El Premio Nobel de Química fue otorgado este miércoles a los científicos estadounidenses David Baker y John M. Jumper, junto al británico Demis Hassabis, por sus contribuciones en el estudio y diseño de proteínas mediante inteligencia artificial (IA) y computación avanzada.
Hassabis y Jumper utilizaron IA para predecir la estructura de casi todas las proteínas conocidas, mientras que Baker desarrolló métodos computacionales que permitieron crear proteínas completamente nuevas con funciones específicas.
Según destacó la Real Academia de las Ciencias de Suecia, estos avances han sido clave para comprender mejor el funcionamiento de las proteínas y su rol en procesos vitales, como el desarrollo de enfermedades y la resistencia a los antibióticos.
El impacto de estos descubrimientos también ha llegado al ámbito industrial, permitiendo el desarrollo de nuevos nanomateriales y sensores en miniatura, además de una industria química más respetuosa con el medio ambiente. Asimismo, han acelerado el diseño de nuevas vacunas, lo que abre un abanico de posibilidades para la salud global.
Johan Aqvist, miembro de la Academia Sueca de Ciencias, explicó que las proteínas son esenciales para la vida: componen los huesos, la piel y los músculos, y son responsables de funciones tan vitales como la reparación del ADN y el mantenimiento del sistema inmunológico.
Premio Nobel de Química
“Para entender cómo funciona la vida, primero debemos comprender la forma de las proteínas”, dijo Aqvist.
Los avances en este campo han permitido no solo descifrar estructuras proteicas ya existentes, sino también diseñar nuevas proteínas que no se encuentran en la naturaleza, con funciones que podrían tener un gran impacto en el futuro.
“Este año, el Nobel ha abierto un mundo completamente nuevo de estructuras de proteínas”, añadió Aqvist.
Baker, durante una intervención telefónica en la conferencia de prensa, se mostró profundamente honrado por el reconocimiento y expresó su entusiasmo por las aplicaciones del diseño de proteínas en áreas como la salud. “Es increíble pensar en todas las formas en que podemos hacer del mundo un lugar mejor”, comentó.
La Real Academia también recordó que no fue hasta la década de 1950, con el desarrollo de la cristalografía de rayos X, cuando se pudo empezar a investigar en profundidad las proteínas. Esta técnica permitió producir imágenes de unas 200.000 proteínas a lo largo de los años.
Con el tiempo, se descubrió que la estructura tridimensional de las proteínas estaba determinada por su secuencia de aminoácidos. Si bien conocer esta secuencia era clave para predecir su estructura, este proceso se convirtió en uno de los mayores desafíos de la bioquímica.
En 1994, se lanzó un experimento mundial llamado CASP, cuyo objetivo era predecir la estructura de las proteínas. Sin embargo, no se lograron avances significativos durante más de dos décadas.
Los descubrimientos de Jumper, Hassabis y Baker han cambiado este panorama, abriendo nuevas oportunidades en el campo de la bioquímica.