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El miércoles, sectores de la oposición buscaban repetir las postales de incidentes en Buenos Aires, pero la aprobación legislativa de un nuevo acuerdo con el FMI opacó todo reclamo. Hubo más ruido dentro que fuera del Congreso.

Con el antecedente de los incidentes y la represión del 12 de marzo, el gobierno de Javier Milei celebró el pasado miércoles un doble partido ganado en el Congreso de Argentina. Adentro, con la mayoría de los diputados -a puro grito, con megáfono y mucha chicana- que dio aval al decreto presidencial para concretar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Afuera, una marcha “por los jubilados” que perdió su propósito y terminó con apenas un puñado de militantes peleando con las vallas del operativo policial.

La clave de la “victoria” para la administración de Milei fue el operativo bautizado como “zona estéril”: varios cortes en las calles aledañas al Congreso de la Nación en Buenos Aires con un vallado principal a metros de las escalinatas de ingreso. Básicamente, evitar que los manifestantes llegaran a estar cara a cara con los 2.000 efectivos afectados al procedimiento de seguridad.

Además, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, lanzó una recompensa de 10 millones de pesos argentinos (unos 8,5 millones de pesos chilenos) para aquellos ciudadanos que aportaran datos sobre aquellos violentos que causaran destrozos e incidentes.

Para sumarle presión a la jornada, en las pantallas de las estaciones de trenes, la administración trasandina emuló “1984” y fue claro en su mensaje: “Protesta no es violencia. La Policía va a reprimir todo atentado contra la República”.

A diferencia del 12 de marzo, cuando un fotógrafo terminó gravemente herido por una granada de gas lacrimógeno y hubo más de 100 detenidos -según el gobierno, en su mayoría barras bravas del fútbol-, la jornada del miércoles tuvo más ruido adentro que afuera del Congreso.

Con la aprobación del decreto 179/2025 en una de las dos cámaras legislativas -en el Senado es más dificultoso para el oficialismo negociar la mayoría-, el Poder Ejecutivo buscaba obtener luz verde para habilitar el acuerdo con el FMI por un monto final a desembolsar que aún no se revela y del que apenas se conoce la tasa anual en dólares del 5,63%, según lo poco que expuso el secretario de Finanzas, Pablo Quirno.

La sesión legislativa de unas seis horas quedó marcada por los cruces de la “casta política” entre la oposición (el kirchnerismo y la izquierda) contra el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem, a quien incomodaron por la filtración de presuntos audios de WhatsApp en los que el oficialista pedía a su bancada “hacer quilombo”.

Finalmente, el decreto de Milei logró ser ratificado por 129 votos positivos de los diputados, 108 en contra y seis abstenciones. La Libertad Avanza, el partido oficialista, contó con el acompañamiento del PRO, de la Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica y un apoyo parcial de Encuentro Federal. También sumó el respaldo de Innovación Federal y los diputados que responden a los gobernadores aliados a Milei.

Pero, como la tensa previa del debate lo dejaba entrever, el kirchnerismo y los diputados de la izquierda estaban bien avispados para desplegar su arsenal de chicanas para la tribuna mediática y el recorte viral en X, una irresistible discusión que ni los libertarios quisieron perderse.

Más ruido dentro que fuera del Congreso por decreto de Milei

Uno de los que agregó picante desde temprano a la sesión por el FMI fue el diputado kirchnerista Germán Martínez, jefe del bloque de Unión por la Patria. Se molestó porque Martín Menem, en su rol de presidente de la Cámara de Diputados, le pidió redondear su discurso durante el tratamiento de las condiciones de labor parlamentaria. “Vení a laburar. Quedate a laburar, porque después vos pedís respeto y después no lo cumplís”, le lanzó el peronista.

Martínez también le reprochó al sobrino del expresidente Carlos Menem haber levantado la sesión legislativa para armar una comisión investigadora por el escándalo de la cripto $LIBRA el miércoles pasado cuando -según recordó- había quorum, es decir, la presencia de la mitad más uno de los integrantes de la Cámara Baja.

Otro que manifestó su furia contra Menem fue el diputado izquierdista Nicolás del Caño, quien suele ser protagonista reiterado de escándalos políticos. El legislador condenó la represión de la violenta movilización del 12 de marzo y denunció el “autoritarismo” del gobierno de Milei por el operativo policial en las inmediaciones del Congreso.

“No se puede sesionar con la militarización del Congreso y una represión criminal que están preparando”, gritó Del Caño, a quien el titular de Diputados le interrumpió el micrófono porque se había excedido de tiempo. “¡No me corte la palabra!”, contestó enojado Del Caño.

Por su parte, el jefe del bloque de La Libertad Avanza, Lisandro Almirón, quien la semana pasada se agarró a piñas con el también oficialista Oscar Zago, fue acompañado por gritos de todos los bloques opositores y obligado por Martín Menem a pedirle disculpas a su compañero.

Y para aportar el toque de espectáculo, la diputada -también oficialista- Marcela Pagano, otrora conductora de televisión, sacó un megáfono y acusó a Menem de ser un “fascista” por interrumpirla. Pagano tiene diferencias con los miembros de su bloque porque en abril pasado había sido elegida para presidir la Comisión de Juicio Político, algo que el propio oficialismo luego desconoció.

Finalmente, Milei obtuvo el respaldo para firmar con el FMI, algo que estimó para mediados de abril. “Los 129 diputados dieron un mensaje a nuestros acreedores que demuestra madurez y grandeza”, expresó por la noche en un comunicado su oficina presidencial.

En paralelo, los militantes organizados fuera del Congreso empezaron a retirarse al mismo tiempo que el sol. Esta vez, no había represión que lamentar ni desborde que continuar agitando. Las pancartas por la situación de los adultos mayores habían desaparecido.

El festejo del oficialismo, luego de semanas donde el gobierno perdió la agenda por el escándalo por presunta estafa con $LIBRA o la disparada del dólar blue ante la incertidumbre por el acuerdo con el FMI, también corrió al olvido el motivo inicial de la tan anunciada protesta: que un jubilado cobró en marzo 349.122 pesos argentinos con bono incluido (unos $294.000 pesos chilenos), mientras que la canasta básica es tres veces más alta: 1.200.523 pesos argentinos ($1.013.840 chilenos).

“Quedó claro que cuando no hay violencia, las Fuerzas de Seguridad garantizan el orden sin conflictos. Muchos de los que buscan el caos no se animaron a venir. Otros sí, pero los frenamos antes: 39 detenidos con antecedentes, armas o infracciones en trenes, y 4 micros ilegales, repletos de gente, interceptados en la ruta. Estamos construyendo una Argentina con paz, ley y orden. Y no vamos a dar ni un paso atrás”, ponderó la ministra Bullrich sobre la revancha alcanzada.