Uno de los primeros pasos para mejorar las finanzas personales consiste en ahorrar y ser constante en ello. Para esto hay varias herramientas y la regla del 50-30-20 es una de las más usadas y fáciles de seguir.

Ya sea en tiempos de “vacas flacas” donde es fundamental cuidar el trabajo y manejar bien los ingresos, o en épocas de mayor abundancia, el ahorro es una buena práctica para todo tipo de personas.

Desde las personas con ingresos medios, hasta aquellas con un alto poder adquisitivo, el ahorro es una herramienta esencial en el manejo de los recursos. Y para comenzar a implementar el hábito de guardar dinero existen una serie de metodologías, algunas más simples y otras más complejas.

Una de las más usadas es la del 50-30-20, una regla simple pero que entrega un potencial de ahorro considerable, donde cada persona puede apartar para sus necesidades, gustos y ahorro o inversiones.

¿En qué consiste la regla 50-30-20?

EL objetivo de esta metodología es apartar distintos porcentajes del sueldo y destinarlos para tres aspectos de la siguiente forma:

1.- Un 50% del sueldo se destina a pagos necesarios y recurrentes, necesidades básicas y deudas.

Todas las cosas que son necesarias (y de verdad, necesarias) para la subsistencia de una persona, dejando fuera todas las cosas que caen en la etiqueta de “gustito”.

Por ejemplo, en el sitio web de educación financiera del Banco BCI, “Con Letra Grande“, se enumeran alguna de las cosas que caen en esta categoría, como lo son el arriendo o cuotas de pago de vivienda, alimentación (compras de supermercado o almuerzos), pago de préstamos, tarjetas de crédito, gastos de educación, agua luz y gas.

Dentro de esto también se podría añadir el gasto de internet, el cual se ha vuelto un indispensable en la educación y en el trabajo de miles de personas.

Cuentas de luz y mondas / billetes chilenos
José Campos | Agencia UNO

2.- Un 30% se aparta para “gustos” y otros tipos de gastos.

Una salida a un restaurante, ver una película, esa chaqueta y perfume que están en oferta o un videojuego que se encuentra en las rebajas de verano / invierno de Steam.

Este porcentaje va netamente destinado a aquellas cosas que no son imprescindibles en la vida diaria, pero que podrían caer bajo el lema de “lo compro porque me lo merezco”.

Carteras Louis Vuitton
Anne R | Pexels

3.- Finalmente un 20% se destina a ahorro y/o inversiones.

Llegamos a la parte que más interesante (para muchos).

Con esto apartamos el resto de ingresos que quedan con el fin de destinarlos a una cuenta de ahorro, alcancía, o en el caso de que se deseen mayores retornos, ponerlos en algún instrumento de inversión.

Alcancía de chanchito con monedas de euro
Skitterphoto | Pexels

Ejemplo práctico

Una persona posee un sueldo de 700 mil pesos líquidos, cifra la cual se calcula posterior a los descuentos base por Isapre o Fonasa y AFP, más otros descuentos legales del sueldo bruto.

En caso de que aquel trabajador o trabajadora desee poner en práctica la regla 50-30-20, lo primero que tendría que hacer sería seleccionar el 50% de su sueldo líquido, o $350.000 pesos, los cuales quedarán para gastos necesarios como las compras en el supermercado, cuentas de agua, luz, gas e internet, más el pago de deudas si es que las tuviera.

Luego llega el momento de apartar el 30% del total ($210.000), los cuales se podrán usar en compras no necesarias.

Finalmente, $140.000 (el 20%) queda para ahorro de la forma que la persona prefiera y se sienta más cómoda.

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Es importante recalcar que si bien se habla de una “regla” de ahorro, los porcentajes se pueden ajustar o cambiar dependiendo de las necesidades de cada ahorrador.

Si alguien no posee un gasto mensual elevado, podría pasar de un 50% a un 20%, y destinar así la mitad de sus ingresos a ahorro.

Instrumentos de ahorro

Ahora es donde puede surgir la pregunta: ¿Dónde dejo el dinero que he ahorrado?

Una modalidad que no presenta mayores dificultades sería ahorrar en efectivo con alguna alcancía, frasco, o el típico “debajo del colchón” o entre la ropa de algún mueble de la habitación.

Si bien con esto dispondremos de liquidez inmediata, en el mediano plazo el dinero pierde su valor real debido al alza de precios (inflación), por lo que, dependiendo del comportamiento de la misma, puede que esta no sea la opción más rentable, al menos para grandes sumas de dinero.

Para estos casos, las diversas entidades financieras reguladas poseen herramientas para hacer que “el dinero trabaje por uno”.

Algunas de estas son los depósitos a plazo fijo, donde el dinero que depositemos se encontrará “bloqueado” por un cierto periodo de tiempo, entregando retornos a 7, 30 o 60 días, dependiendo de la opción que se elija y el abanico de elecciones que entrega cada banco o institución.

Otras opciones más reconocidas son los fondos mutuos, donde diversas personas aportan a un fondo común, con retornos fijos o variados.

También se incluyen las cuentas de ahorro, tanto convencionales como en UF o dólares, la cuenta dos de las AFP o incluso el ahorro previsional voluntario (APV), destinado a aumentar la cifra final de la pensión mediante un aporte extra.

En caso de necesitar más información, la página de educación financiera de la CMF también posee un apartado dedicado a los diversos instrumentos de ahorro, el cual se puede encontrar aquí.