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Los ácidos grasos omega-3 podrían tener un impacto significativo en la reducción de la agresividad, según recientes investigaciones lideradas por el neurocriminólogo Adrian Raine de la Universidad de Pensilvania. El estudio, publicado en Aggression and Violent Behavior, sugiere que la ingesta de suplementos de aceite de pescado puede disminuir la agresividad hasta en un 30%. Esta reducción se relaciona con factores como la edad, el sexo y la dosis, influyendo tanto en la agresividad reactiva como en la proactiva. Los expertos destacan la importancia de estudios a largo plazo para evaluar mejor los efectos beneficiosos del omega-3, que se cree que reducen la inflamación y mantienen procesos cerebrales vitales.

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Los ácidos grasos omega-3, conocidos por sus beneficios para la salud física y mental, podrían tener un impacto significativo en la reducción de la agresividad, de acuerdo a recientes investigaciones.

Un estudio liderado por el neurocriminólogo Adrian Raine de la Universidad de Pensilvania, publicado en Aggression and Violent Behavior, sugiere que estos suplementos deberían ser considerados en diversos contextos, desde comunidades hasta sistemas de justicia penal.

Raine destacó: “No es una varita mágica que resolverá completamente el problema de la violencia, pero basados en estos hallazgos, creemos firmemente que puede ayudar“.

Omega-3 podría reducir significativamente la agresividad

El análisis abarcó 29 ensayos controlados realizados entre 1996 y 2024, con un total de 3.918 participantes. Los resultados revelaron que la ingesta de suplementos de aceite de pescado puede disminuir la agresividad en un 30 %.

Este efecto varía según factores como la edad, el sexo, el diagnóstico, la duración del tratamiento y la dosis, influyendo tanto en la agresividad reactiva (en respuesta a provocaciones) como a la proactiva (comportamiento premeditado).

La investigación resalta que estos descubrimientos no son sorprendentes, dado que estudios anteriores han demostrado la influencia de la dieta en la química cerebral.

Un cerebro bien nutrido es crucial para regular el comportamiento agresivo y violento, y una mala alimentación se ha identificado como un factor de riesgo para problemas de conducta.

Aunque los resultados son alentadores, los investigadores subrayan la necesidad de estudios a largo plazo. La mayoría de los ensayos evaluaron cambios a corto plazo, con una duración media de 16 semanas, y solo uno de los 19 laboratorios realizó un seguimiento posterior a la suplementación.

“El siguiente paso será evaluar si los omega-3 pueden reducir la agresividad a largo plazo”, comentaron los autores del estudio.

Según Science Alert, los investigadores creen que los efectos beneficiosos del omega-3 pueden deberse a su capacidad para reducir la inflamación y mantener en funcionamiento procesos cerebrales vitales, ayudando así a regular la agresividad.

“Creemos que ha llegado el momento tanto de ejecutar la suplementación con omega-3 en la práctica como de seguir investigando científicamente su eficacia a más largo plazo”, afirmaron.

Además de sus efectos sobre la agresividad, los suplementos de omega-3 también se han relacionado con la reducción del riesgo de enfermedades cardíacas y la mejora de la función cerebral.

“Como mínimo, los padres que buscan tratamiento para un niño agresivo deberían saber que, además de cualquier otro tratamiento que reciba su hijo, una ración extra o dos de pescado cada semana también podrían ayudar“, sugiera Raine.

Los investigadores también proponen que la suplementación con omega-3 se integre con otras intervenciones psicológicas y farmacológicas, concluyendo que “la suplementación con omega-3 debería considerarse como un complemento de otras intervenciones”.