La mañana de este jueves, las redes sociales ardieron luego que el actor Alejandro Goic abandonara el plató de Mucho Gusto, justo en el momento en el que ingresaba Patricia Maldonado.
El intérprete se encontraba en el matinal de Mega promocionando la nueva teleserie nocturna de la estación privada, Casa de Muñecos, sin embargo,su incomodidad fue evidente cuando Luis Jara presentó a Maldonado.
El momento fue ampliamente comentado en redes sociales, dividiendo a los cibernautas. Pues mientras algunos criticaban su actuar, otros comprendían su decisión debido a la historia del actor.
Según él mismo ha contado en varias oportunidades, siendo muy joven fue detenido durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, de la cual la opinóloga es una férrea defensora.
En dicha época, el también escritor y director de teatro chileno era dirigente del Partido Socialista, por lo que fue interrogado y torturado antes de partir al exilio en Suecia.
“Había mucho de temeridad. Después del Golpe (de Estado) quedó un contingente muy joven porque los dirigentes estaban presos, estaban muertos, estaban exiliados o desaparecidos”, recordó Goic en hace algunos años en Mentiras Verdaderas.
El actor afirmó que su participación como dirigente fue casi una casualidad del destino. “Tres meses antes, para el ‘Tancazo’ (…) yo militaba en la octava comuna La Brava (Londres 38 que fue un famoso local de tortura usado por la DINA donde posteriormente mataron a muchos camaradas y amigos) y me asignaron al Comité Central de la Juventud, y cuando vino el Golpe, lo único que quedó funcionando fue este grupo organizando”, explicó.
En 1976, el Partido Socialista quedó al mando de un grupo de jóvenes entre los que se encontraba él. “Yo me vi, la de noche a la mañana, de un militante de base, muy comprometido, de trabajos voluntarios, allendista acérrimo, convertido por el destino de la vida en dirigente del Partido Socialista en la clandestinidad”, agregó.
Goic aseguró que no fue nada fácil ni emocional ni políticamente, pues en esa época era “casi un niño” que no tenía la preparación para enfrentarse a lo que ocurría ni para ver las desapariciones de sus compañeros.
El intérprete fue detenido en varias ocasiones y dos veces procesado por la fiscalía militar e incluso enviado a un pequeño pueblo en el norte donde trabajó en un trapiche platero en una mina.
Alejandro también confesó, que al igual que muchos de sus camaradas en aquella época, había intentado cerrar esa etapa con una especie de cortina de fierro que sólo volvió a abrir cuando tuvo la oportunidad de interpretar a su propio torturador en la película Carne de perro, de Fernando Guzzoni.
“Yo acepté abrir eso que tenía emocionalmente cerrado bajo siete llaves e intocable en el tiempo, tuve que hacer la representación de quien fue mi torturador, sin juicio moral, sin proselitismo, ni de condena, sino mostrar su vida hoy día. Bueno, muchas de estas personas no fueron juzgadas y conviven con nosotros. El aparato de la DINA fue grande, extendido desde Arica a Punta Arenas y con muchos funcionarios”, señaló hace algunos años a BioBioChile.
En los años 80, el actor se fue al exilio a Suecia, donde posteriormente nació su hija. “Generalmente se toma un poquito liviano el tema del exilio, pero son miles de familias que fueron divididas para siempre, o sea, mis nietos son suecos y serán suecos y nunca más verán a esta ala de la familia que está acá. Fue la separación de la familia chilena de manera radical y para siempre, y de manera absoluta, por las diferencias de orden cultura… el lenguaje que es la patria”, reconoció.
Para el actor es importante revisitar estos temas porque “las cosas no cerradas, negociadas a medias, desde el punto de vista psicológico, existencial o político, terminan por podrirse”.