“No me arrepiento”: el presidente estadounidense Joe Biden, que atraviesa la primera crisis grave desde su llegada a la Casa Blanca, defendió este lunes sin pestañear la retirada de Estados Unidos de Afganistán, nuevamente bajo control talibán tras 20 años de intervención liderada por Washington.
“Estoy profundamente entristecido por los acontecimientos. Pero no me arrepiento de mi decisión de poner fin a la guerra de Estados Unidos en Afganistán”, dijo sobre la programada salida de las tropas estadounidenses antes del 31 de agosto.
Unos 20 minutos dedicó el mandatario demócrata a un discurso televisado a la nación desde la Casa Blanca, muy esperado luego de varios días de silencio ante el histórico avance de los talibanes y la huida el domingo del presidente afgano, Ashraf Ghani.
Mientras la toma meteórica de los talibanes y las escenas de caos en el aeropuerto de Kabul sorprendían al mundo, el comandante en jefe de las fuerzas armadas estadounidenses reconoció que el gobierno afgano cayó “más rápido” de lo anticipado.
Según Biden, Washington les dio a los afganos “todas las oportunidades para determinar su propio futuro”, pero no pudo darles “la voluntad” de pelear por eso.
“Las tropas estadounidenses no pueden ni deben luchar y morir en una guerra que las fuerzas afganas no están dispuestas a luchar por sí mismas”, enfatizó.
Biden desestimó las críticas que la evacuación es una debacle, señalando que la prioridad es detener una guerra que se extendió mucho más allá de su objetivo inicial de castigar a los talibanes por sus vínculos con Al Qaida después de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
“Nunca se suponía que la misión en Afganistán fuera a construir una nación”, dijo, y prometió que a pesar de la salida de las tropas estadounidenses las operaciones antiterroristas continuarán.
Biden prometió “alzar la voz” sobre los derechos de las mujeres ante el regreso del mandato talibán y dijo que “miles” de ciudadanos estadounidenses y afganos que habían colaborado con Washington serán evacuados en los próximos días.
Sumado a ello, amenazó con una respuesta militar “devastadora” si los talibanes buscan impedir la salida.
Sin responder a las preguntas de los periodistas, Biden preveía volver a Camp David, la residencia presidencial de descanso, donde estaba de vacaciones desde el viernes y de donde había regresado recién el lunes al mediodía.
Cuarto presidente estadounidense en dirigir la guerra en Afganistán, el mandatario es cuestionado incluso por quienes saludaron su elección en noviembre.
“La historia recordará que Joe Biden fue quien presidió la humillante conclusión de la experiencia estadounidense en Afganistán”, dijo el diario The New York Times.
Casa Blanca paralizada
Frente a esta ola de críticas sin precedentes, la Casa Blanca de Biden, esa máquina bien engrasada, parecía paralizada en los últimos días.
Pasó casi una semana entre el último discurso público del presidente sobre Afganistán, el 10 de agosto y el de este lunes.
Entre los dos, Biden, que parece haber dejado de lado la empatía que suele mostrar como su marca registrada, no cambió su mensaje: Estados Unidos no tiene nada más que hacer en Afganistán, algo inicialmente percibido de forma positiva por la opinión pública.
Pero eso fue antes que Estados Unidos siguiera hora tras hora la rápida caída de Kabul, un resultado que Biden aseguró hace apenas unas semanas que no era “inevitable”.
Esto también fue antes que las cadenas de TV transmitieran imágenes de helicópteros estadounidenses sobre Kabul, que recuerdan la evacuación en pánico de la embajada estadounidense en las últimas horas de la guerra de Vietnam en 1975; un escenario que Biden también había descartado secamente.
Republicanos arremeten
El jueves y viernes, en un desfasaje cada vez más llamativo con el progreso impactante de los talibanes, la Casa Blanca seguía centrada en promover importantes proyectos económicos y sociales y en difundir fotografías de Biden recibiendo “actualizaciones” sobre la situación en Afganistán durante sus vacaciones.
La oposición republicana, hasta ahora avergonzada ya que la retirada de Afganistán había sido decidida por el antecesor republicano de Biden, Donald Trump, arremetió contra la administración demócrata por lo que consideró una humillación para el ejército estadounidense.
Trump, que ordenó las negociaciones con los talibanes y, de ser reelegido, había estado preparando una salida incluso antes, a partir del 1 de mayo de 2021, no escatimó críticas contra Biden.
“No es que nos vayamos de Afganistán. ¡Es la forma tremendamente incompetente en que nos vamos!”, dijo en uno de varios comunicados, tras pedir la renuncia del demócrata.
Queda por ver a quién culparán los estadounidenses por esto y si tendrá un impacto político duradero.
El legislador republicano Adam Kinzinger, que sirvió militarmente en Afganistán, se descargó en Twitter: “Culpo a Trump por hacer que este momento sucediera y a Biden por este resultado fallido. No elijo bando, porque ambos lados han fallado. Esa es la verdad”.