El 5 de noviembre se llevarán a cabo las elecciones presidenciales de Estados Unidos, en donde Joe Biden se jugará la reelección frente a un Donald Trump que, fiel a su estilo, amenaza con sacarlo de la Casa Blanca.
Los dos candidatos más fuertes de este proceso eleccionario llegan con sus propios problemas. Mientras Biden ha sido blanco de críticas por su manejo frente a conflictos como el de Ucrania o Gaza, el magnate se ha vuelto un nombre recurrente en los tribunales de justicia por diferentes casos.
Es bajo este contexto que los dimes y diretes entre ambos no se han hecho esperar, con un presidente norteamericano que ha sorprendido con el tono punzante e irónico que ha adquirido en estas confrontaciones.
Con diversas acusaciones mutuas, finalmente ambos acordaron realizar debates previos a los comicios de noviembre, en un proceso que para muchos puede ser un tanto confuso por el mecanismo que emplea el país para elegir a su presidente.
¿Cómo funciona el sistema electoral de Estados Unidos?
Lo primero que se debe tener en cuenta es que las elecciones presidenciales norteamericanas son un proceso complejo que no funcionan tal como los comicios que tenemos en Chile.
En el caso de Estados Unidos, sus ciudadanos no eligen a su nuevo presidente mediante el voto popular directo sino que más bien el voto pasa a un conteo estatal. En 48 estados y Washington, D.C., el candidato ganador se lleva todos los votos electorales de ese estado, incluso si se impone por un solo voto.
La cantidad de votos electorales que otorga cada estado depende de su cantidad de representantes, lo que -a su vez- depende del tamaño de la población. Bajo esta modalidad, el candidato que obtenga al menos 270 votos electorales de los 538 miembros del Colegio Electoral gana la presidencia.
Es por esta razón que California, por ejemplo, tiene gran relevancia en los comicios: entrega 54 votos electorales. Al estado ubicado en el extremo oeste del país le siguen Texas (40), Florida (30) y Nueva York (28).
Sin embargo, hay dos excepciones en esta modalidad: Maine y Nebraska, estados que asignan a sus electores con un sistema proporcional, por lo que se reparten los electores.
Lo anterior hace que se den ciertas particularidades, como por ejemplo que no necesariamente resulte elegido quien haya obtenido la mayor cantidad de sufragios. Bien lo sabe Hillary Clinton, quien en 2016 consiguió 65.180.245 votos populares mientras que Trump 62.662.985.
La balanza finalmente se inclinó a favor del magnate ya que pese a haber cosechado menos votos, consiguió 306 votos electorales gracias a los estados en los que se impuso. Clinton, por su parte, sólo alcanzó los 232 votos electorales.
Anteriormente, en 2020, ocurrió algo similar, cuando el candidato republicano, George W. Bush, tuvo 50.456.002 votos populares, en tanto que el demócrata Al Gore se alzó con 50.999.897. Lamentablemente para sus pretensiones, Bush venció gracias a los 271 votos electorales que recibió, mientras que Gore solamente obtuvo 266 votos.
“Es un mecanismo que surge de la discusión constitucional en Estados Unidos, de cuando se redactó la Constitución. En aquel entonces habían algunos que querían que el Congreso fuera el que eligiera al presidente mientras que había otros que se resistían a esa idea y decían que debían ser los electores”, comentó a BioBioChile Juan Ignacio Brito, académico de la Facultad de Comunicación e investigador Centro SIGNOS de la Universidad de los Andes.
“Entonces se llegó a una suerte de solución de compromiso, creando este sistema indirecto de un colegio electoral que hoy está compuesto por 538 miembros distribuidos a lo largo de los estados”, complementó.
“Lo que ocurre ahí es que cada estado nombra, o tiene derecho a nombrar, tantos electores para el colegio electoral como parlamentarios tiene. De esta manera, si un estado tiene 11 diputados, o representantes como le dicen allá, y dos senadores, porque todos los estados tienen dos senadores, tendría 13 miembros del Colegio Electoral y esos son los que mandaría al colegio Electoral una vez realizada la elección”, explicó el experto.
¿Por qué hay estados bisagra?
Conocidos como swing states, los llamados estados bisagra en Estados Unidos son aquellos en donde los candidatos del Partido Republicano y del Partido Demócrata cuentan con un apoyo similar.
Dicho de otro modo, son los estados en los que ninguno de los partidos cuenta con una ventaja clara. Históricamente han carecido de una tradición clara de apoyo hacia alguna de las dos coaliciones.
Considerados clave para el resultado de los comicios, estos estados son denominados así porque su voto oscila entre ambos partidos, siendo incierto quién resultará ganador en cada elección.
En la vereda contraria, existen aquellos estados “seguros”. El experto y vicepresidente del centro de estudios North Star Opinion Research (ligado al partido Republicano), precisa que son territorios en donde un determinado candidato tiene la victoria casi asegurada, siendo prácticamente imposible que sufran una derrota electoral. Debido a esto, plantea, es muy improbable que gasten tiempo y recursos haciendo campaña en esos lugares.
Brito añade que Estados Unidos se ha ido separando, “en términos de lo que se llama el Estados Unidos rojo, que sería el que vota por el Partido Republicano, y los Estados Unidos azul, que es el que votaría por el Partido Demócrata”.
“Entonces como que se han ido solidificando algunos estados. Si uno mira el mapa, los estados costeños votan por el Partido Demócrata, son estados azules, mientras que el interior es más bien rojo, es decir, suelen ser republicanos”, sostiene.
“Pero hay algunos estados, que en EE.UU les llaman el Midwest o el Medio Oeste, como Pennsylvania, Wisconsin, Michigan, y otros estados del oeste como Nevada, Arizona, y algunos del sur, como Florida, en donde el resultado no es tan claro. No son claramente ni azules ni rojos”, precisó.
El experto remarca que esos estados son aquellos en donde hay más en juego, “porque en los otros como que ya se sabe quién va a ganar. O sea, nadie duda que en California, por ejemplo, va a ganar el candidato demócrata y nadie duda demasiado que en Texas va a ganar el candidato republicano”.
“En cambio, en estos otros estados en donde no hay tanta certeza de cuál va a ser el ganador, son los que más se disputan y por lo tanto, los que reciben más atención de parte de los candidatos. Los visitan mucho, invierten bastante en las campañas en esos estados. En definitiva, son los que van a dirimir la elección y quien se lleve esos estados, o la mayoría de estos, va a lograr reunir los 270 electores para salir elegido presidente”, puntualizó.