Es el hombre más rico del mundo, empresario exitoso y el principal partidario de Donald Trump en las últimas elecciones a presidente en Estados Unidos.
Sin dudas, Elon Musk también fue uno de los grandes triunfadores cuando el 5 de noviembre el pueblo estadounidense votó al candidato republicano como su mandatario.
El magnate de origen sudafricano donó casi US$119 millones a un comité de acción política que creó para apoyar a Trump, según documentos presentados ante la Comisión Federal Electoral.
Además, apareció con el ahora presidente electo en actos públicos y puso a disposición su red social X para hacerle una entrevista donde ambos protagonistas se adularon.
Musk y el Ejecutivo de EEUU
Actualmente, Musk supervisa un imperio de seis empresas, varias de las cuales están muy enredadas con el gobierno federal estadounidense.
SpaceX se convirtió en un socio cada vez más vital para la NASA y el Departamento de Defensa estadounidense, con contratos por valor de miles de millones.
Por su parte, Tesla apuesta su futuro financiero al desarrollo de robotaxis autónomos, una búsqueda arriesgada que se enfrenta a serios obstáculos regulatorios.
El ascenso de Trump podría ayudar a acelerar la aprobación regulatoria de la tecnología de conducción autónoma de la compañía, de acuerdo con la opinión de Daniel Ives, analista tecnológico de Wedbush Securities
Hasta ahora, las funciones de asistencia al conductor existentes de la compañía -conocidas como Autopilot y Full Self-Driving o FSD- están siendo investigadas por los reguladores federales de seguridad después de una serie de accidentes relacionados con esta tecnología.
Esas investigaciones podrían retrasar la aprobación de la autorización para circular por las carreteras de los verdaderos vehículos autónomos de Tesla, a pesar de la afirmación ampliamente cuestionada de Musk de que los Tesla que utilizan FSD ya son más seguros que los conducidos por humanos.
“Con Trump esas investigaciones podrían desaparecer lentamente”, dijo Ives.
No todo es color de rosa en la relación Trump-Musk
Pero una cosa es hacer campaña juntos y otra trabajar juntos.
El presidente electo es conocido por ponerse en contra incluso de sus amigos y colegas más leales. Puede que Musk y Trump estén alineados por ahora, pero podrían surgir puntos de tensión entre dos hombres conocidos por sus egos.
Una prueba de fuego será las relaciones de Estados Unidos con China. Con la victoria de Trump “será mucho más duro con China y entonces los aspectos negativos podrían superar a los positivos para Tesla”, dijo Ives.
“Más del 40% de las entregas provienen del mercado chino. Tesla quedaría atrapada en el fuego cruzado”, agregó.
Otro desafío será ver qué consideran “despilfarro gubernamental” uno y otro; y si alguna de las empresas de Musk no terminan saliendo perjudicadas.
Eso, considerando que el mediático empresario fue nombrado por Trump para ejercer en un nuevo organismo dedicado a la eficiencia gubernamental.
Y ha prometido recortar un tercio del presupuesto federal.
El nuevo departamento, según dijo el presidente electo, impulsará “reformas estructurales a gran escala” que podrían suponer fuertes repercusiones.
Y los analistas han subrayado que la proximidad de Musk con la futura Administración de la Casa Blanca, no obstante, suscita preocupación en vista de que sus negocios en el sector automotriz y la industria espacial mantienen contratos con el Gobierno federal.
Antecedentes de Elon Musk causan inquietud en el Gobierno francés
Francia está inquieta por el papel político que podría ir adquiriendo Elon Musk en la administración de Trump, teniendo en cuenta los antecedentes de la acción del magnate al comprar y transformar la red social Twitter, ahora X.
“Esperemos que no inflija a la democracia estadounidense el tratamiento que ha administrado a Twitter. La democracia es un tesoro frágil”, señaló el ministro francés de Exteriores, Jean-Noël Barrot, en una entrevista publicada por el diario Le Parisien.
“No aceptaremos nunca que el debate público se deslocalice en redes sociales desreguladas en manos de intereses particulares, sean estadounidenses o chinas”, añadió el ministro, que reiteró el mensaje de que los europeos deben asumir la acción para ser actores de su futuro en lugar de limitarse a ser “espectadores de una historia escrita por otros”.
A ese respecto, insistió en que desde la llegada a la presidencia hace siete años de Emmanuel Macron, Francia empuja a sus socios de la Unión Europea para que “Europa vuelva a ser lo que nunca debería haber dejado de ser, una potencia geopolítica sin igual”.
Eso implicaría reforzarse en el terreno militar, industrial y comercial porque “la protección que Estados Unidos aportaba ya no está garantizada” y los europeos se enfrentan a “un triple riesgo existencial”.