? No, tenía que ser francés”, sentenciaba Macron en uno de sus discursos en Lyon.
Sus continuos saltos ideológicos Macron los justifica con la necesidad de romper con las divisiones entre la izquierda y la derecha para “refundar desde abajo”.
En su autobiografía, ‘Revolución’, se dice de izquierda, pero a la vez aboga por el “centrismo”.
Y a pesar de que su indefinición es uno de los aspectos que le ha valido el apoyo de ambos lados del espectro político, también es una de sus características más criticadas por sus contrincantes: su incapacidad por tomar partido.
Así, tal como muestra el portal ‘Insider’, Macron se ha mostrado “progresista” en cuanto a cuestiones sociales, se ha vendido como “liberal” en los aspectos económicos defendiendo la desregulación, reduciendo los impuestos sobre el capital y aumentando el salario mínimo.
Sin embargo, el medio ‘El Orden Mundial’, asegura que Macron ha tenido un importante giro a la derecha durante su mandato. Explicado, en parte, como una estrategia para ganar votos del electorado conservador en las próximas elecciones.
Muestra de ello fue el nombramiento en 2020 del ministro del Interior, Gérald Darmanin, un conservador que simpatizó con algunos movimientos de extrema derecha. Al mismo tiempo que la Ley de Seguridad Global y la ley contra el “separatismo religioso” que estarían conquistando nuevos votos de la derecha.
El ‘maestro’ de la imagen
Basta con mirar con atención el primer discurso de Emmanuel Macron como presidente electo de Francia para corroborar que el líder de ‘¡En Marcha!’ es un maestro de la imagen. La escenografía frente al emblemático Museo del Louvre, sus palabras pausadas y su iluminación van de la mano de la promesa del mandatario de hacer resurgir a Francia, hacerla brillar de nuevo.
Según anota Moussa Bourekba, investigador del Barcelona Centre for International Affairs, desde ese día Macron marcó una ruptura con su antecesor, François Hollande, y quiso mostrar “el tradicional estatus del presidente de la República tal y como lo concibió el padre de la Quinta República, Charles de Gaulle: la de un hombre providencial, ‘piedra angular’ de las instituciones y ‘árbitro’ por encima de las contingencias políticas”.
Durante su campaña política y también en la Presidencia, Macron ha hecho constante uso del simbolismo. También ha creado una imagen distendida pero elegante, buscando mostrarse joven y confiable a la vez. Macron le presta atención a los detalles, incluso a la elección de sus corbatas.
Además, su manejo del lenguaje ha sido uno de los aspectos que salen a relucir en cada uno de sus discursos. Quizás fue una de las grandes enseñanzas de una de sus grandes pasiones: el teatro.
También fue en el escenario donde el mandatario conoció a su esposa Brigitte Trogneux. Una historia de amor que comenzó cuando Macron tenía 17 años. Ella lo superaba por 24, tenía hijos y estaba casada.
A pesar de la negativa de la familia Macron, se casarían en 2007. Una relación que también ha influido en su imagen, que según el medio ‘Le Soleil’ es cuidada por la especialista, Michèle Marchand.
Proeuropeísmo, otra de las banderas de Macron
Desde el comienzo de su campaña, Macron ha defendido su postura proeuropea. El mandatario se propuso fortalecer la UE durante su mandato y ser uno de sus líderes hacia ese camino. Recién llegado al Elíseo, el mandatario visitó múltiples países del bloque que no son destinos habituales para los presidentes franceses.
Ahora, Macron tiene el deber de llevar las riendas de la presidencia rotativa de la Unión Europea. Un periodo de seis meses que coincide con su propia campaña en búsqueda de la reelección.
Poco tiempo antes de que explotara la Guerra en Ucrania, a las puertas del bloque, Macron había prometido una Europa más “segura”, “humana” y “poderosa”. El presidente se ha mostrado como líder y mediador del conflicto, uno de los retos pendientes tras los resultados de este 24 de abril.