Miles de pasajeros terminaron con vuelos cancelados por las sucesivas medidas de fuerza tanto de pilotos como de Intercargo, compañía estatal que brinda asistencia y rampa. El gobierno argentino acelera las privatizaciones y demanda a los responsables.
La prolongada pelea entre el gobierno de Javier Milei y los gremialistas que resisten en las compañías estatales Aerolíneas Argentinas e Intercargo (encargada de los servicios de asistencia y rampa) sumó un nuevo round esta semana. Es que los pilotos hicieron un boicot al Poder Ejecutivo y provocaron la cancelación y/o reprogramación de decenas de vuelos, mientras varios pasajeros terminaron como “rehenes” dentro de los aviones por el cese de actividades del personal terrestre y otros, reubicados en vuelos operados por líneas aéreas aliadas.
Enmarcado en el reclamo de los trabajadores por mejoras salariales y en contra de la anunciada privatización, las medidas de fuerza se aceleraron después del paro general de transporte del pasado 30 de octubre, con el agregado de protestas realizadas por la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), dirigida por el sindicalista kirchnerista Pablo Biró, en el Centro de Formación y Entrenamiento de Pilotos (Cefepra), ubicado en el predio del aeropuerto internacional de Ezeiza.
El conflicto impidió la renovación de licencias semestrales de los pilotos de vuelos de largo alcance, que involucra simuladores de vuelo en Cefepra, obligando a múltiples suspensiones e interrupciones por la falta de personal habilitado para operar rutas internacionales de Aerolíneas Argentinas. APLA exige una recomposición salarial de 90% desde mayo y el restablecimiento de ciertos beneficios, cuestionados por el gobierno de Milei.
Al pedido de APLA también se suman otros dos gremios aeronáuticos: la Asociación Argentina de Aeronavegantes (AAA, que reúne a los tripulantes de cabina) y la Asociación del Personal Aeronáutico (APA, que representa a los trabajadores en tierra, como los de Intercargo).
Vuelos cancelados, caos y “abandono de persona”
Durante la semana fueron cancelados varios vuelos internacionales de la empresa estatal Aerolíneas Argentinas con destino a Cancún, Miami, Madrid y Roma, por lo que los pasajeros tuvieron que ser reubicados en los aviones de Gol y Avianca, dos firmas aliadas de Aerolíneas Argentinas vía Sky Team.
El lunes último, hubo 25 suspensiones y/o reprogramaciones en el Aeroparque de la Ciudad de Buenos Aires. Al día siguiente, otros cinco vuelos fueron cancelados debido a que las tripulaciones encargadas de operarlos no estaban correctamente certificadas para hacerlo. Y el miércoles, el caos estalló en Aeroparque y Ezeiza: personal de Intercargo hizo un paro sorpresivo por el despido de un empleado que había faltado a sus funciones y dejó retenidos a unos 2.000 pasajeros dentro de los aviones. Curiosamente, eran de otras compañías privadas (Latam, JetSmart y Flybondi) y no de la estatal.
Según la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, “hubo abandono de persona” por parte del sindicalismo detrás de Intercargo, que goza del monopolio para explotar las funciones en tierra: “Bajamos 18 personas en ambulancias con todo tipo de problemas. Desde ataques de nervios, desmayos, hipertensión, hasta enfermos de leucemia con crisis nerviosa. Fue una situación absolutamente extrema”.
Además de suspender la negociación salarial, el gobierno de Milei demandó ante la Justicia al sindicato APA por “abandono de persona, intimidación pública y bloqueo” y dio un ultimátum a los responsables de los paros para que propongan cómo terminar con los conflictos y retomar las tareas con normalidad. De no haber respuesta, o si el plan de los gremios “no es del agrado” de Milei, se convocará al Plan Preventivo de Crisis que derivará en el cierre definitivo tanto de Aerolíneas Argentinas como de Intercargo.
En ese sentido, el vocero presidencial Manuel Adorni confirmó la desregulación del servicio de rampa, algo que fue publicado el viernes en el Boletín Oficial: “Es el fin de Intercargo tal como lo conocemos. Ningún terrorista sindical podrá tomar de rehén nuevamente a un pasajero y arruinarle su viaje, sus vacaciones, su viaje laboral o por temas médicos, ni negarse a hacer su trabajo”.
Por su parte, Bullrich autorizó a que la Policía de Seguridad Aeroportuaria y otras fuerzas federales se encarguen de la carga y descarga del equipaje retenido de los pasajeros, mientras dure la “huelga salvaje” de Intercargo y hasta que otras empresas privadas se presenten para cubrir la función.
Vale aclarar que, a diferencia de APLA, APA y AAA, los otros dos gremios del sector, APTA (técnicos aeronáuticos) y UPSA (personal superior), ya acordaron con la dirección de Aerolíneas Argentinas un aumento de 11,8% para el periodo junio-agosto.
Ricardo Cirielli, el jefe de los técnicos aeronáuticos, calificó a APLA como un “topo” para “destruir” a Aerolíneas Argentinas: “Son muy cercanos a los K [el kirchnerismo] (…) Es complicado explicarle a un bruto lo que tiene que ser”.
Las cifras en rojo de Aerolíneas Argentinas
Aerolíneas Argentinas es una de las compañías que más pérdidas genera para el Estado trasandino. Creada por Juan Domingo Perón en 1950, se privatizó en 1989 iniciada la gestión de Carlos Menem. En 2008, Cristina Fernández de Kirchner la estatizó otra vez. Pero los resultados fueron mayormente en rojo: la aerolínea estatal arrastra desde 2012 un déficit consecutivo año tras año, llegando en 2023 a marcar 200 millones de dólares, según un análisis de la Auditoría General de la Nación (AGN), a pesar de haber recibido un subsidio indirecto producto de la brecha cambiaria por más de USD 380 millones.
Como ya informó BioBioChile, Aerolíneas Argentinas tiene la mayor porción de participación en el mercado de cabotaje: transporta a dos de cada tres personas. Hasta julio, Aerolíneas Argentinas tuvo 5,8 millones de pasajeros, es decir, el 65,7% del total en una torta que comparte con las low cost JetSmart (fondo de capitales estadounidense) y Flybondi (de origen argentino).
Con la intención de sanear las pérdidas y defender su política de “cielos abiertos” para estimular la competencia entre privados, Milei intentó vender Aerolíneas Argentinas. El proyecto fue dejado de lado en su Ley Bases, pero en octubre obtuvo dictamen de la Cámara de Diputados, a la espera de que se trate en el recinto y esté asegurada la mayoría legislativa para darle sanción.
Desde el inicio de la administración libertaria, unos 1.500 trabajadores abandonaron la empresa aérea tras los dos programas de retiros voluntarios y acuerdos prejubilatorios. Y durante el primer semestre de este año, se redujo el déficit operativo en un 70%.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, dijo que los salarios de los pilotos de Aerolíneas Argentina van entre los 3 y 10 millones de pesos argentinos, es decir, hasta 8.000 dólares, cuando el sueldo mínimo de Argentina es de $271.571 (240 dólares). Otros beneficios que enumeró: pasajes gratis para pilotos y sus familiares en clase ejecutiva, reprogramaciones tomadas como horas adicionales, bono en dólares, traslados cubiertos e incluidos en la jornada de trabajo y hasta día libre en su cumpleaños.