Japón verterá al mar más de un millón de toneladas de agua procedente de la accidentada central nuclear de Fukushima una vez tratada, anunció este martes el gobierno pese a la oposición que suscita el proyecto.
La decisión pone fin a siete años de debate sobre cómo deshacerse del agua de lluvia, de las capas subterráneas o de las inyecciones necesarias para enfriar los núcleos de los reactores nucleares que entraron en fusión como consecuencia del tsunami del 11 de marzo de 2011.
Alrededor de 1,25 millones de toneladas de agua contaminada están almacenadas en más de 1.000 cisternas cerca de la central nuclear, en el noreste de Japón.
El agua será vertida “después de asegurarnos de que se halla a un nivel (de sustancias radiactivas) claramente inferior a los estándares de seguridad”, declaró este martes el primer ministro Yoshihide Suga, quien añadió que el gobierno tomará “medidas” para impedir que esto perjudique la reputación de la región.
Urgía tomar una decisión porque el agua se acumula rápidamente: en 2020 el lugar generó cada día unos 140 metros cúbicos de agua contaminada y en el otoño de 2022 se podría llegar a los límites de capacidad de almacenamiento de agua, según Tepco, el operador de la central.
El agua que se arrojará al mar se ha filtrado varias veces para eliminar la mayoría de las sustancias radiactivas (radionucleidos), pero no el tritio, porque no se puede quitar con las técnicas actuales.
La operación tardará dos años en comenzar y podría tomar décadas.
Fuerte oposición
Se ha dado preferencia a esta opción sobre otras, como la evaporación en el aire o el almacenamiento sostenible.
Los pescadores y los agricultores de Fukushima la critican porque temen que deteriore aún más la imagen de sus productos entre los consumidores.
“La gestión del agua contaminada es un tema que no se puede evitar” en la reconstrucción de Fukushima, declaró Suga a la prensa el miércoles pasado después de reunirse con el jefe de la federación de cooperativas pesqueras de Japón, opuesto categóricamente al proyecto.
El gobierno “nos dijo que no vertería agua (al mar) sin la adhesión de los pescadores”, declaró a la cadena de televisión pública NHK Kanji Tachiya, director de una cooperativa pesquera local de Fukushima, este martes por la mañana antes del anuncio de la decisión.
“Ahora vuelven con lo mismo y nos dicen que verterán el agua, es incomprensible”, añadió.
“El gobierno japonés ha abandonado una vez más a la gente de Fukushima”, reaccionó Greenpeace este martes, criticando una “decisión completamente injustificada de contaminar deliberadamente el océano Pacífico con residuos nucleares”.
La organización ecologista Greenpeace ha insistido en que se siga almacenando el agua hasta que la tecnología permita descontaminarla por completo.
Apoyo estadounidense
Al comienzo de 2020, expertos comisionados por el gobierno recomendaron el vertido en el mar, una práctica ya existente en Japón y en el extranjero en instalaciones nucleares activas.
“Hay un consenso entre los científicos sobre el hecho de que el impacto para la salud (de verter al mar agua tritiada) es minúsculo”, declaró a la AFP Michiaki Kai, profesor y experto en los riesgos de las radiaciones en la universidad de ciencias de la salud en Oita (suroeste de Japón).
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) también aboga por esta opción.
“Tomamos la decisión (del gobierno) en serio”, declaró el martes Tomoaki Kobayakawa, jefe de Tepco.
“Tomaremos medidas para evitar que circulen rumores nefastos” contra la agricultura, los bosques, la pesca y el turismo locales, añadió.
Los vecinos de Japón, con los que Tokio mantiene relaciones agitadas por disputas históricas, están descontentos. China transmitió el lunes sus “grandes preocupaciones” y pidió a Japón “prudencia” a la hora de eliminar el agua contaminada.
Corea del Sur ha expresado su “profunda preocupación” por la decisión japonesa de verter el agua contaminada.
El gobierno estadounidense, aliado de Tokio, expresó sin embargo su apoyo en un comunicado poco después del anuncio. Japón “sopesó las opciones y los efectos, fue transparente en su decisión y parece haber adoptado un enfoque acorde con las normas de seguridad nuclear reconocidas internacionalmente”, señala.