El presidente chino, Xi Jinping, dijo a la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, que ningún país puede, desde la "arrogancia", enseñar a otros cómo defender los derechos humanos.
El presidente chino, Xi Jinping, y la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, quien visita el gigante asiático hasta el viernes, mantuvieron una reunión virtual un día después de que aparecieran nuevas publicaciones que documentan la vida en el interior de campos de “reeducación” en la región occidental de Xinjiang.
En dicha zona, estarían o habrían estado recluidos cientos de miles de uigures y otras minorías musulmanas.
China tiene “una senda de desarrollo de derechos humanos que (…) encaja con sus condiciones nacionales”, indicó Xi, que pidió que la cuestión no sea “politizada, instrumentalizada o tratada con doble rasero”, según la cadena estatal CCTV.
El mandatario sí defendió el “compromiso” del Partido Comunista para “proteger los derechos humanos” bajo la premisa de que la formación -de la que es secretario general- tiene como objetivo “la felicidad del pueblo chino” y “la modernización” de la nación.
“Venimos luchando por los intereses de nuestro pueblo desde hace más de cien años. Los derechos humanos de los chinos tienen garantías sin precedentes”, aseveró el mandatario.
China, agregó Xi, “seguirá desarrollando” lo que denominó “democracia popular de proceso completo”, término con el que el régimen comunista intenta defender que su sistema de gobierno también es una democracia, pero diferente a las occidentales.
Al margen, afirmó que nadie tiene por qué enseñarle a China cómo defender los derechos humanos y que estos “no se deben politizar” para “interferir” en los asuntos internos de otros países.
“Y lo que no es para nada necesario son los profesores arrogantes con otros países, y mucho menos que se politicen estos asuntos”, dijo el líder chino en velada referencia a Estados Unidos y la Unión Europea (UE), quienes sancionaron a funcionarios y entidades chinas el año pasado a cuenta de los abusos en Xinjiang.
China tiene “su propia manera”
El político justificó que las “condiciones históricas y específicas de cada país son diferentes”, así como sus niveles de desarrollo económico y social, con lo que cada uno debe “explorar su propia manera de abordar los derechos humanos”.
“Desviarse de la realidad y copiar modelos de otros países no es solo inaceptable, es que tiene consecuencias catastróficas, y en última instancia hace que la gente sufra. Hay muchos ejemplos al respecto”, acotó.
Según Xinhua, Bachelet aseguró que cree que esta visita le ayudará a “entender mejor” a China: “Admiro los esfuerzos y logros de China a la hora de erradicar la pobreza y de proteger los derechos humanos o de progresar en su desarrollo económico y social. También su papel para salvaguardar el multilateralismo y para lidiar con desafíos globales como el cambio climático”.
“Esperamos fortalecer la comunicación para promover la causa global de los derechos humanos”, agregó, según la agencia estatal.
En los últimos años, Pekín se ha enfrentado a numerosas acusaciones que aseguran que ha emprendido una campaña masiva de detención y privación de libertad a cientos de miles de uigures con el argumento de frenar la expansión de ideas yihadistas en el seno de esa comunidad, compuesta por unos 13 millones de personas.
Pekín, que ha calificado en alguna ocasión las acusaciones como “la mentira del siglo”, argumenta que no empleó campos de reeducación sino “centros de capacitación vocacional” en el marco de un programa para mejorar la economía y sociedad de la región, que ha sufrido en las últimas décadas atentados terroristas de corte yihadista.
Visita en “burbuja covid” y sin prensa
La visita de Bachelet se ha visto enturbiada por la publicación de nuevos documentos, producto de una filtración, que documentan la vida en el interior de los campos de reeducación en Xinjiang, donde estarían o habrían estado recluidos cientos de miles de uigures y otras minorías musulmanas.
Estos muestran incluso un fragmento de un discurso de un jefe local del partido en el que se insta a los guardias a disparar a matar contra todo detenido que intente alejarse de los centros.
Además, varias organizaciones y gobiernos occidentales también han puesto en tela de juicio la utilidad de la visita de Bachelet, que tiene lugar dentro de una “burbuja” sin contacto con el exterior -oficialmente, debido a la pandemia- y sin acceso para la prensa.
Varias ONG avisaron en las últimas semanas que China no dará a Bachelet acceso independiente a Xinjiang y mostraron su temor a que Pekín utilice la visita con fines propagandísticos.
La visita, indicaron, tampoco es excusa para que la oficina que dirige Bachelet continúe retrasando la publicación de su informe sobre los abusos que sufren los uigures, que la propia alta comisionada confirmó que estaba por terminar en septiembre de 2021.
Xi, por su parte, habló de “doble rasero” a la hora de acusar a China y criticó que otros busquen “interferir en los asuntos internos de otros países bajo el pretexto de los derechos humanos”.
“Tenemos que promoverlos desde una dirección inclusiva, justa y razonable”, indicó el mandatario, y agregó que su país seguirá “apoyando” los “esfuerzos activos” de Naciones Unidas y que cooperará en esta materia pero desde “el respeto mutuo y la igualdad” para así “expandir el consenso, reducir las diferencias, aprender del otro y hacer progresos juntos”.