Del 29 al 31 de marzo, Verona fue la sede del Congreso Mundial de Familias (WCF).
Se lee, a simple vista, como un cónclave dedicado a fortalecer al núcleo fundamental de toda sociedad. Sin embargo, en Italia, concibió toda suerte de análisis que despertaron a una criatura con un rostro nada amigable, según los detractores del encuentro.
Para periódicos como The New York Times, se trata de un evento que congrega a la élite antiaborto y antigay más recalcitrante. De hecho, aseguran que entre sus participantes más notorios, se encuentran reconocidos aliados del presidente ruso Vladimir Putin, el ícono de las sociedades que buscan la identidad y tradición como sus principales cimientos.
Italia tiene su propio maestro de ceremonia en la tarea: el ministro del Interior Mateo Salvini, del partido derechista Liga Norte. Sus esfuerzos antiaborto los gestó como orador principal de la WCF.
A las organizaciones proaborto italianas, específicamente las de Verona, no les cayó en gracia la situación. Sobre todo porque Salvini ha asegurado que los valores liberales han deshecho la familia tradicional y que eso ha contribuido a la baja en las tasas de natalidad.
Al ministro del Interior le preocupa algo más complicado de concebir (literalmente hablando). Considera que si las mujeres italianas no tienen bebés con sus parejas nativas, corren el riesgo de ser reemplazados por los migrantes y musulmanes africanos.
“No se puede repoblar Calabria, Cerdeña o Trentino con migrantes a quienes se les pague el dinero de los italianos”, escribió desde su cuenta de Twitter.
Quanta educazione, quanto rispetto…
Bacioni anche a loro. 😘 pic.twitter.com/pfS5DRJ1Gh— Matteo Salvini (@matteosalvinimi) March 9, 2019
Una ley para consultar el aborto… legal
El ministro Salvini no está solo en los esfuerzos por anular el aborto en Italia. El alcalde de Verona, Federico Sboarina, lo acompaña en la tarea. Su oficina está incluso adornada con las fotos de las ultrasonografías de sus hijos y guarda una matrioska con el rostro del presidente ruso.
En 2018, el edil impulsó en su ciudad una ley que obliga a las mujeres a consultar a las organizaciones antiaborto antes de interrumpir su embarazo. La medida supone un obstáculo para quienes en un inicio se amparan en otra normativa aprobada en 1978, la cual les da la facultad para hacerlo.
“Es la ciudad del amor, de Romeo y Julieta, y el fruto del amor es la vida”, dijo Sboarina, asegurando que tiene el objetivo de convertir a Verona en la primera “ciudad provida” de Italia.
Desde el concejo de Verona argumentan que, hacer que las mujeres que quieran interrumpir su embarazo consulten la decisión con organizaciones antiaborto, no tiene que ver con un mecanismo para echar atrás el derecho al aborto legal. Lo que buscan, según sus argumentos, es ofrecer ayuda económica a las féminas en dificultades, ya sea que fueran solteras “o tal vez hayan sido violadas” o quizás “se hayan vuelto prostitutas”.
Pero desde el año pasado, las organizaciones que hacen frente a la política conservadora de la derecha, realizan manifestaciones para denunciar lo que consideran un abuso.
“El cuerpo de las mujeres se ha vuelto un campo de batalla político en Italia”, asegura Giulia Siviero, activista feminista. “Lento pero seguro, ladrillo tras ladrillo, están debilitando la ley” (1978).
Contra el matrimonio entre personas del mismo sexo
La lucha por anular el aborto viene en combo. La derecha italiana también ha puesto la gestación a su causa, atacando otro frente común y cercano a quienes defienden su derecho de interrupción de embarazo: el matrimonio gay.
El alcalde de Verona acompaña desde 2015 las marchas contra esa idea. Está auxiliado de Lorenzo Fontana, un ultraconservador y miembro del partido Liga Norte.
Se les ha visto recorrer las calles con líderes fascistas de Verona, de barras bravas del fútbol y de grupos extremistas, en contra del tema.
Fontana considera que tanto el matrimonio con personas del mismo sexo, así como el aborto, “debilitan a la familia natural”, por lo tanto deben emprender “la batalla final, porque las poblaciones [europeas] están bajo ataque”.
Otras figuras políticas italianas ven como una amenaza la conducta de los políticos de derecha.
Flavio Tosi, exalcalde de Verona, antes promovía a Fontana y Sboarina, pero se enfrentó a al ahora Ministro del Interior Salvini, por el liderazgo de Liga Norte y terminó expulsado de ese partido de derecha.
Ahora ve las cosas con otro prisma: “Nos hacen recordar el periodo fascista, ya que el argumento sobre la tasa de natalidad era uno de sus puntos principales”, recordó.
Justifica que durante sus gestiones se negara a someter a votación la norma antiaborto, porque en esos tiempos era considerada “una locura”, pero al parecer, las críticas en su contra calaron. En la actualidad, asume que “la atmósfera ha cambiado”.