Caso Nóos, Caso Urdangarin u Operación Torre de Babel son los nombres que recibe uno de los casos de corrupción más relevante de los últimos años en España y que involucró a la familia más importante del país, la Familia Real Española.
En 2010 explotó el caso en el que se involucraron 18 personas, aunque particularmente en dos se enfocó el ojo mediático, la infanta Cristina de Borbón y su marido, Iñaki Urdangarin, miembros de la Familia Real Española.
La situación fue tan escandalosa -por la magnitud de los cargos imputados a los culpables, así como las cifras de corrupción- que comenzó a dinamitar la imagen de la familia real ante España e inició una crisis que recién se apaciguó un poco con la abdicación del rey Juan Carlos I, pero que aún no es indiferente a los españoles.
Caso Nóos
Iñaki Urdagarín, exduque consorte de Palma de Mallorca, fue un exitoso deportista español, dedicado al balonmano o handball que jugó para el F.C Barcelona durante 14 temporadas y participó en 3 juegos olímpicos con la selección española, obteniendo dos medallas de bronce (Atlanta 1996 – Sidney 2000). Se casó en 1997 con la infanta Cristina de Borbón, con quien formó una familia junto a sus 4 hijos.
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Urdagarín, que ostentaba el título de Duque de Palma, abandonó el deporte competitivo en el año 2000 para dedicarse a labores principalmente en el ámbito empresarial, aunque sin dejar su beta deportiva de lado, ya que fue miembro del Comité Olímpico Español.
Diplomado en Ciencias Empresariales y licenciado en Administración y Dirección de Empresas, entre otros títulos, el español asumió en 2003 la dirección de la Asociación Instituto de Investigación Aplicada que se rebautizó como Instituto Nóos, para luego dejar ese cargo por seguir otros importantes puestos en los que su remuneración llegó a rondar el millón de euros anuales.
Sin embargo, su privilegiada posición no impidió a la justicia española le involucrase en 2010 como uno de los culpables por desvíos de fondos públicos en el que también cayeron dirigentes del Instituto Nóos, entre los que se encontraba Cristina de Borbón, la infanta hija del rey emérito Juan Carlos y hermana del actual rey de España, Felipe, menciona El País.
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Se trata específicamente del uso de su título, cuando se valió de este, para cobrar a través del Instituto Nóos sumas irrisorias como 15 mil euros mensuales por “analizar tendencias en el mundo del motor” para Motor Ibérica SL, consigna El País o el descuadre de más de 50 millones de euros en las cuentas de construcción del polideportivo de Palma de Mallorca, como declara El Periódico.
Fue esto último lo que comenzó a descubrir el escándalo conocido como “Caso Nóos” que involucró al Instituto, del mismo nombre, una entidad sin fines de lucro a cargo de Urdangarin y su ex socio, Diego Torres, y el gobierno balear.
La investigación dio a conocer que el Instituto y sus filiales generaron una actividad económica, inusual para no tener ánimos de lucro, consistente en la firma de convenios, principalmente con entidades públicas, lo que se consideró como irregular, ya que no hubo una convocación a concurso públicos y que las filiales de Nóos se facturaban servicios entre sí, lo que lanzaba por la borda su pantalla de empresa sin fines de lucro, menciona El Periódico.
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El proceso de investigación comenzó en 2010 y concluyó que Iñaki Urdangarin y Diego Torres habrían obtenido 4,5 millones de euros en beneficios, lo que se traduce en poco más de 3.400 millones de pesos que habrían obtenido de los “6,2 millones de euros que desembolsaron los Gobiernos autonómicos valenciano y balear y la candidatura olímpica de Madrid 2016” aclara El País.
“La justicia es igual para todos”
Esta fue la frase que mencionó el rey emérito Juan Carlos I en su tradicional discurso de Nochebuena en 2011, dándole la espalda a la segunda de sus hijas, contra quien caería el peso de la ley, puesto que su nombre era uno de los que estaba en el directorio del Instituto Nóos.
Pese a que el escándalo se desató en 2010, ya en 2006 el rey Juan Carlos fue alarmado por los rumores respecto de las actividades de su yerno, por lo que le ordenó abandonar Nóos, y los negocios que tuviera con la administración pública.
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Claro que, como menciona El País, no contó con que el medallista olímpico, que no entendía por qué no podía tener actividades representativas en una fundación, continuara operando a través de su socio, Diego Torres, sólo hasta que el rey le consiguiera un puesto en Telefónica que lo enviaría a Washington en Estados Unidos junto a su familia y lograría su desvinculación total de la institución.
Pese a todos los esfuerzos para que el escándalo no salpicara a la familia real española, el daño estaba hecho y su popularidad disminuyó a medida que había más información del caso.
Para la primera imputación a la infanta Cristina, el deterioro de la imagen de la corona española calaba profundamente, alejándose cada vez más del título que ostentaron en 1995, cuando eran la institución más valorada por los españoles, detalla El País.
Ante esta delicada situación, la corona se blindó rompiendo relación con la infanta y su marido, quienes dejaron de asistir a eventos oficiales, marcado por su primera nochebuena en 14 años fuera de La Zarzuela.
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Las cosas para Cristina fueron claras, sólo tenía 2 opciones: se divorciaba o renunciaba a sus derechos dinásticos, pero la infanta no hizo ninguna de las dos cosas y se mantuvo firme junto a su marido. “Estoy plenamente convencida de su inocencia” declaró en el juicio, llevando ambos la idea de que la situación en la que incurrieron era normal, destaca El País.
En medio de todo esto, otro escándalo afectó a la familia real española, ya que apareció una fotografía del Rey Juan Carlos I junto a un elefante muerto en Botsuana, mientras practicaba la caza de estos animales en un safari, consigna El Mundo.
Todos los escándalos detonaron y finalmente, en 2014, el rey Juan Carlos I abdicó para dar un carácter más jovial a la corona en manos de su hijo, Felipe IV, el actual rey de España.
La monarquía no es lo que era antes
Previo a la abdicación de Juan Carlos y considerando el escándalo Nóos, la corona española redujo la familia real a los reyes, los Príncipes de Asturias, Felipe y Letizia y sus hijas, relegando a Cristina y Elena, quien era la víctima de todo el asunto.
Pero eso sería sólo un detalle, ya que Felipe IV tuvo que tomar una de las decisiones más difíciles y dolorosas de su primer año de reinado, despojar a su hermana Cristina y su esposo el Ducado de Palma, otorgado por el Juan Carlos el día de su boda, ya que pese a que le presionaron, la infanta no desistió de sus derechos dinásticos.
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El matrimonio ya estaba solo y así se mostró en el juicio, donde se les vio como cualquier plebeyo atestiguando frente a un juez, pero también frente a la imagen de Felipe IV, quien posaba para una fotografía que había en la sala con una toga y un collar de la justicia, consigna El País.
El juicio estuvo en constante seguimiento por parte de medios de comunicación y la opinión pública, que veía también como se ponía a prueba a la justicia española, que estaba posicionando en el estrado a la hermana de quien figuraba como la autoridad mayor en la misma sala.
El Tribunal Supremo entregó la sentencia en junio de 2018 que determinó que la hermana del rey, “presunta colaboradora de dos delitos contra Hacienda Pública por defraudar al fisco en los ejercicios fiscales de 2007 y 2008” fuera absuelta, anulando su responsabilidad, detalla El País.
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Sin embargo, su marido no corrió la misma suerte, ya que el Tribunal Supremo le condenó a 5 años y 10 meses de prisión, por los delitos de “malversación, prevaricación, fraude a la Administración, dos delitos fiscales y tráfico de influencias”. Por su parte, Diego Torres, socio del matrimonio, fue condenado a 5 años y 8 meses de prisión, por malversación, prevaricación y fraude a la Administración, siendo absuelto de tráfico de influencias, blanqueo y falsedad.
Iñaki con sus tomates, Cristina con su familia
Un año después de la resolución del escándalo de corrupción Cristina ha vuelto a revivir luego de ser sacada de cuajo de las actividades públicas de la corona española.
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Con su marido, Iñaki Urdangarin, en prisión hace poco más de un año, la infanta reside en Ginebra, Suiza y viaja frecuentemente a Barcelona, para continuar con sus responsabilidades como responsable del área internacional de la Fundación La Caixa, además de continuar con el patronato de otras instituciones, menciona El Mundo.
Además, ve como sus hijos crecen y salen de casa, el mayor, Juan (19) a Inglaterra para estudiar y el segundo, Pablo, continúa en Hannover donde forma parte de la selección de handball del TSV Hannover-Burgdorf, siguiendo los pasos de su padre. También tiene contacto con sus abuelos y si tía Elena, quienes se trasladaron a Alemania para apoyarle, marcando la reunificación de la familia.
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Pero fue el cumpleaños número 80 de Sofía, su madre, donde se confirmó su reingreso a la corona, ya que asistió a un almuerzo en Zarzuela junto a los reyes Felipe y Letizia, con quienes posó para las cámaras, poniendo fin a su alejamiento para evitar dañar la imagen de la monarquía española.
Por su parte, Urdangarin pasa su días en la prisión de Brieva haciendo deporte de manera obsesiva, menciona El Mundo. Además practica la jardinería, mantiene 5 macetas en las que plantó tomates, sumido en la absoluta soledad, aunque recibe esporádicas visitas de su familia y espera que se le de un permiso para poder salir.
Felipe VI pone el parche antes de la herida
El escándalo Nóos generó alarmas en la corona española y Felipe VI, recién asumido en su cargo, no quiso correr riesgos solicitando una auditoría externa, pero también imponiendo un código de conducta en La Zarzuela.
Este código consiste en prohibir a los miembros de la familia real española – los Reyes, sus padres y sus dos hijas – trabajar en empresas privadas, como lo hicieron las infantas Cristina y Elena, señala El País.
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El País también consigna que Felipe prohibió que la familia aceptara “regalos que por su alto valor económico, finalidad o interés comercial o publicitario, o por la propia naturaleza del obsequio, puedan comprometer la dignidad de las funciones que tengan atribuidas”.
De esta forma se busca que la monarquía vuelva a ser quebrantada por este tipo de escándalos, de carácter económico, que mermó en su imagen alejándose cada vez más de los españoles.