Los mercados asiáticos se hundieron este lunes ante los temores de una potencial quiebra del gigante inmobiliario chino Evergrande, pero también por los planes de la Fed, el aumento de contagios de covid-19 y signos de debilidad en la recuperación mundial.
La bolsa de Hong Kong encabezó una vez más la caída por Evergrande: la compañía debe pagar esta semana intereses por sus préstamos y bonos y los expertos temen que no podrá hacerlo.
A nivel local esta situación impactó directamente en el precio del cobre, ya que hay una pérdida de apetito por riesgo evidente en el mercado: el metal industrial retrocede 1,5%.
“Entre los más afectados, evidentemente, está el HangSeng chino, con un retroceso de 3,7%. El 22% de las importaciones de cobre en China van destinadas al sector inmobiliario, por lo que de escalar la situación de Evergrande podría desencadenar ventas masivas que provoquen un retroceso mínimo de 10% en el cobre”, comentó Diego Mora, estratega de mercados de XTB Latam.
La firma, uno de los promotores inmobiliarios más importantes de China y del mundo, ha reconocido que puede tener problemas para atender sus deudas y obligaciones, que ascienden a más de 300.000 millones de dólares.
Hong Kong registró pérdidas de un 3,3%, mientras que Evergrande llegó a desplomarse casi un 19% antes de terminar la jornada con un 10%.
Fundada en los años 1990, Evergrande creció de forma exponencial durante el boom inmobiliario chino, en parte gracias a la acumulación de una importante deuda.
Su situación se ha visto agravada por las restricciones impuestas por Pekín para desapalancar el sector que, por ejemplo, prohíben vender propiedades antes de que estén terminadas, una práctica en la que se basaba el negocio de Evergrande.
Dado su tamaño, con 200.000 empleados, cientos de miles de personas en China temen por su futuro: los pequeños accionistas se han manifestado porque temen perder todos sus ahorros en esta turbulencia económica.
Los hogares chinos que esperan la entrega de una casa o un piso de Evergrande que ya han pagado, tal como exige la legislación, también están en alerta. Lo mismo ocurre con los constructores que llevan varios meses sin cobrar.