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Demi Moore, la actriz que brilló en los años 90 con películas como "Ghost", regresa a la pantalla grande en 2024 con su interpretación en "La Sustancia", donde encarna a una estrella en decadencia enfrentando los estragos del culto a la belleza, lo que podría llevarla a su primera nominación al Oscar. A lo largo de una carrera marcada por inseguridades y desafíos personales, Moore enfrentó adicciones, trastornos alimenticios y la presión de Hollywood, siendo pionera en la lucha por la igualdad salarial entre actores y actrices. Después de años de altibajos profesionales y personales, la actriz finalmente recibe el reconocimiento que tanto ha esperado, demostrando que su talento y perseverancia la mantienen como una figura relevante en la industria del cine.

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En los años 90, Demi Moore, era uno de los rostros más cotizados del cine. Era dueña de una belleza natural, y se hizo rápido de un nombre al estelarizar Ghost: la sombra del amor, pero luego de la cinta, paulatinamente su carrera se estancó.

Algunos dicen que su apuesta por papeles basados en su físico, como Erin Grant, la madre que debe desnudarse en “Striptease”, la encasilló para siempre en roles menores.

Con una trayectoria que se ha ido diluyendo en más de 15 años, este 2024, Moore volvió en gloria y majestad al interpretar en “La Sustancia” (“The Substance”) a Elisabeth Sparkle, una estrella -que como ella- supo de tiempos mejores, pero que ahora debe lidiar con los efectos devastadores del culto a la belleza, una actuación que dice la crítica especializada, la tiene a las puertas de su primera nominación a los Premios Óscar.

Demi Moore: las inseguridades de una estrella

Lejos del glamour que pudiera desprender la actriz, su vida no ha sido fácil. Nació en una familia disfuncional, originaria de Nuevo México, donde el principal interés de su madre, era el alcohol y las drogas.

En un ambiente poco amoroso y dado mayormente a los excesos, Demi apenas cumplió los 18 años, abandonó el hogar para establecerse por su cuenta, primero como modelo en agencias y luego como actriz.

Fue este paso, que marcó su independencia, aunque la llevó a tomar malas decisiones frente a la presión que conlleva actuar en Hollywood.

Mientras estuvo en Brasil, trabajando junto a Michael Caine en la película Echale la culpa a Río, la joven actriz probó por primera vez la cocaína, una droga que -según ella- le permitía ser más “productiva”, recogió el diario argentino Clarín.

Aunque el motivo del problema, era demostrar que era capaz de ofrecer una actuación sobresaliente, una necesidad que la impulsaría a poner en riesgo su propia salud en varios momentos de su carrera.

Al respecto, reveló en su libro de memorias “Todo a la vista” que sufrió de trastorno alimenticio, que fue provocado cuando se preparó para su rol de una abogada naval en “Cuestión de Honor”.

Moore realizaba tres horas de bicicleta, trote y pesas, todo esto para entregar credibilidad a su papel, aunque también repercutió en la vida familiar que formó con su entonces esposo Bruce Willis y sus tres hijas: Scout, Rumer y Tallulah. “Cuando era más joven, sentía que nadie iba a quererme si no me entregaba. Sentía que mi valor estaba atado a mi cuerpo”, escribió en su biografía.

“No sabían qué hacer conmigo”

Después de encadenar una serie de fracasos comerciales, como “Striptease” y “Hasta el límite”, rol en que hizo de recluta de marina, la promesa de estar en grandes producciones cinematográficas no se concretó.

Sumado a esto, Demi Moore empezó a agotar la paciencia de ejecutivos y productores de la industria que vieron que apostar por la actriz no generaba ganancias, visto que por rodar Striptease se desembolsó 12 millones de dólares, un récord para las actrices en aquella época. Por otra parte, al llegar a una edad madura, sufrió de discriminación.

“Han sido unos años de desafío continuo por mi edad. Hasta el punto de sentir que no sabían qué hacer conmigo. No tengo 20, no tengo 30… No hay muchos papeles buenos para las mujeres de más de 40 más allá de ser la madre o la esposa de alguien”, afirmó la intérprete en una sincera entrevista concedida al diario británico Daily Mail.

Asimismo, mientras el teléfono dejaba de sonar, Moore se separó de Willis en 1998, en un divorcio que ocurrió en términos amistosos. No obstante, en medio de la confusión, la actriz vivía un calvario psicológico, producto de las adicciones y el infortunio de no ser valorada profesionalmente.

“Durante años estuve en espiral, en un camino de verdadera autodestrucción. No importan los éxitos que haya tenido, ni el dinero, ni la fama, nada llenaba mi vacío. Nunca me sentí lo suficientemente buena”, escribió en su libro.

El castigo por ser la pionera

En esos años en que Moore destacaba en Hollywood, las estrellas femeninas recibían un sueldo inferior que el de sus pares masculinos.

“Por ejemplo, cuando me convertí en la actriz mejor pagada, que no solo cambió las cosas para mí, sino para todas las mujeres”, agregó al diario español El País. “Me tocó a mí, pero podría haber sido otra persona. No lo veo como algo negativo o malo. Es lo que es”, reveló.

Por ello, la intérprete es reconocida por levantar una bandera cuando las actrices no tenían voz en exigir mejores condiciones laborales.

“Fue un honor y, aunque conllevó mucha negatividad y críticas hacia mí, me alegra mucho haber marcado la diferencia”, sostuvo al The New York Times, que le consultó sobre la brecha salarial en la industria del entretenimiento.

Esta necesidad por tener un sueldo millonario le significó tener el sobrenombre de “Gimme More” (dame más), dado su interés por obtener mayores utilidades de las películas en que trabajaba, dado que Moore era uno de los rostros más visibles de aquellos años.

La actriz de Iron Man, Gwyneth Paltrow, quien es amiga de Demi, explicó que la protagonista de Una propuesta indecente: “Se convirtió en una estrella de cine en una época en la que las mujeres no encajaban en el sistema […] Fue la primera persona que luchó por la igualdad salarial y la consiguió, y realmente sufrió reproches por ello. Todas nosotras nos beneficiamos de ella”, expresó al medio norteamericano.

El renacer de Demi Moore

Si bien Demi Moore siguió actuando con regularidad, ya no tuvo la misma repercusión cuando dio vida a Molly Jensen, la recordada novia de Ghost.

Para el año 2003, apareció en Los Angeles de Charlie 2, interpretando a una exagente caída en desgracia que vivió tiempos mejores, un personaje inspirado en su propia carrera actoral.

Pero luego de esperar por 20 años un papel que valiera la pena, la directora francesa Coralie Fargeat la convocó para “La Sustancia”, donde personifica a una conductora de TV de un programa de aeróbica, que se encuentra en el ocaso de su carrera y decide probar una inyección conocida como “La Sustancia”, que le permite renacer temporalmente en un cuerpo de veinteañera, el de Sue (Margaret Qualley).

En este marco, la actriz declaró que “la primera vez que leí el guion, lo vi como un reto para salir de mi zona de confort y como una oportunidad para ser mejor persona y, espero, una mejor actriz”, indicó a El País.

“Fue un rodaje muy duro. Hubo aspectos que me dieron miedo, porque la película me dejaba en una posición vulnerable, pero tiendo a buscar proyectos que requieran cierto coraje, que comporten un desafío”, afirmó al citado medio.

Finalmente, con 61 años, Moore recibe el esquivo reconocimiento a su esfuerzo, uno que demoró en llegar y que a pesar de los prejuicios en su contra, espero el momento para brillar como lo hizo hace más de 30 años.