El cuerpo de un hombre de 39 años, que estaba siendo buscado desde el 4 de octubre pasado, fue hallado enterrado a metros de un santuario de San La Muerte, ubicado en Amenábar, un pueblo de Santa Fé, Argentina, cercano a Rufino que tiene poco más de 2 mil habitantes. Lo habían decapitado y extirpado el corazón, en medio de un ritual satánico.

“Esto es el mal en estado puro, no es locura, es una opción consciente por el mal”, aseguró el fiscal de Rufino, Eduardo Lago, quien además indicó que en sus 15 años de ejercicio como fiscal “nunca” le había tocado investigar “un crimen tan aberrante, cometido con tanto odio y tanta saña”.

La víctima fue identificada como Juan Marcos Correa, conocido como “Tito”. Según su familia, vivía en “situación de calle”. A fines de septiembre dejaron de verlo. Recién el 4 de octubre denunciaron su desaparición.

Se cree que para esa fecha ya había sido asesinado de una manera salvaje.

Según sospechan los investigadores, el sacrificio habría comenzado cuando la víctima todavía estaba con vida. Los detectives creen que Correa fue engañado y que lo mataron en el mismo lugar donde después hallaron el cuerpo.

Por el caso hay un sospechoso que está detenido en la Alcaidía de Melincué, identificado como “Carlos L.”, un trabajador rural de 34 años, que está imputado por el delito de “homicidio triplemente agravado por ensañamiento, alevosía y odio religioso”, que prevé una condena a prisión perpetua.

El brutal homicidio despertó una enorme conmoción en el pueblo. Gustavo Zaldo, el presidente comunal de Amenábar, se mostró sumamente conmovido: “Quisiéramos que nuestro pueblo no fuera conocido por este hecho tan aberrante, aunque aceptamos que es lo que nos tocó vivir. Pero Amenábar es otra cosa, una comunidad tranquila, con gente pacífica, de trabajo. La localidad creció mucho los últimos diez años, y con el crecimiento vinieron cosas buenas y cosas malas. Es el precio que nos ha tocado pagar”.

En declaraciones al diario La Capital de Rosario, Zaldo entendió que “no fue una pelea en un bar, esto fue algo morboso, con ribetes terroríficos”. Sobre la víctima, contó que era “un muchacho nacido y criado en el pueblo, que solía hacer changas en la comuna, un chico solitario, incapaz de hacerle daño a nadie”.