Si hay una muerte que sigue doliendo en gran parte de la comunidad hispana en norteamérica es la de Selena Quintanilla. La cantante, que puso de moda el Tex-Mex, falleció el 31 de marzo de 1995, justo cuando estaba cerca de convertirse en la mayor estrella pop latina en Estados Unidos.
Selena, fue asesinada por Yolanda Saldívar, que le disparó por la espalda, luego de una pelea en el hotel Days Inn, ubicado a 40 kilómetros del Corpus Christie, ciudad donde residía la cantante.
Saldívar, que ejercía como manager y presidenta de su club de fans, le había estado robando, más de 30.000 dólares. Desde entonces, la homicida ha estado cumpliendo una condena de cadena perpetua.
A 30 años del asesinato de Selena, su victimaria, Yolanda Saldívar, pasa por un proceso de revisión para obtener libertad condicional.
La mujer, de actuales 64 años, cumple su condena en el reclusorio Patrick L. O’Daniel, ubicado en Texas, a unas cinco horas donde ocurrió el crimen.
La posible libertad condicional de la asesina de Selena
Según Variety, el Departamento de Justicia Criminal de Texas indicó que Saldívar sabrá cuál será su destino el próximo 30 de marzo.
El proceso incluye la recopilación de documentos, que serán revisados por un oficial de libertad condicional. También se hará una entrevista a la sentenciada antes de preparar un resumen del caso para el panel de votación.
Por otra parte, el padre de la cantante, confirmó en una antigua entrevista, que no les importa el destino de Saldívar, en el caso de ser liberada.
“No nos importa si la sueltan hoy, nada nos va a devolver a mi hija (…) Ella puede decir miles de cosas, pero la realidad es que sí mató a mi hija y no fue un accidente”, afirmó Abraham Quintanilla a Univisión.
En los años posteriores a la sentencia de cadena perpetua, Yolanda Saldívar sostuvo que el disparo fue un accidente y que en realidad su intención era atentar contra su vida.
Durante una entrevista para Selena and Yolanda: The Secrets Between Them, un documental que se estrenó en 2024, la sentenciada también negó las acusaciones de malversación. “Fui condenada por la opinión pública incluso antes de que comenzara mi juicio”, expresó.
Al momento de su muerte, la mexicana había obtenido un Grammy por mejor álbum regional mexicano en 1993 y su disco, Amor Prohibido, tuvo más de 440 mil copias vendidas en 1995.