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El Senado mexicano aprobó en una extensa y tumultuosa sesión la controvertida reforma al Poder Judicial propuesta por el Gobierno de López Obrador, que permitirá elegir a los jueces por voto popular a partir de 2025. La reforma fue aprobada con 86 votos a favor del oficialismo y sus aliados, mientras que la oposición manifestó su rechazo con 41 votos en contra. Tras intensos debates y protestas, los senadores comenzaron a discutir los 60 artículos reservados en el dictamen de la reforma durante la madrugada. La reforma ha generado críticas tanto internas como internacionales, advirtiendo sobre posibles riesgos para la independencia judicial y la democracia mexicana. Las protestas dentro y fuera del Senado reflejaron la polarización y la tensión que rodea esta reforma que busca cambiar el sistema de elección de jueces en México.

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Tras un intenso debate que duró cerca de medio día, interrumpido por el ingreso de manifestantes en la cámara y un intento de la oposición de tomar la tribuna, el Senado de México aprobó en los primeros minutos de este miércoles la cuestionada reforma al Poder Judicial que a partir de 2025 permitirá elegir a los jueces por voto popular.

De acuerdo con lo señalado por EFE, la reforma propuesta por el Gobierno del presidente saliente Andrés Manuel López Obrador, que implica enmendar la Constitución de México, fue aprobada con 86 votos a favor del gobernante Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y sus aliados, los Partidos del Trabajo (PT) y Verde Ecologista (PVEM).

En tanto, hubo 41 votos en contra de los partidos de oposición Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y Movimiento Ciudadano (MC).

Tras esa votación los senadores iniciaron el debate en lo particular de 60 artículos reservados en el dictamen de la reforma, que se discutirán durante la madrugada de este miércoles.

El oficialismo buscará ahora replicar el mismo modelo de reforma en los congresos de los 32 estados de México.

Intensa y extensa jornada marcada por protestas

En una sesión que acabó en la antigua sede del Senado mexicano, en el Centro Histórico de la capital, custodiada fuertemente por decenas agentes de la policía, los senadores de Morena y aliados, junto con los opositores, discutieron amplia y fuertemente la polémica reforma.

A la ‘supermayoría’ oficialista en el Senado le faltaba un voto para los 86 que exige la mayoría calificada, dos terceras partes de 128 senadores, pero el senador opositor Miguel Ángel Yunes, del PAN, votó a favor y la reforma pudo apenas salir adelante.

La larga jornada fue interrumpida durante la tarde por un grupo de opositores a la reforma judicial que irrumpieron entre agresiones y empujones en el Senado para intentar detener la aprobación del texto.

Los manifestantes accedieron hasta el Pleno del Senado, donde gritaron consignas y reventaron la sesión en curso.

“Ustedes están siendo parte de uno de los mayores retrocesos en la historia de México”, gritó desde un atril la senadora Verónica Rodríguez Hernández, del opositor Partido Acción Nacional, al partido gobernante y sus aliados, a la vez que otros manifestantes trataros a los parlamentarios oficialistas de “¡Traidores!”, según consigna The Washington Post.

Los legisladores se vieron obligados a trasladarse a la antigua sede de la Cámara Alta para continuar con la sesión legislativa, donde también trataron de ingresar los manifestantes y en cuyas inmediaciones protagonizaron choques y escaramuzas con policías.

El grupo de manifestantes se identificó como trabajadores del Poder Judicial, los cuales cumplen un paro de labores desde hace casi tres semanas en protesta por esta reforma.

En un último intento por frenar la discusión de la reforma judicial, alrededor de las 22:00 horas (04:00 GMT del miércoles) los senadores del PRI, PAN y MC intentaron tomar la tribuna del Senado, pero los legisladores de Morena y aliados lo impidieron, según EFE.

Advierten riesgos sobre polémica reforma judicial

La reforma judicial establece la elección de jueces mediante el voto popular y crea un órgano disciplinario para vigilar las sentencias que dicten.

Es decir, la decisión sería de los votantes, quienes tendrían que elegir de entre unos 7.000 jueces, que hay entre los niveles federal y local, incluyendo la Suprema Corte.

Esto es visto por sus detractores como un intento de vulnerar la independencia judicial, la democracia mexicana y la división de poderes.

Las críticas no solo han provenido de la oposición mexicana, sino de organismos de la ONU, asociaciones como Human Rights Watch (HRW), organizaciones internacionales de abogados y los socios del tratado de Norteamérica, Estados Unidos y Canadá.

Entre estos, según recoge Washington Post, algunos socios económicos de México, expertos legales y diplomáticos, advierten que grupos interesados en alcanzar eventualmente alguno de los puestos, incluyendo a narcotraficantes, podrían costear las campañas de los jueces.

Incluso, resaltan que algunos de los magistrados podrían determinar fallos a favor de lo que “sea popular”. Asimismo, el Poder Judicial podría quedar en manos del partido político de turno.

Una vez aprobada la reforma, habrá elecciones populares y campañas en el Poder Judicial a partir de 2025, se reducirá de 11 a nueve el número de integrantes de la Suprema Corte y se creara un Tribunal de Disciplina Judicial.

La discusión en el Senado mexicano comenzó entre denuncias de la oposición, que acusaron al oficialismo, incluyendo las fiscalías, de intimidar a legisladores para garantizar los 86 votos, dos terceras partes del total de 128, necesarios para modificar la Constitución.

El presidente López Obrador buscaba que el Senado aprobara esta reforma, ya avalada por la Cámara de Diputados el miércoles pasado, antes de entregar el cargo el 1 de octubre a la mandataria electa, Claudia Sheinbaum.