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El físico italiano Giovanni Aldini, conocido por sus experimentos con electricidad en cadáveres humanos, inspiró la famosa novela, Frankenstein, de Mary Shelley. Aldini aplicó técnicas de galvanismo, provocando movimientos en el cadáver de un criminal ejecutado en Londres, lo que generó controversia y debate en la comunidad médica de la época. Su trabajo influenció el pensamiento sobre la electricidad y la vida, siendo considerado tanto un genio como un loco.

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Hasta donde se sabe, volver de la muerte es imposible, pero en el pasado los científicos no tenían esa certeza, y algunos iban muy lejos con creativos —y un poco espeluznantes— métodos. Uno de ellos fue Giovanni Aldini, un físico italiano que intentaba revivir a los muertos usando electricidad.

De hecho, Aldini fue quien inspiró a Mary Shelley, la escritora británica detrás de la célebre novela Frankenstein. Con sus peculiares experimentos, el físico pasó a la historia como un caso oscuro de la ciencia, pero también como un personaje que ha perdurado por siglos.

Giovanni se graduó en física de la Universidad de Bolonia (Italia) en 1782 y tomó el lugar de su tío, Luigi Galvani, en la cátedra de física experimental, quien había experimentado previamente con electricidad animal.

De hecho, Galvani fue el que descubrió que los músculos de animales muertos se movían cuando eran golpeados por electricidad, gracias a experimentos con ranas, de ahí viene el término “galvanismo”, muy comentado en ese tiempo, en honor a su apellido.

Inspirado por su pariente, Aldini aplicó técnicas similares en humanos y lo hizo frente a la comunidad médica de la época. Dando que hablar por sus logros, que terminaron en oídos de Mary Shelley, pero jamás revivieron a alguien.

Puso al “galvanismo” a prueba

El físico tenía un interés genuino por el “galvanismo”, que hoy sabemos es la electricidad producida por una reacción química, misma que recorre nuestros cuerpos. Pero antes se asociaba directamente a los procesos vitales, se llegó a pensar incluso que era “la fuerza” que mantenía vivos a los humanos, y científicos como Galvini creían que podrían utilizarla para revivir cadáveres.

En realidad, no estaba tan equivocado, hoy en día se utiliza el desfibrilador para reanimar cuerpos y el galvanismo podría ser un lejano antecedente de ello. Pero para los años 1700-1800 esas técnicas se probaban en bruto.

Uno de los experimentos más controvertidos de Aldini ocupó electricidad y el cadáver de un criminal.

En 1803, un hombre llamado George Forster fue condenado a la horca por asesinato en una prisión de Londres. Después de la ejecución, el físico consiguió que el cuerpo fuera trasladado al Royal College of Surgeons (Real Colegio de Cirujanos) para una demostración pública.

Allí, lo electrizó.

Inicialmente, el profesor Aldini frotó agua con sal en las orejas del muerto y luego puso un alambre en cada una de ellas, después, los conectó a una batería. Casi inmediatamente, el cadáver hizo una mueca, su rostro se deformó y sus párpados se agitaron.

Medios de la época, como el The Times, describieron: “Primero aplicaron el procedimiento en la cara, la mandíbula del criminal fallecido comenzó a temblar, los músculos del rostro se retorcieron terriblemente y se abrió un ojo. Posteriormente, la mano derecha se levantó y se apretó, y las piernas y los muslos se pusieron en movimiento“.

Las personas presentes creyeron que el muerto estaba a punto de cobrar vida, un acontecimiento que hasta hoy se considera “macabro”, mientras que la reputación de Giovanni, quedó en tela de juicio y sus experimentos generaron un intenso debate en la comunidad médica.

Giovanni Aldini, un genio o un loco

Iwan Morus, profesor de historia en la Aberystwyth University, abordó este acontecimiento en un artículo de The Conversation. “Algunos comentaristas se burlaron de la idea de que la electricidad pudiese devolver la vida, y declararon que Aldini podría “hacer que los muertos cortaran alcaparras”. Otros se tomaron el tema muy en serio”, explicó.

Por ejemplo, el profesor Charles Wilkinson, quien asistía a Aldini en sus estudios, escribió después en un paper que el galvanismo era “un principio estimulante, que forma la línea distintiva entre materia y espíritu, constituyendo, en la gran cadena de la creación, el vínculo intermedio entre la sustancia corporal y la esencia de la vitalidad“.

Varios años después, en 1814, seguía en discusión. “El cirujano inglés John Abernethy hizo la misma demanda en la conferencia anual de Hunterian en el Royal College of Surgeons. Su charla provocó un violento debate con su compañero cirujano William Lawrence. Abernethy afirmó que la electricidad era (o era como) la fuerza vital, mientras que Lawrence negaba que hubiera necesidad de invocar una fuerza vital para explicar los procesos de la vida”, explica Morus.

Frankenstein se publicó en 1818, cuando el tema seguía latente. Resulta que William Lawrence era el médico de Mary Shelley y su hermano Percy Shelley. Los historiadores plantean que fue así como llegaron a conocer un poco más de Giovanni Aldini y se interesaron en el galvanismo.

Frankenstein puede parecer una fantasía para la mirada moderna, pero para su autora y lectores originales no tenía nada de fantástico“, plantea el historiador.

“Así como todo el mundo sabe hoy en día qué es la inteligencia artificial (IA), los lectores de Shelley conocían las posibilidades de la vida eléctrica. Y así como la inteligencia artificial invoca una serie de respuestas y debates ahora, también lo hizo entonces la perspectiva de la vida eléctrica, y la novela de Shelley”, agrega.